Les platico:

El auge de las redes sociales cambió las reglas de operación de los medios de comunicación… pero no del todo.

La inteligencia artificial es equiparable a la invención de la imprenta de Gutenberg a mediados del siglo XV.

Las carreras de Comunicación y de Periodismo de las universidades egresan profesionistas a borbotones y de éstos, la gran mayoría quiere hacerse ricos de la noche a la mañana. Muy pocos lo logran, por cierto.

Omito a propósito el término de profesionales, porque ese es un grado que no se gana en las aulas, sino en las trincheras.

Los “youtubers”, “influencers”, “tiktokeros”, “twiteros”, y en menor grado los “chateros”, son usurpadores del oficio periodístico.

La información de ellos fluye a raudales, pero eso no es comunicación.

No hay gente desinformada.

La hay -sí- saturada de información.

El problema no es la falta, sino el exceso de información.

La comunicación es otra cosa. Su buen uso depende de la precisión.

Aprendí en la trinchera que las comunicaciones, cuando son precisas, provocan acciones y decisiones.

Y al revés, la imprecisión causa confusión y lo que de ella deriva.

Es que la precisión genera compromiso y por lo que veo, a la gente no le gusta comprometerse.

Vean estas perlas de la imprecisión. Quien las usa, confunde. ¡Arre!:

  • “Nos vemos a medio día”.
  • “Un segundito, por favor”.
  • “Al rato”.
  • “Échale ganas, ahí te encargo y no le aflojes”.
  • “Mucho”.
  • “Poco”.
  • “Temprano”.
  • “Tarde”.
  • “Flaco”.
  • “Gordo”.
  • “Rápido”.
  • “Lento”.
  • “Excelente”.
  • Bueno o bien”.
  • Regular”.
  • “Malo”.
  • Pésimo”.
  • “Carita sonriente”.
  • “Carita seria”.
  • “Carita enojada”.

El mal de la época:

Gente confundida tomando decisiones basadas en imprecisiones y encima, difundiéndolas.

Cuando esa gente tiene poder, sus decisiones suelen ser catastróficas.

El poder no es patrimonio de los políticos.

Lo tienen también los empresarios y los periodistas, y en mayor grado, los “youtubers”, “influencers”, “tiktokeros”, “twiteros”, por su alcance, medido en millones de personas.

Hoy hace tres años…

En plena pandemia, nació Detona, producto de 13 meses previos de durísima labor de diseño, estructura, conceptualización… y también de despiadadas inversiones, de esas que secan y acaban con ahorros e hipotecas.

La decisión más importante en nuestras manos fue si nos íbamos por el camino del periodismo de información basado en “likes” y “seguidores”, o el de la comunicación, para provocar decisiones y acciones sustentadas en precisiones.

Escogimos el segundo.

Y miren lo que son las cosas, tres años después nos acaban de avisar que ganamos un Premio Nacional de Comunicación para medios digitales.

Las audiencias que hemos conquistado han sido a base de la diferencia que hay entre información y comunicación: la precisión y sus respectivos sustentos.

Añado un ingrediente extra: la diferenciación.

Entonces, mi artículo de hoy es para agradecer a quienes están haciendo posible que detonemos, nadando contra la corriente.

 

Cajón de sastre:

“Échale ganas, ahí te encargo y no le aflojes. No te creas, es broma. ¡Felicidades!”, detona la irreverente de mi Gaby.