Lo imperdonable de López Obrador
– Patricio, de los temas que mencionaste como imperdonables de López Obrador por sus graves ilegalidades, faltaría el de la demagogia, ¿no es así?
– Efectivamente; antes, quisiera saber qué opinas sobre la demagogia.
– Sólo recuerdo que demagogia es la corrupción de la democracia, siendo ésta última el “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”; del pueblo, porque el gobierno dimana de él; por el pueblo, porque es éste como soberano, quien instituye la forma de gobierno; para el pueblo, porque el beneficiario del poder es el propio pueblo.
– Has expresado claramente y conforme a nuestra Constitución, el concepto de democracia, aludiendo a la soberanía; conforme a este criterio, podemos decir que en la monarquía, como gobierno de uno solo, la soberanía reside en el rey; en la aristocracia, o gobierno de pocos, y etimológicamente gobierno de los mejores, o plutocracia si es gobierno de los ricos o sencillamente oligarquía o gobierno de algunos, la soberanía reside en pocos.
La palabra república tiene estrecha relación con el término democracia, llegando a usarse como sinónimos; el texto del artículo 40 de nuestra Constitución, establece que es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa (y) democrática; luego ¿es lo mismo democracia que República?.
Democracia (démos pueblo; crátos fuerza, poder, gobierno) y República (res cosa, asunto; publica pública) tienen raíces diversas, griegas la primera, latinas la segunda; por lo que definiste bien la democracia; república, es asunto o cosa pública; es todo aquello que atañe a los intereses del Estado como ente o persona moral, por lo que, en razón de una sinécdoque, República es la palabra adecuada para referirnos al Estado Republicano o simplemente a la República, que jurídicamente es el Sujeto de Derecho Público de máxima jerarquía y de interés público, superior al interés particular de cada ciudadano. Sin embargo, como la soberanía es inherente al pueblo, es correcto hablar de una República Democrática; la democracia puede ser directa, como ocurría en los inicios del gobierno democrático en Atenas, o representativa, en la que se elige a los representantes del pueblo para que éstos ejerzan la soberanía en su representación, facultándoseles para llevar a cabo diversos actos políticos y de gobierno.
Cabe aclarar que en Atenas, la cuna de la democracia, Platón escribió el diálogo conocido como LA REPÚBLICA , aunque él lo denominó como perí tes poli teías (acerca de la Política) cuyo antecedente perí politeías fue escrito por el sofista Protágoras, y a partir de que Cicerón tradujo el diálogo de Platón intitulándolo como LA REPÚBLICA, quedó así consagrado para la posteridad; incluso el propio Cicerón escribió su tratado SOBRE LA REPÚBLICA, que nos llegó sólo parcialmente. En cuanto a la DEMAGOGIA, desde la época clásica se ha considerado como una forma corrupta de la democracia, pero eso no excluye que un demagogo pueda surgir a causa de, o después de, otra forma de gobierno; la Historia nos enseña que después de una dictadura salta al escenario político un demagogo. Según la etimología de las palabras, entendemos que démos, como antes dije, es pueblo, y ágo llevar, hacer, conducir; así que la demagogia stricto sensu no jurídicamente válida, es una práctica política consistente en ganarse el favor popular mediante halagos a las masas; el “adulador del pueblo”, como llama Aristóteles al demagogo, hace promesas ilusorias, estimula sus anhelos, aún los más irracionales, excita los sentimientos destructivos, considerando como enemigos del pueblo a los opositores políticos, a los cuales hay que eliminar, colma de regalos a los más pobres; gracias a sus dotes carismáticas, logra su exaltación y la sumisión del pueblo, cuyas conciencias manipula; todo eso, para conquistar el poder o conservarlo para él o para su grupo político, logrando gradualmente un gobierno autoritario, llámese dictadura o tiranía.
– Según las críticas que se hacen a López Obrador, tal parece que has hecho un retrato del mismo ¿o me equivoco?
– Lo que he expresado son los rasgos esenciales de la demagogia, que él mismo corrobora con su actuación política; sagazmente entró por la puerta de la democracia, pero su índole es precisamente la de un demagogo ansioso de poder y de autoritarismo; su casi cotidiano estribillo de “por la justicia, primero los pobres” y “por la democracia, primero los pobres” hablan solamente de su ignorancia: la justicia es dar a cada quien lo suyo, sin preferir a los pobres, ni a los ricos; la democracia es la igualdad de derechos políticos, tanto para pobres como para ricos; “mi gobierno es honesto, los corruptos son los conservadores”; “¡los pobres son postergados!”; eso era antes, con el PRIAN, para nosotros primero son los pobres; “¡hay mucha corrupción!”, eso ocurría antes, con los gobiernos conservadores de Calderón y Peña Nieto, nosotros sí somos honestos; “¡ya se redujo la pobreza!” “incrementaremos la pensión a los adultos mayores”, “aumentamos el salario mínimo”, nuestro peso se revaluó para beneficiar a los pobres; “estableceremos empresas productivas en los poblados indígenas”, “tenemos honestidad valiente” y “¡cada día del sexenio trabajaremos por los pobres!”.
Cabe pues preguntarle: ¿por qué se suprimió el seguro popular, dejando sin medicinas a los más pobres y sin atención médica a los discapacitados?; ¿por qué aumentaste la pensión a los adultos mayores precisamente en el período de elecciones y no desde el inicio del sexenio?; ¿qué requisitos y estímulos existen para otorgar las becas a estudiantes y que no sólo las reciban como una dádiva generosa de tu parte?; ¿Por qué suprimiste las escuelas de tiempo completo?, ¿Por qué infinidad de poblados indígenas no tienen agua ni servicios sanitarios? y en esos mismos poblados, ¿dónde se localizan las diversas empresas de producción que prometiste? ¿Eres incapaz de entender que los pobres no necesitan que los humilles, dándoles limosnas, sino empresas productivas que ellos mismos administren?
¿No estamos ante un demagogo?; más bien debemos reconocerlo como un paladín de la democracia, ¿o no?
– No, pues debo reconocer que tienes razón; muchas gracias.