El 2024, año que inició esta semana, resultará decisivo para nuestro país para las próximas décadas; la decisión que tomará el electorado el 2 de junio, fijará el rumbo de la Nación y el destino de las nuevas generaciones; lo que está en juego no es, pues, poca cosa.

El entorno internacional socioeconómico se advierte incierto; los países de la Comunidad Europea  se encuentran en el umbral de una crisis de xenofobia derivado del creciente antisemitismo y el aumento de la población del Medio Oriente y Norte de África que ha migrado a la mayoría de los países de Europa occidental; la puesta en peligro del modo de vida de su población tendrá como consecuencia un escalamiento de las protestas sociales. La Guerra en Ucrania no termina y Rusia  no quiere dar ni un paso atrás de la invasión a ese país. En Europa oriental, es muy posible que presenciemos la expansión de las protestas sociales en demanda de una democratización de la vida pública y mejores condiciones de vida.

Estados Unidos podría ser arrastrado a la recesión económica y en cualquier caso, su crecimiento será mediocre, en medio de un proceso electoral, que puede enviar de regreso a su casa al presidente Biden. El mundo árabe todavía presentará turbulencias y consecuencias de la Guerra en Israel contra Hamas, que trastoca el equilibrio geopolítico de la zona, originado desde 1948 producto de los arreglos y componendas entre las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.

La arrogancia de los palestinos seguirá bloqueando la paz en Medio Oriente por su empecinamiento en negarse a reconocer al Estado de Israel, y las injerencias de las demás naciones árabes en la zona: Irán, Líbano, Siria y Yemen puede tener como resultado la amenaza de una conflagración mundial. El conflicto bélico en el Medio Oriente continuará por varios meses  y podría tener graves consecuencias en la economía global, por las reservas y abastecimiento de petróleo, que resultan vitales para Occidente.  En el caso de África, seguiremos testimoniando la miseria de la mayoría de su población, sangrientas dictaduras militares, guerras tribales, la interminable expoliación de sus riquezas y la destrucción del medio ambiente.

Por lo que hace a la Economía Global, en fin, como anuncian ya algunos académicos, estamos presenciando el fin de una era, la supremacía del mercado frente al Estado demostró su inviabilidad y nadie quiere regresar al estatismo autoritario; el panorama también se advierte incierto, riesgoso, altamente volátil, la caída de la Eurozona arrastrará irremediablemente a Estados Unidos y los vasos comunicantes de la economía global mostrará sus efectos en los países de Oriente, que en apariencia se vislumbran con mayor fortaleza, pero la recesión o el estancamiento de los países industriales de Occidente terminarán por minar sus flujos comerciales. Sin duda persistirá la volatilidad de los mercados financieros y continuaremos viendo caídas y recaídas atemperadas por alzas menores en todas las bolsas del mundo.

En ese contexto, nuestra economía puede resultar contagiada por la recesión o en el mejor de los casos por la desaceleración de la economía estadunidense, y desde luego tendremos que pagar un precio resultante de la crisis de la Comunidad Europea; el crecimiento económico previsto para el 2024  tendrá que revisarse a la baja y tendremos un año adicional de virtual estancamiento; sin generar empleos acordes a nuestras necesidades; afectadas nuestras exportaciones; pagando cada vez más por la importación de alimentos para nuestra población, ante el abandono por parte del gobierno del campo, todo ello en el marco de una crisis sistémica del aparato productor agroalimentario agravado por la peor sequía en siete décadas. No se trata de augurar el desastre, se requiere tener presente un horizonte prospectivo para estar en condiciones de implementar acciones adecuadas en tiempo y forma.

En los dos anteriores sexenios, después de haber tenido las mayores reservas históricas de divisas, 142 mil 475 mdd, aunado a una línea de crédito flexible por otros 70 mil mdd, que imprimía confianza, nos encontramos al final del presente sexenio, con las arcas prácticamente vacías, con un Pemex sobre endeudado y quebrado y con escasa inversión y nula confianza.

Iniciamos este año con nuestros mejores deseos de que se desarrolle de manera pacífica, que el proceso electoral se lleve a cabo sin contratiempos y que la candidata triunfadora una vez iniciado su gobierno, tenga el apoyo de la mayoría de la población para poder aplicar medidas drásticas para recomponer la economía con  un equilibrio en las finanzas públicas y el control de la inflación, para que la confianza aumente; que comprenda que se requiere más que tener dinero guardado y prudencia en el gasto; se necesita tomar medidas para reactivar la economía que debe tener su impulso primario en una estrategia de inversión en la creación de infraestructura en la búsqueda de generar empleos permanentes y temporales, fortalecer el mercado interno y paliar las condiciones de vida miserable de una cuarta parte de nuestra población.

La violencia y la inseguridad ni la abordamos, porque sería llover sobre mojado, repetir una y mil veces más que la nula política de combate y contención de la delincuencia organizada es consecuencia de la necedad de no ajustar estrategia y cambiar a los responsables, será la causa del crítico juicio histórico y quizá legal sobre el régimen que agoniza.

Lo que sí debe alertarnos es la tensión política que se percibe, el ambiente está muy enrarecido, desde el poder se alienta la imposición continuista para impedir la restauración del antiguo régimen, olvidando que en una democracia quienes deciden son los electores. Quienes así actúan traicionan principios y valores no sólo de su formación política, sino de la propia democracia.

La candidata de la oposición no solamente compite contra la candidata del partido en el gobierno, sino que enfrenta una lucha sin cuartel con todo el aparato del gobierno. Es por ello que requiere del total apoyo no solo de los partidos que la postularon, sino de la Sociedad Civil organizada y de todos los ciudadanos simpatizantes, para verse fortalecida en esta dispareja lucha.