No me cansaré nunca de decir que al triunfo de la Independencia, el país se deshacía a ojos vistas, pues varias entidades querían jalar por su lado y la solución final para conformar la nación fue establecer en el primer año de primaria, la materia de Lengua Nacional. Dicho en la forma más breve se logró integrar al país y el lazo de unión fue el español como lengua de la naciente identidad.

Pasada la conquista de las armas de Hernán Cortés y sus aliados indígenas (y hasta con el auxilio de la viruela), la política de Carlos V, en 1536, fue recomendar a los franciscanos, responsables de la conquista espiritual, aprender las lenguas originarias. La difusión de la nueva fe se basó, no en la lectura, imposible en España, no digamos en las nuevas tierras, sino se valió de pinturas y retablos. La misa es una representación y el teatro evangelizador sirve ese mismo propósito, máxime que el teatro indígena era también religioso y de masas.

Validos de la llave maestra de las lenguas, conocen rituales, organización política, economía y vida cotidiana, en una palabra: sus costumbres. Cortés casa a sus capitanes, como cuenta con nombres precisos en sus Cartas de Relación, con mujeres de la nobleza indígena y él mismo se une a Malitzin, su “lengua” (intérprete diríamos hoy) que es trilingüe, pues domina el maya y el náhuatl, además del español. No sobra añadir que en 1700 la Corona española prohíbe las lenguas indígenas y se logra la más grande ruptura cultural con  los orígenes

Los siglos pasan y en el sexenio de Carlos Salinas, se reconoce en el artículo tercero de la Constitución que México es un país multilingüe y pluricultural. El responsable de ese cambio constitucional es el etnólogo Jose del Val, quien falleció el último día de agosto de este 2023. Incansable defensor de los pueblos indígenas y afrodescendientes, José del Val fue compañero de lucha del escritor Carlos Montemayor y ambos continuadores de Miguel León Portilla. (En este contexto no pueden olvidarse los nombres del padre Garibay y del poeta, dramaturgo y cronista Salvador Novo). Montemayor es, además, el más destacado representante de un género literario del siglo XX: la novela guerrillera, con sus obras Guerra en el paraíso, sobre ls revolución pobrista encabezada por Lucio Cabañas Barrientos y su tema principal Las armas blancas y Las mujeres del alba, ambas sobre el asalto al cuartel Madera de su natal Chihuahua.

Del Val Blanco fue fundador e investigador hasta su muerte del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad. De manera opuesta al mundo globalizado y homogeneizador, se considera hoy una riqueza la biodiversidad, se reconoce la diversidad sexual y sobre todo, se revalora la diversidad cultural. Su contribución a la cultura nacional le depara, pues, el lugar de honor de los precursores.