En lo que va de este siglo, en algunas zonas de la CDMX, Monterrey, Guadalajara, Puebla o Mérida se han construido fraccionamientos de lujo. Pequeñas ciudades con altas bardas, cercas electrificadas y cámaras de seguridad; casas blancas y elegantes, rodeadas de jardines, salones de juegos y amenidades, canchas de tenis, campos de golf o albercas, pequeños paraísos lejos de la miseria y la inseguridad para la gente bien. Son los nuevos castillos de la pureza, claustros morales de mujeres y hombres hipócritas que reproducen la miseria de la que pretenden aislarse.

En Puebla está de moda que, en los fraccionamientos de lujo, como La Vista o Angelópolis, el acceso sea a través de aplicaciones de teléfono celular. Todo muy bien, hasta que la aplicación falla, lo cual es bastante frecuente. La microhistoria que ahora es tendencia en las redes sociales ocurrió en la caseta de acceso de uno de esos fraccionamientos caros de Angelópolis.

A un menor de edad y cuyo nombre no repetiré precisamente por ser menor de edad, pero que todo México odia, le falló la aplicación para ingresar a su domicilio. Tenía varias opciones: intentar de nuevo, cambiarse de carril, llamar a sus padres, eligió la violencia. Insultó y golpeó a Jonathan Noslasco, guardia de seguridad privada de 19 años hasta romperle la nariz. Después el joven agresor pidió que no lo grabaran y mintió al decir que el guardia lo había atacado. La mentira se le cayó por las grabaciones de las cámaras de seguridad, el video de una vecina y las benditas redes sociales. La Universidad Anáhuac, en donde el joven agresor estudia la preparatoria lo suspendió y las autoridades investigan el caso.

¿Qué provocó la violenta reacción de este joven? El antecedente ocurrido en las cercanías de la Estrella de Puebla hace unos meses que también fue noticia nacional, donde al menos dos de los agresores eran alumnos de la Anáhuac, dirigieron la mirada a esa institución. ¿Qué tipos de profesionistas forma esa escuela de “élite”?

Las redes sociales en su infinita precisión rápidamente aportaron dos datos que ponen en perspectiva esta agresión. Dos grabaciones que ilustran el ambiente familiar de este joven. Supongamos que los dos videos son auténticos. En el primero, Carlos Pereyra padre del joven agresor insulta y amenaza, precisamente a un guardia de seguridad. En el segundo, Paola Michelle Arellano Mercenario, madre del muchacho, golpea a otra mujer en repetidas ocasiones.

El origen de la violencia no está en las corridas de toros, en la lucha libre, en el fútbol o en algún otro espectáculo masivo; no está en los corridos tumbados, el reguetón, en otro género musical o en los videojuegos. El origen de la violencia y el clasismo nacen en la familia no importa que se esconda tras los altos muros de castillos de la pureza. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

@onelortiz