Martín Luis Guzmán, en La sombra del caudillo, escribió que “ningún político va en contra de sus intereses”. Sabias palabras. Máxima de la política. Día día esta circunstancia se comprueba en el comportamientos de políticos de izquierda y derecha. En novatos y en viejos lobos de mar.  Marcelo Ebrard nunca irá en contra de sus intereses. Padece lo que podríamos definir como el síndrome “Camacho Solís”.

¿Qué es el síndrome Camacho Solís? La incapacidad de entender la realidad política en la que se encuentra. Significa creer que los méritos propios e individuales bastan para generar un resultado político.

A finales de 1993, Carlos Salinas de Gortari eligió a Luis Donaldo Colosio como su sucesor y no a Manuel Camacho Solís, a pesar de que el entonces Jefe de Gobierno de Distro Federal, era quien obtenía las mejores puntuaciones en las variables y factores que el Presidente podía considerar en su decisión.

Manuel Camacho era el más inteligente, el más cercano al Presidente, desde las aulas de la Facultad de Economía de la UNAM. Poseía un amplio conocimiento del país, de la economía y de los entretelones de la política. Tenía el perfil más conciliador y con mayor sensibilidad social; sobre todo, era quien podría haber continuado con mayor claridad el proyecto salinista. La realidad política fue otra y como todos sabemos, no favoreció a Camacho Solís.

Camacho preguntó a Salinas de Gortarí: “Carlos, sólo dime por qué no fui yo”. A partir de ese momento, su destino lo alejo del PRI, para al final encontrar acomodo en el PRD.

Marcelo Ebrard fue actor y testigo privilegiado de este proceso, pero nadie aprende en cabeza ajena. Marcelo Ebrard sabía perfectamente los terrenos que pisaba. El experimentado ex jefe de gobierno y ex canciller olvidó que en política no hay sorpresas, sino sorpendidos.

Morena aceptó practicamente todas las sugerencias de Marcelo Ebrard en el proceso de elección del coordinador nacional de defensa de la cuarta transformación. Aún así, en la vispera y a unas horas de que Alfonso Durazo diera a conocer el triunfo de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard descalificó el proceso, anunció que no acudiría a la reunión con las otras corcholatas y convocó a una reunión de sus simpatizantes el próximo lunes, para definir su furturo.

Las cartas están sobre la mesa. Marcelo Ebrard tiene tres posibilidades: la primera, romper con Morena, él y sus seguidores buscarían un sendero diferente fuera del movimiento de la Cuarta Tranformación. La segunda, Marcelo acepta los resultados y se restablece el acuerdo de que él encabece el grupo parlamentario de Morena en el Senado de la República. La tercera, Marcelo se mantiene en Morena, pero no acepta ningún cargo o en cargo, quedaría prácticamente aislado y sus seguidores, marginados.

En Morena la confianza y la unidad están rotas. Con o sin Marcelo Ebrard la operación cicatriz implicará un enorme esfuerzo de los dirigentes morenistas, particularmente de Claudia Sheinbaum quien es la más obligada a buscar la unidad. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

@onelortiz

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