Con mayor frecuencia, el gobierno de Estados Unidos de América (EUA) tiene que echar mano de medidas extremas para continuar su funcionamiento. El sistema democrático en el Congreso se mantiene, pero el enfrentamiento entre las dos fracciones principales —demócratas y republicanos— cada día es más ríspido, más descarnado. Se impone más la “conveniencia política” que el beneficio del “pueblo”. Por lo mismo, muchos estudiosos prevén que las reglas del juego entre ambas facciones deben sufrir cambios fundamentales antes de que se presente un enfrentamiento casi irresoluble. Es más fácil decirlo o analizarlo que llevarlo a cabo. Sin embargo, muy pocos son los que dudan que la “democracia estadunidense” está en crisis, sobre todo cuando un personaje tan desprestigiado como el ex presidente Donald Trump puede actuar “cínica y políticamente” como lo hace, aunque esté en pésimas condiciones judiciales, algo inusitado en la historia de la Justicia de la Unión Americana.

Los problemas legales en las altas instancias políticas estadunidenses, no solo los enfrenta el estrafalario “magnate” —que al paso de los días se sabe más de sus marrullerías económicas, como las de inflar su supuesta riqueza personal y familiar, en las que están implicados varios de sus vástagos—, también en el bando demócrata. De Joe Biden, por lo menos uno de sus herederos no canta mal las rancheras. O, lo que es lo mismo, como dijo el clásico de Avon, “algo huele a podrido en Dinamarca” (“Something  smells rotten in Denmark)”.

De tal manera, tres horas antes de la fecha límite, el Senado de la Unión Americana aprobó, el sábado 30 de septiembre del año en curso, la medida provisional para financiar al gobierno federal encabezado por Joe Biden durante 45 días más y evitar el cierre de su administración. No obstante, el proyecto no contempla financiamiento adicional para la guerra en Ucrania o para la seguridad fronteriza de EUA. Esta maniobra se aprobó gracias a un recurso que en inglés se conoce como stopgap (que en español se traduce como: recurso provisional), lo que permite seguir financiando a la administración Biden durante 45 días más; mes y medio.

Charles Ellis (Chuck) Schumer, líder de la mayoría demócrata del Senado de EUA, que explicó que todos los senadores de su facción seguirán luchando por más ayuda para los ucranianos, afirmó: “Hemos evitado el cierre. El bipartidismo que ha sido la marca registrada del Senado, ha prevalecido, y el pueblo estadounidense puede respirar aliviado”.

Esperanzas aparte, el proyecto de ley mantendría en funciones el gobierno hasta el 17 de noviembre próximo e incluye ayuda para desastres naturales y medidas especiales para mantener operativa a la Administración Federal de Aviación (FAA).

A su vez, el titular del Ejecutivo, Joseph Robinette Biden Jr., más conocido como Joe Biden estaba exultante por los resultados en el Congreso, y elogió el acuerdo, pero criticó a los “republicanos extremistas de la Cámara de Representantes…No podemos permitir bajo ninguna circunstancia que se interrumpa el apoyo estadounidense a Ucrania”.

Los hechos demuestran que en la Cámara baja, el recuento de votos fue 335 a favor por 91 en contra. Y, en el Senado, se aprobó por 88 a favor  y 9 en contra del dictamen. El impulso de último minuto del Partido Republicano —tan poco citado por los medios de comunicación y casi desconocido por la opinión pública—, para evitar que la administración del Tío Sam se quedara con financiamiento se concretó rápidamente.

En resumen, por la mañana del sábado 30 de septiembre Kevin Owen McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes, al terminar la serie de reuniones para redondear los acuerdos de esta crisis, anunció que los asambleístas votarían sobre un stopgap de 45 días. Pidió a todos los diputados “dejaran de lado sus banderías y pensarán en los estadounidenses”. Algo no muy común. Y agregó: “¿Saben qué? Si tengo que arriesgar mi puesto para defender al pueblo de este país, lo haré. Si alguno quiere despedirme, que lo intente”. Es posible que McCarthy en esos momentos tuviera muy alta su sensibilidad y dedujo que había ido muy lejos en sus acuerdos con los demócratas. Horas más tarde lo comprobaría.

El ambiente no estaba nada tranquilo. Un grupo de republicanos de “línea dura”, más que cercanos, fanáticos del ex presidente Donald John Trump, y propagandistas del lema “Make  America Great Again” (MAGA) (“Hacer grande a EUA otra vez”), la frase de lucha electoral del magnate, se oponían a la iniciativa del líder republicano camaral.

Resulta que tras muchas jornadas vertiginosas en la Cámara de Representantes, el presidente McCarthy “repentinamente” abandonó las demandas de fuertes recortes de gastos de los ultras de derecha y en su lugar confió en los demócratas para aprobar un proyecto de ley que ponía en riesgo su propio liderazgo. Los ortodoxos republicanos están seguros que Kevin Owen traía un doble juego desde tiempo atrás. En pocas palabras que era un “traidor de la causa”. Para que nada faltara, el Senado apoyó la aprobación final. Los pasados han sido día de caos —o casi—, en el Capitolio, que llevaron al gobierno federal al borde del cierre.

Poco faltó. El “recurso provisional” dispuso una ampliación para la segunda quincena  de noviembre. Si este acuerdo no hubiera aterrizado antes del primer minuto del domingo 1 de octubre, la burocracia estadounidense se hubiera enfrentado a licencias, más de dos millones de tropas militares en servicio activo y de reserva habrían trabajado sin paga, y los servicios y programas de los que depende la sociedad en todo el territorio nacional si habrían suspendido. Mientras tanto, se incuba otra crisis para los tiempos de frío otoñal e invernal. Ya se verá como se comporta el Congreso. Eso será otro cuento.

Mientras tanto, en el curso de la mañana del martes 3 de octubre, Kevin McCarthy mandó un mensaje por la red X, que a la letra dice: “Mantuve el gobierno abierto para que las familias de nuestras tropas y agentes fronterizos pudieran recibir su pago. Si un puñado de republicanos se pone del lado de los demócratas para destituirme por eso, vale la pena luchar”.

Resulta que, por primera vez en los 234 años de historia, la Cámara de Representantes de EUA apoyó una resolución “para dejar vacante el cargo de presidente” —en este caso el número 55–, con 216 votos a favor y 210 en contra. Fin de la historia. Esta es la primera ocasión que una propuesta de este tipo sale adelante. La moción fue presentada por un representante republicano, Matt Gaetz. En forma interina, la presidencia del órgano legislativo será ocupada por el también republicano Patrick McHenry, representante del décimo distrito de Carolina del Norte.

Desde el principio de la nominación de McCarthy como líder, Gaetz había amenazado durante meses con activar el proceso para sacarlo del puesto. Esa amenaza se aceleró  el fin de semana último, después de que el asambleísta  californiano se apoyara en el voto del partido contrario para sacar adelante la ley que amplió durante 45 días la financiación de la administración Biden en temas claves, evitando así el “cierre del gobierno”.

No es casualidad, ni mera coincidencia que Gaetz promoviera la destitución de McCarthy, pues forma parte del Freedom Caucus (Caucus de la Libertad), el ala del Partido Republicano más identificado con el ex presidente Donald Trump.

Aunque McCarthy había afirmado en la mañana del martes 3 que confiaba en tener el apoyo suficiente para seguir al frente de la Cámara baja, su suerte se torció y el líder de la minoría demócrata, Hakeem Jeffries, instruyó a los miembros de su bancada a votar para revocarlo.

Hay que recordar que desde los comicios de medio mandato del mes de noviembre de 2022, los conservadores tienen en la Cámara de Representantes  221 escaños y los demócratas 212. La moción sólo necesitaba ser aprobada por mayoría simple. Esto significa que activar la moción de censura —contra el presidente de los representantes—, simplemente requería que la impulsara un diputado, republicano o demócrata, y que esa votación alcanzara la mayoría simple. Como hay dos vacantes en esta cámara, únicamente eran necesarios 217 votos.

La importancia del “speaker” reside en que el líder de la Cámara de Representantes desempeña el tercer cargo más poderosos de la Unión Americana, al ser el segundo en la línea de sucesión del titular del Ejecutivo, después del Vicepresidente o Vicepresidenta.

Entretanto, como anoté líneas anteriores, el representante de Carolina del Norte, Patrick Timothy McHenry, fue nombrado presidente Pro tempore (temporalmente) hasta la votación para nuevo dirigente.

Una vez que McCarthy anunció que no buscará nuevamente ser “speaker of the House” —presidente de la Cámara—, lo que anticipa una feroz batalla interna entre los republicanos, los demócratas aprovecharán la situación para tratar de situar en el pleno a su líder Hakeem Sekou Jeffries —del 8° distrito congresional de Nueva York desde 2013–.

No obstante que los demócratas podían haber salvado a McCarthy no lo hicieron por dos razones: estaban molestos porque inició un proceso de juicio político contra el presidente Joe Biden y se opuso a buscar una solución bipartidista para resolver la crisis presupuestal.

En tales circunstancias, la Casa Blanca confía en que tras la destitución del “speaker” republicano, se elija “pronto” al sustituto. La portavoz presidencial, Karine Jean-Pierre, afroamericana originaria de Martinica, indicó en un comunicado: “La población estadounidense merece un liderazgo que ponga los temas que afectan a sus vidas en el centro. El presidente Biden ha demostrado que siempre está dispuesto a trabajar de buena fe con los dos partidos en el Congreso de los estadounidenses. Porque los urgentes desafíos que afronta nuestra nación no pueden esperar”.

Tremendo lío enfrenta el Congreso de EUA. Así están los tiempos. VALE.