Pese a la presión global —manifiesta en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, dividida casi a partes iguales por uno y otro bando, a favor de la población palestina o de Israel, más no por la organización terrorista Hamás que no representa a todos los árabes de la Franja de Gaza—, después de los primeros diez días de guerra, la situación empeora: la fuerza aérea israelí prosigue los bombardeos y su infantería mantiene el bloqueo que impide el ingreso de la ayuda que se acumula en las proximidades del Paso de Rafah, a la espera de un acuerdo entre los beligerantes y las capitales mediadoras que autorice su distribución entre los desesperados palestinos.

En tanto, la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos, ha confirmado que la aviación israelí continúa bombardeando al sur de Gaza, pese a haber ordenado a los civiles gazatíes que se desplacen hacia el norte de la Franja. El balance de pérdidas al momento de escribir este reportaje indica que 3,000 palestinos han muerto a consecuencias del estallido de las bombas —que los enemigos de Israel denuncian como artefactos prohibidos internacionalmente—; y en Israel, el número de víctimas mortales por los ataques terroristas asciende a 1,400. Esta no es la suma definitiva, cada hora aumenta el balance mortal y de herido.

Mientras los enfrentamientos continúan, las piezas de ajedrez internacionales hacen sus movimientos. Todos tratan de ser los más espectaculares, aunque ninguno resuelve el problema ni logre un cese al fuego verdadero. Por ejemplo, el presidente estadounidense, Joe Biden, viajaría el miércoles 18 a Israel, donde se reuniría con Benjamín Netanyahu, como primera parte de una tournée que abarcaría Jordania  con  el rey Abdulá; Egipto y el presidente Abdel Fattah al Sisi, y el soberano de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman. En la gira Biden visitaría al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, a quien, en principio le reiteraría que Hamás no representa a los palestinos y con quien discutiría las necesidades humanitarias de los civiles en Gaza, según indicaron en la Casa Blanca.

Pero, bien se dice que el “camino al infierno está lleno de buenas intenciones”. Y, pocas horas antes de que Biden comenzara su gira por el Oriente Medio, un hospital en Gaza recibió varias bombas que causaron alrededor de 500 muertos. Los palestinos acusaron inmediatamente a la fuerza aérea israelí del ataque. Por su parte, al alto mando judío negó la paternidad del bombardeo. Antes de que el mandatario estadounidense estuviera cara a cara con Benjamín Netanyahu, su anfitrión en Tierra Santa, Abbas anunció que no se reuniría con el mandatario estadounidense. Y las otras citas se cancelaron, aunque el viaje a Israel quedó firme. Así de rápido se suceden los acontecimientos en esa parte del mundo.

Con su estadía en territorio judío, el octogenario mandatario no solo refrendaría el sempiterno apoyo del Tío Sam al gobierno judío desde antes que se fundara Eretz Israel en 1948. Por ende, a la administración de Benjamin Netanyahu, aunque Joe Biden ya ha manifestado que es el momento de hablar de la existencia de los dos Estado: el judío y el palestino. Aunque hay que recordar que desde hace 75 años, en la disposición de la ONU para crear Israel, se hablaba de dos Estados, el judío y el palestino, pero buena parte de las naciones árabes en el seno del organismo mundial dejaron dicha disposición al margen.

Con esta visita, el residente de la Casa Blanca le recordaría  a Hizbulá o Hezbolá (literalmente Partido de Dios) y a Irán, que Israel es su protegido y que continúa apoyándolo. Un apoyo prácticamente sin fisuras (aunque en esta ocasión Biden ha hecho algunas aclaraciones a Netanyahu), con solo una condición: que se proteja la vida de los civiles gazatíes. En una entrevista por televisión que se transmitió el domingo anterior, el ex vicepresidente de EUA durante ocho años, en la administración de Barack Obama, afirmó que “lo sucedido en Gaza, es que Hamás y sus elementos extremos no representan a todo el pueblo palestino, y creo que sería un error que Israel ocupara Gaza de nuevo”.

Además, ésta no sería la primera ocasión que el también ex senador por Delaware durante 36 años, antes de ser vicepresidente de EUA por dos periodos consecutivos, viajaría al conflictivo Oriente Medio. En febrero pasado también visitó Ucrania y al presidente Volodimir Zelenski. Y en julio de 2022. Ahora, la visita a Tel Aviv es más complicada, porque el Ejecutivo estadounidense ha calificado a Hamás como una organización terrorista, y un alto al fuego pactado sería una utopía en estos momentos.

Sin embargo, el 47º presidente de  EUA aceptó la invitación de Benjamin Netanyahu a Israel aunque las relaciones entre la Casa Blanca y la nación judía no se encuentren en su mejor momento, al retorno al poder del antiguo embajador israelí en Washington, al frente de un gobierno de derecha radical al que Biden criticó abiertamente. En tales circunstancias, el mandatario demócrata dejó de lado todos sus reparos y desde el viernes 7 cuando la terrorista Hamás atacó por sorpresa, defendió a la nación judía.

A lo largo de estos días de guerra, el jefe dd la Casa Blanca ha insistido en la necesidad de responder a la a la “crisis humanitaria” en Gaza, y el            Secretario de Estado, Antony (Tony) John Blinken, la semana pasada visitó nuevamente al gobierno israelí  en medio de negociaciones para establecer un salvoconducto para los habitantes de Gaza. En la Franja viven 2.3 millones de personas, y el 60% de las mismas son menores de 30 años de edad.

Por lo que respecta a la intervención de la ONU en el problema del Oriente Medio, Antonio Manuel de Oliveira Guterres, secretario general del organismo pidió a Hamás liberar a todos los rehenes —cuyo numero subió a 199– que capturó durante su invasión de varios Kibutzim el sábado 7 pasado, y a Israel permitir la entrada de ayuda humanitaria a Gaza y advirtió que el Oriente Medio está al “borde del abismo”.

Asimismo, Martín Griffiths, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU,  declaró que la situación en la Franja de Gaza alcanzó prácticamente un punto límite tras la orden de expulsión de Israel a la población del norte palestino, tras ocho días de intensos bombardeos en zonas residenciales y en medio de un bloqueo total de ayuda y bienes de primera necesidad. Por su parte, el coronel Peter Lerner, portavoz militar israelí, en una entrevista con la CNN, rechazó absolutamente que su ultimátum para evacuar el norte de Gaza suponga una violación del Derecho Internacional. En realidad, dijo, estas órdenes son una medida “humanitaria”. Y la Organización Mundial de la Salud, creada el mismo año que el Estado de Israel, bajo los auspicios de la ONU, consideró que las órdenes de Israel de vaciar 22 hospitales de Gaza eran una “sentencia de muerte para los enfermos y heridos”.

De tal suerte, el hospital de Shifa, en Ciudad de Gaza, el más grande de la franja, informó que enterraría cien cadáveres en una fosa común como medida de emergencia porque su morgue estaba al límite de su capacidad y las familias de los muertos no podían enterrar a sus seres queridos.

El Fondo de Población de la ONU, por medio de su representante en la zona palestina, Dominic Allen, dio a conocer que aproximadamente 50 mil mujeres embarazadas en la Franja de Gaza hacen frente a un “escenario de pesadilla” en medio de los ataques israelíes, el bloqueo total al enclave y el ultimátum a la población en el norte de la región, para abandonar su antigua zona de residencia. Allen declaró: “El sistema de salud de Gaza está en estado crítico. Atacado, al borde del colapso, y nos encontramos aquí con embarazadas que no saben adónde ir”.

En medio de la confusión y el peligro, los gobiernos de ocho países latinoamericanos, con nacionales en la zona de guerra, como México, han trasladado miles de personas a sus lugares de origen. Según Juliette Touma, directora de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), los desplazados en los territorios afectados por la ofensiva israelí suman ya un millón de personas.

La funcionaria aclaró que estos datos son cambiantes y no se reducen, pero que su Agencia, con 13 mil empleados, es la mejor situada para observar el alto nivel de desplazamientos. Una mayoría de los refugiados internos se refugian con familiares o amigos más al sur, pero por lo menos, 400 mil son recibidos en un centenar de centros de la UNRWA, sobre todo en escuelas, y en almacenes de alimentos o materiales aunque sin servicios básicos.

Por falta de un acuerdo entre Israel y Egipto para que la ayuda entre en la zona, así como médicos y enfermeras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), está bloqueada en el desierto del Sinaí, frontera con la Franja. En tales circunstancias, y en el décimo día de bombardeos, los 2.3 millones de habitantes —la mitad niños—, se enfrentan a una “verdadera catástrofe”, advirtió Ahmed Al-Mandhari, director de la OMS para el Mediterráneo Oriental. “Con cerca de dos mil 750 muertos y casi diez mil heridos, según las autoridades locales, todo el mundo está desbordado”.

Entretanto, el gobierno de Turquía negociaba con Hamás la liberación de casi 200 rehenes, y el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca de Jerusalén, dijo estar dispuesto a  intercambiarse por niños israelíes secuestrados, los islamistas anunciaron su propósito de liberar a algunos de los cautivos que llamaron “invitados”, y que serían liberados cuando “se den las condiciones sobre el terreno”.

Sin duda, las guerras no son como se ven en las películas de Hollywood. Las guerras son inhumanas. No importan las ideologías ni las religiones. Son abominables, sin importar quienes las provocan. ¡Ya basta! VALE.