¡Ojalá! —palabra de origen arábigo—, que un día pueda escribir: “La paz reina en el Oriente Medio: árabes y judíos conviven en plena armonía!”. Sueño que deberá ser realidad en algún momento. Dios así lo quiera, dicen también los cristianos. Mientras tanto, merced a una serie de negociaciones fue posible que en la madrugada del martes 21 de noviembre Israel y Hamás aprobaran un alto el fuego de cuatro días e intercambio de rehenes (en manos palestinas) por presos árabes en prisiones israelíes. Tras muchas horas de discusiones en el seno del gobierno de Jerusalén —cuyos ministros no votaron en forma unánime—, el acuerdo fue recibido cautelosamente por la comunidad judía, amén de que no pocos analistas y comentaristas opinaron que esto era solamente un primer paso, que debería llevar a la liberación de poco más de 200 rehenes retenidos por terroristas en la Franja de Gaza.

Acto seguido, a pocas horas de que terminara la tregua de cuatro días, los bandos en pugna renovaron el acuerdo hasta el jueves 30 del penúltimo mes del año en curso. Esta disposición abría la posibilidad de aumentar el intercambio de rehenes capturados por los terroristas desde el 7 de octubre pasado —cuando Hamás decidió atacar, sorpresivamente, a Israel—; y por militantes y simpatizantes de Hamás   encarcelados en territorio israelí, así como poder, lo más posible, prolongar la guerra en curso.

El anuncio en cuestión fue hecho por el vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de Qatar, Majid Al Ansary. El pequeño estado de la península del mismo nombre, junto con Estados Unidos de América, es mediador clave en la guerra entre los israelíes y Hamás en la Franja de Gaza. Al respecto, Israel informó que haría extensivo el segundo cese un día por cada 10 rehenes adicionales liberados. Una vez conocido el anuncio del jeque Majid, la organización terrorista confirmó que había logrado una prórroga de 48 horas “bajo los mismo términos”.

Anteriormente a las declaraciones qataríes y de Hamás, Diaa Rashwan, jefe del Servicio de Información Estatal de Egipto, dijo que la extensión del acuerdo incluiría la entrega de 20 rehenes judíos, a cambio, 60 presos palestinos en cárceles israelíes serían también liberados.

Al ampliar la primera tregua entre los contendientes, la medida trae como consecuencia una ansiada pausa en el derramamiento de sangre que asusta a propios y extraños. El acuerdo es una señal de que ambas partes se benefician en el cese al fuego. Lo que suceda posteriormente está menos claro. Para los líderes israelíes la pausa ha creado un dilema estratégico.  Ellos tienen fuertes razones para alargar la tregua, e igualmente otros tantas para reanudar los combates.

Por una parte, muchos grupos internacionales y otros países extranjeros y de la región, apoyan el cese el fuego, suspendiendo el creciente número de víctimas mortales entre los habitantes gazatíes desde el 7 de octubre pasado. Asimismo, el presidente estadounidense Joe Biden ha presionado para que se mantenga la tregua lo más posible en tanto Hamás devuelva más rehenes. A su vez, en Israel, los familiares de los rehenes demandan a sus líderes priorizar que regresen, lo más pronto posible, los secuestrados por los terroristas.

Por otro lado, la tregua brida ventajas a Hamás. Sus líderes se pueden mover en lugares más guarnecidos. Y sus militantes fortifican sus posiciones en la parte sur de la Franja de Gaza antes de la reanudación de la guerra, lo que desgraciadamente sucederá, tarde que temprano. El conflicto del Oriente Medio no es algo predecible respecto a su término. Y Hamás tiene esperanzas que la pausa propicie que Estados Unidos de América (EUA), presione a Israel para que modere sus propósitos bélicos.  El analista estadounidense Patrick Kingsley escribe que “Para finalizar la guerra hay que dejar que Hamás continúe a cargo de la mayor parte de la Franja de Gaza”. Ahí está el dilema, el gobierno israelí no participa de la misma idea.

La tregua de cuatro días acordada hace dos semanas fue la primera interrupción de los combates en las semanas transcurridas desde que Hamás asesinó, prácticamente a mansalva, a 1,200 israelíes y secuestró, a mano armada, aproximadamente unas 250 personas, la mayoría de origen judío y varios extranjeros, de distintas edades.

En respuesta a esos ataques, el gobierno de Israel bombardeó Franja y dispuso maniobras terrestres en el norte. A la hora de escribir este reportaje, aproximadamente han muerto 14 mil 800 palestinos, según los servicios sanitarios de Gaza y centenares de personas han sido desplazadas.

Desde el 7 de octubre a la fecha, infinidad de historias han tenido lugar en aquellos lares del Oriente Medio. Muchos personajes, oficiales y particulares han visitado la zona, con ánimos, pro palestinos, unos, y otros a favor de Israel, aunque en la mayoría de los medios de comunicación internacionales se advierten ribetes antisemitas que en buena medida habían disminuido en los últimos tiempos.

La propia oficina de prensa del gobierno israelí, reportó que el Primer Ministro, Benjamín Netanyahu acompañó al discutido empresario multimillonario Elon Reeve Musk, de origen sudamericano y con nacionalidad canadiense y estadounidense, que ha sido acusado de permitir la proliferación del antisemitismo en su plataforma X (antiguo Twitter), al kibutz Kfar Azúa (en el distrito meridional de Shaar HaNeguev donde habitaban unas 700 personas aproximadamente) que fue uno de los centros agrícolas atacados el 7 de octubre. La oficina de prensa judía informó de esta visita: “El primer ministro y Musk se dirigieron a la casa de la familia Edan, donde Musk escuchó sobre la historia familiar de Abigail Edan, de cuatro años de edad, cuyos padres fueron asesinados y que fue secuestrada en Gaza liberada ayer del cautiverio de Hamás”.

La guerra entre Hamás e Israel ha provocado reacciones de todo tipo. En los últimos días la tendencia internacional tiende a criticar y denunciar los bombardeos del ejército israelí en los centros urbanos de Gaza, especialmente en hospitales y otros servicios públicos, así como la muerte de miles de niños palestinos. De tal suerte que los representantes de todo tipo de organizaciones, desde la ONU y otros similares no se han callado ante la respuesta bélica de Eretz Israel sobre Hamás y otros países árabes pro palestinos.

Josep Borrell Fontelles, el político español, alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, afirmó el martes 28 de noviembre, que “no habrá paz y seguridad para Israel sin un Estado Palestino” y apostó por el retorno de una “revitalizada” Autoridad Nacional Palestina (ANP) en la Franja de Gaza.

(La ANP, cuyo nombre oficial es Autoridad Palestina de Cisjordania y Franja de Gaza, es un organismo administrativo y autónomo que “gobierna” transitoriamente desde 1994 en la Franja de Gaza (controlada de facto por Hamás desde 2007) y parte de Cisjordania. En enero de 2013 adoptó “oficialmente” el nombre de Estado de Palestina).

En el Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo, con 27 ministros de Exteriores de la región, Euromediterránea —sin la asistencia de Israel—, Borrell condenó la “brutalidad injustificable de Hamás” sobre civiles el 7 de octubre, e hizo lo mismo con la respuesta “desproporcionada” de Israel, remarcando que un “horror no puede justificar otro horror”.

Asimismo, el Alto Representante de la UE enfatizó que “ningún ejército puede garantizar la seguridad mejor que la paz”, y sostuvo que ésta sólo llegará con la solución de los dos Estados. En una conferencia del Partido Popular Europeo, en la que tomaron parte dirigentes conservadores del Viejo Continente, el vicepresidente y ministro de Exteriores italiano, Antonio Tajani, se mostró en contra de reconocer “unilateralmente” a Palestina, sin un acuerdo con Israel, pues ésta sería la vía “contraria a la paz”.

El ministro italiano de Asuntos Exteriores se manifestó de esta manera una vez que el “nuevo” presidente del gobierno del Reino de España, el controvertido izquierdista Pedro Sánchez, en una rápida tournée a Israel y Palestina hace una semana, abrió la puerta para que Madrid reconozca al Estado Palestino, incluso de forma unilateral en el caso que otros miembros de la UE no se alineen con esta decisión. No obstante, el mandatario español tan repudiado por el sector popular de su país, aventuró la siguiente declaración: “Una acción unilateral es un daño en contra la paz. Si Israel no reconoce a Palestina ni Palestina a Israel, es inútil, es propaganda”.  Y lo es.

El inexorable paso del tiempo es el principal problema que enfrentan los bandos en pugna. Pese al acuerdo de alargar la tregua, ésta estuvo a punto de romperse después de que las Fuerzas de Defensa de Israel denunciaron que material explosivo fue detonado cerca de sus tropas en el norte de Gaza, así como militantes de Hamás dispararon contra soldados israelíes que contestaron el ataque. A su vez, la organización terrorista palestina acusó a Israel de “flagrante violación de alto el fuego”, lo que originó represalias por parte de sus combatientes. Sin mayores detalles, el portavoz de Hamás dijo: “Nuestros muyahidines —combatientes islamistas en la yihad o guerra santa— enfrentaron esta violación”. No obstante, el incidente, la organización palestina precisó en un comunicado que todavía estaba comprometida con el alto el fuego, en tanto el enemigo estuviera comprometido con el mismo, e instó a que los mediadores continúen interviniendo para que Israel mantenga lo acordado “tanto por tierra como por aire”.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, reafirmó que Israel está comprometido con las siguientes tareas: “Liberar a todos los rehenes, eliminar a Hamás por encima y por debajo de la tierra, y, por supuesto, que Gaza no debe volver ser lo que era, porque constituye una amenaza para el Estado de Israel”. Al mismo tiempo, el director de la Agencia Central de Inteligencia de EUA, William Burns, y David Barnea, que dirige la agencia de inteligencia Mossad israelí, se reunieron en Qatar para discutir la extensión del alto el fuego y la liberación de más rehenes.

En último término, pero no el menos importante, el presidente Joe Biden de EUA, pidió a Netanyahu evitar “mayores desplazamiento significativo” y bajas masivas entre los civiles palestinos si reanuda su ofensiva y que debe operar con más precisión al sur de Gaza, de acuerdo con mediadores estadounidenses.

Esta guerra no terminará mañana, infortunadamente. VALE.