El diez de diciembre se recordó el aniversario 75 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un ejercicio que reconoce la dignidad de las personas humanas con independencia de su origen étnico, ideológico, religioso y condición social. También se trata del reconocimiento de los valores humanos que son imprescindibles en todo tiempo y lugar porque se trata de levantar una bandera para suscribir la defensa de las libertades para demandar una paz con justicia y conjurar las amenazas al mundo.

En 1789 en Francia se libraba la revolución, en el parlamento discutían los políticos de la izquierda y la derecha, se trataba de abatir al antiguo régimen para dar paso a un gobierno republicano en donde se aplicara la aspiración de los ideólogos de la enciclopedia que legarían una visión moderna para aquellos tiempos como lo fue la concepción de la división de poderes para evitar la excesiva concentración de mando en pocas manos. Esto es, pesos y contrapesos. Al poder se le debe limitar con las leyes vigentes o se dará paso a la arbitrariedad que va de la mano del despotismo.

En los tiempos de la revolución citada se proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que se registran como la primera generación de los mismos, aunque cabe señalar que en ese periodo convulsionado también hubo sendas contradicciones porque entre 1793 y 1794 al imponerse el llamado reino del terror se ejecutó en la guillotina a un número escandaloso de personas en Francia, alrededor de 50 mil, en muchos casos por sospecha de actividades contrarrevolucionarias, es decir no hubo lo que ahora se llama debido proceso y más que justicia se trataba de venganzas, al respecto mucho influyó la actitud del santón revolucionario llamado  Maximilien Robespierre.

Actualmente vivimos en lo que algunos juristas denominan el auge del garantismo, aunque la realidad en nuestro país es que los derechos humanos se violentan cotidianamente, los registros de actos filosos contra la paz son obvios como el caso recién de Texcaltitlán en el Estado de México, 14 personas muertas, 4 pobladores y 10 presuntos delincuentes que pretendían cobrar las extorsiones a los agricultores, fue una tarde de pesadilla en donde se clama justicia ante un acto aberrante.

Esta situación referida que se suscitó en la población mencionada nos recordó aquella obra del llamado Fénix de los Ingenios Lope de Vega: Fuente Ovejuna, en dicha tierra los habitantes de la aldea ya hartos de los abusos se hacen su justicia a mano propia, al cuestionarles quién había matado al comendador mayor, el pueblo a una voz respondería Fuente Ovejuna lo mató, es decir el pueblo.

No se puede vivir en la zozobra ni en la impunidad, el respeto a los derechos humanos deben garantizarlo las autoridades porque es una obligación que prescriben nuestros ordenamientos jurídicos vigentes, no es un asunto opcional.

De hecho, si viviéramos en un país en el que las leyes se aplicaran no tendrían razón de ser las comisiones de los derechos humanos que emiten recomendaciones y nada más.

Se recordó el aniversario 75 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la mejor manera de hacerlo es el respeto y aplicación de la norma para que la justicia no sea una entristecida utopía.