Uno de los rezagos en materia agraria no superados en el sexenio que concluirá el próximo año, es la producción de maíz cuyo consumo en derivados como la tortilla, forma parte básica en la alimentación de los mexicanos. Desde 1993 en que inició la importación de la gramínea en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari a la fecha, las importaciones han ido al alza, representando un alto costo a la economía nacional.

Factor determinante en la caída de la producción maicera, sobre todo en las unidades de producción en zonas marginadas del campo, es la disminución de recursos federales a través de proyectos destinados a apoyar a los pequeños productores como el Programa de Especial Concurrente (PEC), mismo que mientras en el 2015 tuvo una asignación de recursos por más de 353 mil millones de pesos en el 2022 llegó a 365 mil millones, pero si se considera el índice inflacionario tenemos que en términos reales experimentó una disminución de 60 mil millones de pesos.

De acuerdo a informes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos –país del que México importa la mayor parte de su maíz para cubrir su consumo interno–, la producción del grano tendrá durante el presente año una caída del 9,2 por ciento, para llegar a solo 25,5 millones de toneladas, su nivel más bajo en los últimos diez años.

La falta de recursos como también de insumos y fertilizantes, bajó también el rendimiento por hectárea pues mientras en 2022, se estimaba en 4,07 toneladas, este 2023 apenas se llegará a las 3,9 toneladas.

Para cubrir sus necesidades, México deberá importar en el 2023, 19,6 millones de toneladas que, como ya se anotó, provendrán en su mayoría de los Estados Unidos.

Alejada de sus expectativas para alcanzar la tan anunciada soberanía alimentaria, la política agropecuaria ha cometido graves errores que han impactado en la producción maicera, pues en aras de supuestamente debilitar al corporativismo en el campo, se optó por la entrega individualizada de recursos, impidiendo la organización en las comunidades para atender de manera integral los problemas y necesidades que implica la producción no solo de maíz sino de otros granos básicos como el frijol.

Resulta inconcebible que países como Ucrania que enfrenta un conflicto bélico con Rusia, esté logrando una mayor producción de maíz que México; en 2022, por ejemplo, México produjo 28,1 millones de toneladas en tanto Ucrania llegó a los 27 millones, pero este año la pequeña nación cuya extensión cultivable es menor a la nuestra, alcanzará los 30,5 millones de toneladas mientras los productores mexicanos apenas y llegarán a los 25,5 millones.

Otra muestra de que el abandono al agro es evidente, grave y preocupante porque está afectando a otros sectores productivos como el de exportación, lo es el hecho de que la política de austeridad golpeó a organismos como el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agropecuaria (SENASICA), cuya función era fundamental para vigilar que los productos fuera de calidad y exentos de cualquier agente contaminante o patógeno, lo mismo para la importación como la exportación.

El asunto de los melones contaminados con Salmonella es un ejemplo de que lo barato está saliendo demasiado caro, porque además de generar la desconfianza de los consumidores de otros países a los productos mexicanos, no está permitiendo garantizar que los productos importados sean de calidad y no impliquen un riesgo para la salud de millones de mexicanos.