SEPTIEMBRE NEGRO

Tenía la intención de celebrar en este artículo el aniversario de la independencia de México, de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, entre los países centroamericanos, y de Chile. Aprovechar, desde luego, para recordar el 15 y 16 de septiembre que inicia la guerra de independencia en México y el 27 de septiembre cuando se consuma nuestra independencia, gracias al pacto entre Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide. También para mencionar a los cadetes del Colegio Militar, los “Niños Héroes”, que un 13 de septiembre murieron en la defensa de México contra el invasor estadounidense.

Sin embargo, en este mes se atravesaron dos fechas clave para el mundo que exigen comentarse: El 50 aniversario del golpe de Estado que derrocó, el 11 de septiembre de 1973, a Salvador Allende, el presidente socialista llegado al poder en Chile por elecciones democráticas; y los ataques por terroristas suicidas, también un 11 de septiembre hace 22 años, a las dos torres del World Trade Center de Nueva York y a un edificio del Pentágono, cerca de Washington. Por ello tomo el nombre de la organización terrorista palestina, Septiembre Negro –Aylūl al-Aswad, en árabe- para referirme a los dos sucesos.

El golpe de Estado contra Allende, además de indignarme porque cortaba de cuajo la instauración de un régimen socialista a través de elecciones democráticas, me impresionó fuertemente: Resulta que la casualidad me había puesto, casi de frente al entonces senador Allende, en noviembre de 1964 en la capital chilena, donde asistía con otros estudiantes como yo , a un congreso universitario y me topé con él que, conduciendo un diminuto Fiat Topolino y esperaba, como cualquier ciudadano común y corriente, a la luz verde del semáforo. A diferencia -pensé- de los senadores y otros políticos mexicanos, conducidos en autos lujosos por choferes y guaruras e incapaces de respetar las luces de un semáforo.

Pero, al margen de esta experiencia personal, los jóvenes latinoamericanos de mi generación, socialistas, socialdemócratas, de centro izquierda y hasta de centro y uno que otro derechista, estábamos hartos de la arrogancia imperial de Estados Unidos y de los gorilatos lacayunos que producía: de aquellas épocas, las dictaduras militares de Centroamérica, como la de Arana Osorio. “El Chacal de Oriente”, en Guatemala y la dinastía Somoza en Nicaragua; y en América del Sur, la de Emilio Garrastazu Médici, tercer presidente de la dictadura militar brasileña, mientras en Argentina se salía de gobiernos militares y asumían, con aire de farsa y tragedia, Héctor Cámpora y el propio Perón, para que el país volviera a los pocos años a otro período infame de gobiernos castrenses.

Además, desencantados de una Cuba que había desembocado igualmente en dictadura sometida a la Unión Soviética, la llegada de Allende y de la izquierda al poder, a través de las urnas, por la vía pacífica y la democracia, fue una apuesta que tomamos con entusiasmo y entrega.

Incluso en Europa, dice Michel Guerrin, periodista de Le Monde, en ese diario, “toda la izquierda está fascinada por este gran burgués que tomó el poder a través de las urnas y lo ejerce mediante reformas, lo contrario de la revolución a la cubana. Esta izquierda -sigue diciendo Guerrin- observa con lupa los tres años del gobierno de la Unidad Popular, principalmente en Francia, donde socialistas y comunistas intentan abrirse camino”. (Cfr “… la dernière photo de Salvador Allende…” 10/9/2023).

El aniversario del golpe de Estado en Chile dio lugar a numerosos comentarios, de los que destaco, primero, los referidos a los errores de gobierno de Allende, que Sergio Sarmiento enumera, criticando con dureza al depuesto presidente, en “Allende y Pinochet”, Reforma, 11/9/2023. Errores y críticas que no comento, pero hago notar, en cambio, que el mandatario chileno terminó siendo rehén del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, de extrema izquierda. que logró imponer políticas y medidas económicas aberrantes, dañando irreparablemente al régimen.

Hay que añadir a ello, la nefasta presencia de Estados Unidos, decidido, primero, a evitar que Allende llegara al gobierno y, más tarde a derrocar “a este h… de p…” como lo llamaba Nixon. Lo que sucedió conforme a la estrategia de Henry Kissinger, de mano de la CIA, pues Washington consideraba gravísimo que se instalara un gobierno socialista en Latinoamérica -además de Cuba. Lo cierto es que Kissinger, que fue visionario armando la relación con la China comunista de Mao Zedong, fue torpe y criminal con América Latina, “traspatio” de Estados Unidos, la que siguió siendo terreno de las dictaduras castrenses.

México, en congruencia con su política exterior de principios, otorgó asilo a muchos perseguidos políticos, incluso a la familia de Salvador Allende y, una vez que obtuvo los salvoconductos para trasladarlos a México, rompió relaciones con la dictadura de Pinochet. Por esta razón era obligado el viaje del presidente López Obrador a Santiago, al homenaje oficial y popular del gobierno chileno a Allende, donde fue recibido con enorme cordialidad por el presidente Gabriel Boric. Y sería Boric quien recordó el papel de la Embajada mexicana brindando refugio a los perseguidos e hizo notar “la valentía” de nuestro embajador Gonzalo Martínez Corbalá -sobre el particular, es de justicia mencionar al embajador Raúl Valdés quien, fuera de las luminarias, organizó el viaje y arribo a México de los asilados.

Va un par de comentarios sobre el ataque terrorista al World Trade Center de Nueva York y al Pentágono, cerca de Washington: recuérdese que la reacción del gobierno estadounidense de George W Bush, fue la de invadir Irak, encabezando una coalición de países, entre otros Reino Unido y España, en una guerra que inició en marzo de 2003 y concluyó en diciembre de 2011. Con el pretexto de que el régimen de Sadan Hussein contaba con armas de destrucción masiva, lo que resultó falso, Washington presionó a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizaran la invasión. Como México formaba parte en aquel entonces del Consejo, nuestro gobierno sufrió enormes presiones para votar a favor de la invasión; pero la convicción y habilidad del representante mexicano Adolfo Aguilar Zínzer -y la marrullería del entonces presidente Vicente Fox- hicieron posible que México no favoreciera la invasión. La que no contó con el aval de la ONU,

 

Tiempo Nublado

Septiembre está siendo de nubarrones en Latinoamérica y el Caribe y en el mundo, por lo que tomo prestado “Tiempo nublado”, el título del libro de Octavio Paz en el que reflexiona sobre el escenario geopolítico de las últimas décadas del siglo XX.

Este septiembre norte y latinoamericano es el de la crispación republicana en Estados Unidos y la deplorable presencia de Trump y De Santis. De la esperanzadora toma de posesión en Guatemala del socialdemócrata Bernardo Arévalo como presidente de la República. También en el istmo centroamericano, el presidente salvadoreño Nayib Bukele, vanagloriándose de tener encerrados, sin juicio y algunas víctimas de tortura, a decenas de miles de supuestos pandilleros miembros de las “Maras”, pretende reelegirse a pesar de que la ley lo prohíbe. Asimismo, la pareja Daniel Ortega y Rosario Murillo, versión actual de los sátrapas Somoza, presidente y vicepresidenta “de horca y cuchillo”, de Nicaragua. Cuba en el marasmo de una dictadura y Haití, sin Estado, víctima de clanes gangsteriles.

En Sudamérica, Venezuela sigue deplorable, Ecuador en vísperas de segunda vuelta de la elección presidencial con la amenaza o la esperanza del retorno de Rafael Correa y la izquierda. Colombia con Petro políticamente golpeado. Chile, país dividido entre nostálgicos de Pinochet y las izquierdas. Argentina, en fin, en riesgo de caer en las garras de un fanático.

Respecto a Europa, la ultraderecha gobierna en Polonia, Hungría, Italia, Finlandia, República Checa y Letonia y ofrece apoyo parlamentario al gobierno conservador sueco.  -todos miembros de la Unión Europea. Hay que tomar en cuenta, asimismo, la fuerza política del Frente Nacional en Francia y la formación ultra Alternativa por Alemania, segunda fuerza en los sondeos.