La huelga automotriz estadounidense de sus principales armadoras está en el centro la conversación, en los círculos económico-financieros, laboral y hasta político.

Hay un actor fundamental en este paro laboral del sector de los automóviles que poco se ha dejado ver, Elon Musk, quien ni siquiera se ha dejado ver en las protestas de Missouri, Ohio o Michigan, en donde un importante número de trabajadores de: Stellantis, Ford y General Motors, protestan.

Ciertamente la influencia de Musk y de su compañía no sindicalizada Tesla, ha estado en todas partes desde que el sindicato United Auto Workers (UAW) convocó a paro la semana pasada. En cierto modo, la marca de autos más valiosa del mundo por su capitalización bursátil puso todo en marcha.

La aparición de los autos eléctricos de Tesla inició una nueva era en la industria automovilística a la cual literalmente pusieron de cabeza y es que, en una lucha por competir contra ella y hacer esa transición menos difícil, los fabricantes de automóviles a los que va dirigida la huelga actual prometieron miles de millones en inversiones globales y comenzaron a reestructurar drásticamente sus operaciones.

Para los trabajadores, los “empleos verdes” que se están creando quizá sean más escasos y peor remunerados. Y es que, los trenes motrices de los vehículos eléctricos cuentan con menos piezas mecánicas que los convencionales de gasolina, por lo que requieren un 30% menos de horas de montaje, según una estimación del Instituto de Política Económica de los Estados Unidos. Las fábricas que producen baterías para estos automóviles suelen estar fuera del núcleo de la cadena de suministro sindicalizada.

Los trabajadores afiliados al UAW sufrieron un drástico descenso del número de afiliados debido al traslado de los puestos de trabajo fuera de las fronteras estadounidenses: perdieron un 45 por ciento de sus miembros entre 2001 y 2022.

La amenaza de un futuro con más autos eléctricos podría significar menos empleos sindicalizados en general, esta huelga hay que decirlo tiene que ver con la electrificación automotriz, más allá de las demandas de carácter laboral, no hay más.

Elon Musk es un hombre ciertamente controvertido que dice muchas cosas y la mayoría no se cumplen, por ejemplo, el millón de Robotaxis de Tesla prometidos para finales de 2020.

Hay que decirlo con todas sus letras, Tesla ha sido lo bastante disruptiva y ha llevado a los fabricantes tradicionales de automóviles incluidos los “Tres Grandes de Detroit”, a una “cruzada por el capital”. Los fabricantes de Detroit han ganado mucho dinero en la última década, unos 250,000 millones de dólares según AFP News, pero también han tenido que pagar una parte importante en dividendos. La presión de Tesla y la transición a los vehículos eléctricos les ha hecho sentir la necesidad de reunir cada centavo para mantenerse a flote a medida que cambia el sector.

Pero el ángulo del oportunismo político se asoma, ¿te imaginas al presidente Joe Biden, en un platón de protesta por los derechos de los trabajadores? bueno pues el martes pasado sucedió, sí con megáfono en mano expresó sus ideas en pro y sus desacuerdos con el actuar de las 3 armadoras automotrices del país. Joe Biden hizo historia en el mundo laboral con su participación y su apoyo… “sigan adelante”.

Las imágenes fijas y los videos que recorrieron la red digital lo mostraron portando una gorra del sindicato y chocando los puños, Biden comentó a los trabajadores del sindicato, United Auto Workers, que “se merecen el significativo aumento salarial que necesitan”.

El inquilino de la Casa Blanca realizó una visita a la capital del automóvil, Detroit, un día antes que lo hiciera Donald Trump, ambos pretextando apoyo al movimiento sindical, pero en el fondo se busca simpatías en la carrera presidencial.

Esta protesta sindical fue olfateada por los equipos de campaña de ambos aspirantes y ajustaron la agenda para llevarlos, Biden, por ejemplo, se mezcló con los trabajadores y de manera enfática les dijo…” sin pago no hay autopartes” mientras los trabajadores le respondieron en coro “sin acuerdos no hay ruedas”.

Pese a las preocupaciones de que una huelga prolongada podría afectar la economía, el presidente Biden, alentó a los trabajadores a seguir luchando por mejores salarios en un momento en el que las compañías automotrices han registrado mayores ganancias. Cuando le preguntaron al inquilino de la Oficina Oval si los trabajadores del sindicato merecían un aumento salarial del 40%, una de sus exigencias en las negociaciones, Biden respondió: “Sí, creo que deberían poder negociarlo”.

El presidente ha afirmado que las compañías automotrices no han hecho lo suficiente para cumplir con las exigencias del sindicato, sobre todo, luego de hacer concesiones tras la crisis financiera de 2008.

“La realidad del asunto es que ustedes los trabajadores de este gran sector salvaron a la industria automotriz en 2008… hicieron muchos sacrificios, cedieron mucho y ahora debe haber reciprocidad, hoy les está yendo increíblemente bien a las compañías y ¿adivinen qué?, les debería estar yendo increíblemente bien a ustedes”. Con este mensaje tan directo y dirigido al corazón del tema, cómo no va a conseguir votantes.

Y la estrategia en busca de votos no podía no pasar por la Casa Blanca, no importa cómo lo presentara, Biden es el primer presidente de la historia moderna que participa en una huelga, lo que nos muestra qué tan lejos está dispuesto a ir para cultivar el apoyo sindical mientras busca reelegirse.

Ciertamente esta estrategia oportunista no es nueva, recordemos la huelga de los trabajadores de un casino de Las Vegas en 2020 y otra también del sector automotriz en el mismo año.

@lalocampos03