Los argentinos están seguros —tanto como muchos analistas propios y extraños— que su país no es un país más del montón de naciones que surgieron del otrora extensísimo Imperio Español. Cierto, pero, algo sucedió con su clase gobernante que desde casi principios del siglo pasado perdió el rumbo, con tumbos políticos que repercutieron en sus decisiones económicas que le han llevado a la actual crisis de la que no hay muchas esperanzas para superar.

Todavía no empezaba a desempeñarse el nuevo gobierno y los observadores advirtieron cambio en el humor social de los votantes que llevaron al poder al nuevo presidente Javier Milei. El aumento en los precios de los productos básicos ante el triunfo de la Libertad Avanza, han impactado cada vez más: el 30 por ciento en la gasolina Nafta, lo que indujo a los consumidores a adquirir alimentos, como si estuvieran ante una grave crisis. Y todavía no se efectuaba el cambio de administración. Mal comienza la semana, si a alguien le cortan la cabeza en domingo. Mala señal.

Pese a los malos augurios de muchas encuestadoras que pronosticaban la derrota del economista ultraderechista bonaerense, Javier Gerardo Milei Lucich, de 53 años de edad —en unión sentimental libre y sin hijos, pero con la compañía de su novia, Fátima Flores y su hermana, Karina—, tomó posesión de la Presidencia de la República Argentina, el domingo 10 del presente mes, para un periodo de cuatro años, que terminará en el mes de diciembre de diciembre de 2027 (siempre y cuando no sufra un grave percance en el camino provocado por el propio pueblo que lo llevó a la cabeza del Ejecutivo), ataviado con un ropaje disconforme de libertad, libertario, anarquista  y populista con el propósito de restarle al Estado de uno de los “países más ricos” de América, sus elevados costos financieros, de acuerdo con un largo rosario de analistas de la nación austral del continente y no pocos extranjeros.

Para el futuro económicos a corto plazo de la república argentina, no hay un abanico muy amplio de elecciones posibles: o triunfa con el “plan” de Milei Lucich, o se hunde más. No hay posibilidad de medias tintas.

El país que recibe Milei conlleva un deteriorado legado social y creciente pobreza, que afecta a casi el 40 por ciento de la población —más de 18,360,000 argentinos— de los casi 45,800,000 habitantes. Según cifras oficiales, la pobreza dio de lleno aproximadamente a 16,700,000 nacionales, o sea el 36,5 por ciento del total de habitantes, a junio de 2022.

“Todos sabemos la herencia que estamos recibiendo —dijo el ministro designado de Economía, Luis Caputo—, como afirma el presidente (Milei), la peor de la historia, pero estamos entusiasmados y vamos a dejar la vida para que salga bien”.

En general, las ideas de Milei de apertura económica han sido recibidas bien por la población juvenil, incluso puede decirse que causó ilusión en este sector, aunque su propuesta de privatizar la petrolera YPF “solo es aceptada por el 37 por ciento”, según la encuesta de RDT. Respecto al planteamiento de un referéndum para derogar la ley del aborto, 40,5 por ciento lo rechaza, 32,6 por ciento está de acuerdo y 26,9 por ciento no sabe.

De acuerdo a Pablo Vommaro, coordinador del Grupo de Estudios de Políticas y Juventudes de la Universidad de Buenos Aires, 13 por ciento de la población joven está desempleada y 20 por ciento subempleada, cifras que casi duplican el promedio general. La opinión generalizada de los bonaerenses es que si Milei cumple con el 50 por ciento de lo que prometió en la campaña, “ya vamos a estar cambiando mucho nuestro futuro”, se afirma. Y, el citado coordinador de las juventudes universitarias bonaerenses, explicó que “Milei fue el único candidato que tenía un discurso de futuro esperanzador”.

En la noche anterior a su toma de protesta, Milei hizo pública dos peticiones especiales: un automóvil deportivo descapotable para trasladarse desde el Congreso hasta la Casa Rosada, la sede del Poder Ejecutivo de Argentina, en el centro histórico de la capital, Buenos Aires. Y, por la noche del sábado acudió al famoso Teatro Colón para asistir a la ópera de Madama Butterfly, de Giacomo Puccini, aunque pidió ser recibido con la canción Balada para un loco, de Horacio Ferrer y Astor Pantaleón Piazzolla. Excentricidades de cualquier nuevo presidente en el mundo. Milei no podía ser la excepción. Se le conocía con el apodo de “el loco”.

“Hoy comienza una nueva era en Argentina, hoy damos por terminada una larga era de decadencia y declive y damos comienzo a la reconstrucción del país”. Con estas palabras el nuevo presidente del país austral adornó un inédito discurso, desde las escalinatas del Congreso, y no en el interior del mismo como dictaba la tradición política, frente a diputados y senadores e invitados especiales del extranjero y nacionales, y la honorable prensa local e internacional, Milei criticó sin recato la herencia económica del kirchnerismo tras una veintena de años de dominio político en el país.

Al tiempo que prometía “, desarrollo, libertad y progreso”, Javier Milei agregaba: “Hay una voluntad de cambio que ya no tiene retorno. No hay vuelta atrás, hoy enterramos décadas de fracaso, peleas intestinas y discusiones sin sentido”. El novel mandatario —en un discurso de poco más de media hora, cuando la nación celebra el cuadragésimo aniversario de la Constitución—, recordó que su país fue “Faro de Occidente” y la tierra a la que llegaban inmigrantes de todo el mundo antes de “abrazar las teorías empobrecedoras del colectivismo”. “Déjenme que sea claro en esto: ningún gobierno ha recibido una herencia peor de la que estamos recibiendo nosotros…No existe solución viable en la que se evite atacar al déficit fiscal de cinco puntos del PIB en el sector público nacional, ¡que caerá casi totalmente sobre el Estado, y no sobre el sector privado!”, gritó Milei ante una eufórica multitud.

La primera pieza oratoria presidencial del economista sin experiencia política no podía ser igual a la de otros ex mandatarios frente al Congreso. Javier Milei, el ultraliberal sin antecedente peronistas ni panradicalistas, los dos clanes que han “gobernado históricamente” al solar argentino, llegó al Congreso a bordo del descapotable que recorrió la Avenida de Mayo en una soleada mañana de fines de primavera en el hemisferio austral. La nota discordante la dio la ahora exvicepresidenta Cristina Kirchner, ataviada con un vestido color intenso, tan intenso como el disgusto que le causaron las palabras de un adversario que le reclamó viejas cuentas, razón por la que le apuntó con el dedo cordial derecho como vulgar borracho de cantina. Cristina y sus desplantes, hasta con el presidente saliente, Alberto Fernández, que quiso saludarla. El tiempo de la viuda ya pasó.

Hubo otros invitados, como el ex presidente Mauricio Macri (que gobernó de 2015 a 2019, poniendo un interregno a dos décadas de hegemonía kirchnerista), personaje consentido del nuevo gobierno, visiblemente alegre hasta en sus redes sociales: “Felicitaciones presidente Milei, no le sacaría ni una coma a su discurso. ¡Viva la libertad, carajo!”. Macri trata de cubrirse las espaldas. Sabe de qué se trata.

Escribió Sebastián Fest en su crónica de El Mundo: “La llegada de Milei al poder implica más que un cambio de era, es un cambio de paradigma. Si durante décadas la mayoría de los argentinos vivió convencida de que lo esencial comenzaba y terminaba en el Estado (“el Estado presente”, uno de los exitosos caballitos de batalla del kirchnerismo), la arrasadora victoria de Milei en las elecciones del 19 de noviembre reveló otra, la palabra “libertad” se puso de moda, gritada por muchos jóvenes que 10 o 20 años atrás hubieran dado vivas a Cristina”.

Aunque los analistas de izquierda y los propios políticos antineoliberales, de los que presumen que “primero es el pueblo” pero que en el fondo lo que les interesa es hacerse del poder, han hecho un bloque contra la ultra derecha argentina, representada, en este caso, por Javier Milei. Entre otros, los mandatarios que no asistieron a la toma de posesión del economista libertario, se encuentran el reelecto mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva, además, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el de la 4T, y Gustavo Petro, de Colombia, así como el venezolano Nicolás Maduro Moros, el heredero de Hugo Chávez; el de Nicaragua, Daniel Ortega, y el de Cuba, Miguel Díaz-Canel, el protegido de Raúl Castro Ruz. Todos ellos finísimas personas.

En su discurso inaugural, Milei afirmó que ahora comienza una era de progreso para enterrar décadas de fracaso y medidas sin sentido, de las que culpó al kirchnerismo. El “libertario”, de poco más de medio siglo de vida, precisó que revertir ese triste panorama destapa un inminente shock, pues anticipó decisiones difíciles que no deseaba, pero a las que está obligado pues medidas graduales no funcionarán. Y alertó que en el futuro pagarán “el desmadre monetario del peronismo”. Los culpables de la crisis son los neoliberales. Sin embargo, algunos de ellos formarán parte del gobierno de Milei: la gente de Macri. Sin embargo, la “casta” —formada por peronistas y neoliberales— no pagarán el ajuste, sino el pueblo. La pobreza aumentará, pero será una medicina temporal, aclara Milei, quien es posible no termine su periodo de gobierno. En fin, aseveró el mandatario, “la única alternativa para romper con la hiperinflación, es de atrás un modelo económico que generó, al prometer que ese será el último trago para los hogares argentinos, al recordar que en los últimos cien años la clase política sólo despilfarró al convertir al Gobierno en botín de guerra.

Por el momento, tal parece que la economía argentina no se “dolarizará”, y el propósito de “dinamitar” el Banco Central tampoco, porque el FMI es neoliberal, pero sabe también que el neoliberalismo necesita del Estado. Por lo que el Fondo le pidió a Milei a tener durante su gestión “un banco central fuerte y creíble”, para que Argentina pueda reducir la inflación y enfrentar los complejos desequilibrios macroeconómicos. No todo se reduce a lo económico, también está pendiente la seguridad, la educación, la salud. Por lo mismo, Milei hizo un llamamiento a la unidad a sus críticos pues, dijo, su llegada al poder no es una amenaza, pues “no venimos a perseguir a nadie, no venimos a saldar viejas vendettas”. Ojalá sea cierto. Pronto, muy pronto se verá. “No llores por mí Argentina, mi alma está contigo”. VALE.