Digresión obligada

Cuando escribía este artículo, el mundo fue sorprendido por la noticia del brutal ataque de Hamas a Israel, lo que me obliga a esta digresión para condenar el acto de esa organización terrorista que produce víctimas inocemtes, israelíes y palestinas -y hasta mexicanos, alrededor de 500, que por fortuna comienzan a ser rescatados- ataca al Estado de Israel y provoca la respuesta brutal de Tel-Aviv,  con la amenaza de Benjamín Netanyahu de que los terroristas “pagarán un alto precio” por su ataque. Y ya lo están pagando, ellos y los palestinos de a pie, que nada tienen que ver con la infamia de Hamas.

Las acciones del grupo terrorista que detenta el poder en Gaza, habría contado -según fuentes informadas- con el apoyo clave en su preparación y ejecución, de Irán, la teocracia igualmente fanática, que las celebró con bombo y platillos. Presumiblemente con la espernza de que la acción descarrilara las delicadas negociaciones de Israel y Arabia Saudita (Cfr. Mi artículo sobre Medio Oriente, en SIEMPRE! 1º/10/2023) para establecer relaciones diplomáticas.

Ciertamente estos sangrientos atentados complican -y podrían frustrar- tan ambicioso proyecto, en el que además está interesado Estados Unidos y que cambiaría, para bien, el escenario geopolítico de Medio Oriente. Pero lo que es una realidad es que los actos terroristas de Hamas han beneficiado al corrupto Netanyahu y su gobierno de ultraderecha, en el que más de uno de sus aliados políticos son rabiosamente antipalestinos, socios y protectores de los colonos judíos que se han apropiado de tierras de Palestina.

Concluyo esta digresión diciendo que las acciones terroristas de Hamas afectan gravemente las legítimas aspiraciones de los palestinos de contar con un Estado -la solución de dos Estados-, y que seguirán, los palestinos, “gobernados” en Gaza por Hamas y en Ramallah por la débil Autoridad Palestina que preside el anciano decrépito Mahmud Abbas.

Respecto a México, la cancillería encabezada por Alicia Bárcena, condenó las acciones de Hamas “en contra del puebo de Israel”; sin embargo una desinformada declaración “pacifista” del presidente López Obrador distorsionó lo dicho y provocó el disgusto de la embajada de Israel ¡y la gratitud de la embajada palestina!

 

Los acuerdos de Granada

Comento en este artículo los principales acuerdos y desacuerdos de la Cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), un cónclave ideado por el presidente francés Emmanuel Macron -es la tercera Cumbre, después de las celebradas en Praga y Moldavia- que, al igual que en la Asamblea General de la ONU, permite el diálogo bilateral. De los temas de esta Cumbre con me interesa privilegiar tres de fuerte contenido político.

Antes, sin embargo, es importante en mi opinión hacer notar que esta Cumbre tiene lugar con España presidiendo el Consejo de la Unión Europea (de 1º de julio a 31 de diciembre, conforme a la regla de presidencias semestrales de cada Estado miembro). Primero, porque benefica políticamente al presidente de gobirerno español Pedro Sánchez en su intento de mantenerse como tal.

Segundo porque la presidencia española de la UE se traduce en dividendos para los países latinoamericanos: Después de 8 años de interrupción reinició la Cumbre CELAC-UE y la incorporación de América Latina y el Caribe en la multimillonaria iniciativa Global Gateway, que Europa echa a andar para competir con China y su iniciativa de La Franja y la Ruta (BRI). (Cfr. Mi artículo sobre CELAC-UE. SIEMPRE! 23/7/2023).

La ampliación, en el 2030, de la Unión Europea fue uno de los temas clave de la Cumbre, con Ucrania como primer candidato, por la obvia razón de protegerla frente a Rusia, sin dejar, claro está, de exigirle reformas democráticas, atacar a la corrupción y doblegar a los oligarcas. ¿Será posible ello para 2030?

Sin embargo, la proyectada y deseable ampliación enfrenta graves obstáculos: los Balcanes, o sea, Serbia, Kosovo, Bosnia Herzegovina, Macedonia del Norte, Montenegro, Albania, Moldavia y Georgia, comparten debilidad y corrupción de sus gobiernos, la presencia de mafias y a veces vínculos fuertes con Moscú. Los expertos coinciden generalmente en sus juicios menos críticos con Albania, Moldavia y Georgia.

El único candidato -lo es por tercera vez- sólido y cuya incorporación al Club de Bruselas beneficiaría a las dos partes, es Turquía: Por su peso y ubicación geopolíticos, así como su peso económico comercial. Pero el presidente Erdogan (Recep Tayyip) es un autócrata que no habrá de acomodarse a las reglas de la democracia. Además de que, como hace notar Andrés Ortega, investigador del Real Instituto Elcano, hay reticencias para admitir a Turquía como país musulmán “en un club cristiano” -de ello me pude percatar cuando fui embajador en Polonia (2001-2007). Lamentablemente para Ankara y para la Unión Europea.

¿Y por qué ampliar un club que, a pesar de todo mantiene cierta solidez como estructura político económica y en valores democráticos? Porque la ampliación -se hace notar- es el mejor método con el que ha contado la Europa comunitaria para fomentar la estabilidad, la democracia, el Estado de Derecho y la modernización.

También, aunque en este caso no se trata de ideales sino de realpolitik, para fortalecer a Europa y “rodear al enemigo” -vale decir, Rusia. Claro que la prestigiosa Freedom House califica a todos los países candidatos de “parcialmente libres”.

Otro tema clave, de carácter político jurífdico para la Unión Europea es el de la regla de unanimidad o mayoría en decisiones importantes, que a menudo se traduce en impasse o de plano rechazo, a políticas o reglas jurídicas, como ha sido el caso del tema migratorio en la Cumbre de Granada. La regla de la unanimidad exigida para adoptar no pocas resoluciones, está siendo tan negativa -¿o habría que decir nefasta?- como la de la supremacía de normas y tribunales nacionales sobre el derecho y órganos jurisdiccionales comunitarios.

En ambos casos, el de la unanimidad y el de la supremacía de legislación y tribunales nacionales o comunitarios, los gobiernos y líderes de Europa Central han tenido una posición muy dura. Me tocó participar, a fines de 2022, en una mesa redonda, en el Instituto Matías Romero -la academia diplomática de México- de embajadores del Grupo de Visegrado: Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, cuya defensa de la primacía de legislación y tribunales nacionales sobre los comunitarios fue numantina. Eso sí, en las mejores maneras diplomáticas.

No se guardaron, en cambio, las formas en Granada cuando se trató el tema de asilo y emigración, que fue objeto de comentarios groseros por parte del primer ministro húngaro Víktor Orbán y de la furibunda oposición del premier polaco Mateusz Morawiecki. De suerte que parte del texto relativo habría de aparecer como una declaración firmada por Charles Michel, presidente del Consejo Europeo

La declaración señala, entre otras cosas, que la Unión Europea debe contribuir a la lucha contra los traficamtes de seres humanos, concertar con países norafricanos sobre el tema de migrantes y refugiados, en particular las repatriaciones. En fin, que el tema migratorio que exige justicia y pragmatismo continúa siendo, al menos en parte, una asignatura pendiente.

Dejó ver, también el racismo de Orban y Morawiecki, que es muestra, lamentablemente, del racismo de otros líderes políticos y de no pocos europeos.