Acapulco, el legendario destino turístico de México, se enfrenta a una situación crítica después del devastador paso del huracán Otis. Esta tragedia ha dejado al descubierto dos aspectos fundamentales de la naturaleza humana: la miseria y la solidaridad. Mientras la población local lucha por sobrevivir y reconstruir sus vidas, la respuesta de las autoridades, la sociedad y la clase política ha sido un reflejo impactante de la situación actual de Acapulco.

Cuando la devastación se abate sobre una comunidad, es imperativo que las autoridades competentes tomen medidas inmediatas. En este sentido, el Ejército Mexicano y la Marina han desplegado el Plan DN-III, un protocolo de protección civil diseñado para atender situaciones de desastre. Asimismo, la Comisión Federal de Electricidad ha trabajado incansablemente para restablecer el suministro de energía eléctrica, logrando recuperar el 90% de la capacidad en un tiempo récord. La Dirección Nacional de Protección Civil también ha desempeñado un papel crucial en la gestión de la crisis.

En medio de la devastación, es esencial subrayar la importancia de evitar la difamación y la propagación de noticias falsas, ya que esto solo contribuye a entorpecer las labores de rescate y reconstrucción, sembrando confusión y miedo entre la población. En tiempos de crisis, la información precisa y veraz es de suma importancia, y la desinformación solo complica una situación ya de por sí difícil.

La verdadera luz en medio de esta tragedia ha sido la valentía y el valor demostrados por el pueblo de Acapulco. Los habitantes locales se han unido en un espíritu de solidaridad y resiliencia, trabajando juntos para ayudarse mutuamente en medio de la adversidad. Además, la sociedad mexicana en su conjunto ha demostrado una notable generosidad al enviar donaciones y recursos para apoyar a los afectados. Las instituciones, con su experiencia y compromiso social, han estado a la altura de las circunstancias, ofreciendo ayuda y coordinando esfuerzos para la reconstrucción.

Sin embargo, no todo ha sido un ejemplo de unidad y solidaridad. La clase política mexicana, sin importar su orientación ideológica o afiliación partidaria, ha dejado al descubierto su lado más oscuro. La miseria humana se manifiesta a través de la politización de la tragedia y la explotación de la desgracia ajena con fines políticos. En lugar de centrarse en ayudar a la población afectada, algunos políticos han priorizado sus intereses personales y partidistas.

Esta respuesta desacertada de la clase política solo ha aumentado la desconfianza de la población en las instituciones y ha socavado aún más su ya deteriorado prestigio social. En tiempos de crisis, se espera que los líderes muestren empatía, liderazgo y un genuino compromiso con el bienestar de la comunidad. Lamentablemente, la respuesta de algunos políticos ha estado lejos de cumplir con estas expectativas.

Acapulco se encuentra entre la miseria humana y la solidaridad social, un reflejo de la complejidad de la condición humana. La tragedia ha sacado a la luz tanto lo mejor como lo peor de la sociedad y sus líderes. Mientras que el pueblo de Acapulco lucha por recuperarse y reconstruir lo que ha perdido, es esencial que las autoridades sigan desempeñando un papel activo en la reconstrucción. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

@onelortiz