A los afectados en la zona guerrerense les espera un largo viacrucis; la reconstrucción y reactivación económica se llevará un amplio lapso, la devastación es enorme; la tragedia exhibe tanto la solidaridad como la miseria humana.

Muchas de las personas que han acudido en auxilio de las víctimas, describen la desoladora situación que prevalece en la zona, las narrativas son desgarradoras y, apenas comienza. Los servicios básicos no terminan de reestablecerse, no hay agua ni drenaje, los alimentos escasos, poca comunicación, prácticamente sin combustibles, viviendo hacinados y en medio de cadáveres tanto de animales como de personas, en estado de putrefacción.

Resulta obvia la emergencia, dadas las condiciones la atención urgente es prioritaria, pues una cosa es ser damnificado por el paso del huracán Otis y, otra ser víctima del abandono por parte de las autoridades.

La realidad dista mucho del discurso oficial, el desastre continúa haciendo estragos, frente a autoridades que se escudan diciendo que no nos fue tan mal, que pudo haber sido peor, cuando el punto de toque debe enfocarse al establecimiento de condiciones dignas a la población para su subsistencia y atención a sus más elementales necesidades.

Es de llamar la atención, el poco sentido humano de las autoridades, buscan más pretextos, justificaciones o relatorías fuera del contexto real, que acciones y recursos dirigidos a atender una población en crisis, no les ha importado en lo absoluto el dolor de la gente.

Ni siquiera fueron capaces de modificar el presupuesto en la Cámara de Diputados, se aprobó en lo general conforme a su abnegada y sometida costumbre, sin mover una coma, como tampoco destinar alguna partida especial para Acapulco y las regiones aledañas, su ánimo se ubicó en la obediencia por encima de su responsabilidad con los derechos humanos, a eso se le llama insensible mezquindad.

Por supuesto, viene el año electoral y primero está asegurar el manejo de los recursos con total discrecionalidad a favor de su jefe, que atender las tragedias humanas sin colores ni distingos, ¡eso sí, es politiquería!

Claro, primero el poder y después vemos.

Mientras eso acontece, nuestros hermanos de Acapulco pasan las de Caín, no tienen ni idea de cuanto tiempo va a tardar el que las cosas vuelvan a la normalidad, de lo único que están ciertos es que requieren urgentemente apoyo, pues el que ha llegado es insuficiente.

Así las cosas, es impresionante observar como la conducta de quienes gobiernan en mayoría se hacen de la vista gorda y, desvían la atención con otros temas, utilizándolos como distractores, es el caso del tren maya y el aeropuerto del AIFA, que frente a la catástrofe no son prioritarios.

No le están dando, como tampoco les interesa, su justa dimensión al tema de Guerrero. Su objetivo tiene un eje central: las próximas elecciones. En esa medida, les tiene sin cuidado cualquier otro tema por más urgente que parezca.

Ahora ya sabemos de qué son capaces, hasta donde pueden llegar en sus ambiciones. Es incomprensible que ante el dolor humano antepongan sus intereses partidistas y lucren electoralmente con la tragedia.