Germaine Dulac (1882-1942), autora dramática, teórica del cine “puro” (desligado de otras disciplinas artísticas) y realizadora, fundadora de la Federación Francesa de Cine-Clubes, escribió: “Se puede calificar de vanguardista a todo aquel filme cuya técnica, utilizada con vistas a una renovada expresión de la imagen y del sonido, rompe con las tradiciones establecidas, para buscar, en el terreno estrictamente audiovisual, acordes patéticos inéditos. ¡El filme de vanguardia no tiene como finalidad la simple distracción de las masas!”

Pienso que, probablemente, la cultura cinematográfica inició con la difusión del cine de vanguardia. Entiendo por cine de vanguardia un cine no comercial que rompe con la estética tradicional de la narrativa clásica; un “cine de culto” realizado para exhibirse en Cine-Clubles y Cinetecas. La cultura cinematográfica tuvo, en ese sentido, una premisa teórica fundamental: “El cine es un arte“.

Tal vez sea Riccioto Canudo (1877-1923), crítico cinematográfico pionero y fundador del primer Cine-Club conocido (Club de Amis du Septième Art), quien en su Manifiesto de las Siete Artes (escrito en 1911 y publicado en 1914), consideró al cine un medio de expresión artística. Él vio en el cine un epicentro y una culminación de pintura, arquitectura, escultura, poesía, danza y música. Al respecto, escribió: “Necesitamos al Cine para crear el arte total al que, desde simpre, han tendido todas las arte”.

En 1919, Víctor Perrot fundó la Cinemateca de la Villa de París, con el propósito de conservar filmes documentales de carácter didáctico y pedagógico. En 1933, dos jóvenes franceses, estudiantes de bachillerato, apasionados por el cine, Henri Langlois (1914-1977) y Georges Franju (1912-1987), se pusieron a buscar y coleccionar películas mudas, de todo metraje y género, por las que ya nadie se interesaba, después de que el cine sonoro las había suplantado en el mercado. Querían conservar el pasado histórico del cine. A la empresa se unió Jean Mitry (1907-1988). En 1936, con la ayuda de A. P. Harlé, director de la revista La Cinématographie Francois, fundaron la Cinemateca Francesa (1936).

El ejemplo cundió por todo el mundo y México no podía ser la excepción. En nuestro país se habían rodado, entre otros, los filmes mudos: El automóvil gris (1919) de Enrique Rosas y Joaquín Coss y el inacabado ¡Qué viva México! (1931) de Seguéi M. Eisenstein. Aparte, Salvador Toscano y Jasús H. Abitia se dedicaron a rodar tomas de vista sobre la Revolución, editadas, años después, por Carmen Toscano y Gustavo Carrero: Memorias de un mexicano (1950) y Epopeyas de la Revolución (1953), respectivamente.

El interes político de fomentar la cultura cinematográfica, que consiste en preservar y difundir lo más representativo del cine, considerado medio de expresión artística, comenzó en 1942. Año en el que, por acuerdo del Presidente Manuel Ávila Camacho, se fundó la Filmoteca Nacional, dependiente de la Secretaría de Educación Pública, que funcionó por corto tiempo. En 1960, con el apoyo del productor Manuel Barbachano Ponce (1925-1994), se fundó la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1963, se firmó el Acta Constitutiva de la Cinemateca de México. animada por Carmen Toscano y un grupo de intelectuales y cineastas.

En 1968 empezó a funcionar, precariamente, la Cineteca Nacional. El 17 de enero de 1974, hace 50 años, se inauguraron sus instalaciones. Diseñada por el aquitecto Manuel Rocha Díaz (1936-1996), al evento asitieron, entre otros, el Presidente Luis Echeverría Álvarez. Se proyectó la película El compadre Mendoza (México,1934) de Fernando de Fuentes.

Em 1977, se decretó que dependiera de la Dirección de Cinematografía, de la Dirección General de Radio Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobenación. Así, el cine fue considerado más como medio de comunicación masiva, controlable por la censura, y no como medio de expresión artística, aunque la programación gozó de relativa independencia.

En 1982, un incendio destruyó las instalaciones, ubicadas en Río Churubusco y Calzada de Tlapan, quemándose el acervo de más de seis mil películas, entre ellas la única colección completa en el mundo de las películas de Luis Buñuel, la mayor biblioteca especializada en cine existente en México, con más de diez mil volúmenes, la colección completa de dibujos que de S. M. Eisentein trazó durante su estancia en México Actualmente, con sus instalaciones en Xoco, en el Centro de las Artes Churubusco y en Chapultepec, dependen del la Secretaría de Cultura. Muchos y muy variados eventos, relacionados a la cultura cinamatográfica, se han llevado a cabo a lo largo de su 50 años de vida. Basta mencionar, por ejemplo la Muestra Internacional de Cine.

La Cineteca Nacional, lo he dicho muchas veces, es mi segundo hogar. Cabe apuntar que con Alberto Bójorquez (1941-2003) tuve una gran amistad. Un nefasto día, 24 de marzo de 1982, Beto y yo ibamos a ver Soy puro Mexicano (México.1942) de Emilio “Indio” Fernández, con Pedro Armendáriz, David Silva, Janet Alcoriza, Charles Rooner, en el Salón Rojo, que se encontraba arriba de la Sala Fernando de Fuentes, porque queríamos escribir un libro sobre el cine de Don Emilio. Ya habíamos visto La isla de la pasión (México, 1941), con David Silva, Isabela Corona y Pituka de Foronda. A última hora, Mario Aguinaga (director de programación) se disculpó con nosotros, porque no había conseguido la copia de la película. Nos fuimos a los estudios de cine Churubusco y, mientras eperabamos la llegada de unos productores colombianos para discutir la producción de una película de aventuras sobre la explotación de diamantes, nos pusimos a tomar brandy. Pasó un corto tiempo y, de repente, sentimos que se movió la tierra, vimos que se fue la luz, y escuchamos una fuerte explosión. Al salir, precipitadamente,  de una sala de edición, donde nos encontrábamos, para enterarnos de lo que había ocurrido, vimos las instalaciones de la Cineteca en llamas. Nos quedamos hasta el final, para ver las cenizas. Ya en la noche, Beto lloraba como un niño desencantado. Ese día no nos tocaba morir, destino insalvable.

Larga vida a la Cineteca Nacional, preservando y difundiendo el “invento sin porvenir” que ha cumplido 128 años, el 28 de diciembre de 2023, en la que se enseñen los misterios, como el de las divas, como el de los grandes realizadores. Donde se rinda culto a la evolución de la llama prometéica, para hallar su completa libertad, como lo quería Germaine Dulac, en su teoría de cine “puro“, en el que el poeta recobre el más antiguo y primordial de los género literarios: la épica, como decia Borges, de las imagenes en movimiento, acompañadas de sonido y olor a naturaleza viva, táctil y gustativa (como, quizá, lo ha soñado el realizador canadiense vanguardista David Cronenberg), más alla de formas indefinidas y luces que se muevan rítmicamente.