El finado año 2023 terminó sus días contando varios conflictos bélicos; el primero tiene lugar en Ucrania desde febrero de 2022, y a la fecha no hay manera de conocer datos oficiales y fidedignos de las víctimas mortales de los dos bandos: del invasor ruso y del ejército ucranio; en el balance final deberían de incluirse las víctimas civiles. Del segundo  caso, iniciado el 7 de octubre del año, en un solo día —el de la invasión de un kibutz israelí—, los terroristas de Hamás asesinaron a más judíos que los que morían en una jornada en el tiempo del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial. Tal y como se desarrolla la guerra, el número de muertos en Gaza y en territorio judío será escandaloso. Parece que de un bando y de otro se ha perdido el respeto por la vida de sus respectivos contrincantes. Se ha vuelto una costumbre el derramamiento de sangre. Tal y como cantó José Alfredo: “La vida no vale nada”.

Algo semejante sucede en México. En este sentido cuando las autoridades de la 4T hablan de la reducción del porcentaje de asesinados cotidianamente en nuestro país, parece que se refieren a la venta de carne en las carnicerías: un kilo, medio kilo, un cuarto de kilo. Esta kafkiana actitud debe desaparecer. Ni reducirla ni aumentarla. DESAPARECER. De otra suerte, la humanidad va por el peor de los caminos. No importa que sean rusos, ucranianos, israelíes, palestinos, de Hamás o de cualquier grupo terrorista o del Cártel Jalisco Nueva Generación, o del Cártel de Santa Rosa de Lima, o de la Guardia Nacional o de Sedena o de Marina. Ni un paso atrás en esta aberrante situación.

Los seres humanos, sin importar nacionalidad, color de la piel o “raza”, simple y llanamente deben entender que el respeto a la vida es algo sagrado, mucho más allá de religiones e ideologías, o de supuestas “transformaciones” populistas que solo conducen al odio, el enfrentamiento y la discriminación. La convivencia pacífica, el respeto por la opinión de los demás es fundamental. En este sentido hay que entendernos, tal parece que la maldición bíblica de la Torre de Babel impide respetar al prójimo, de izquierda o de derecha. Tanta soberbia, expresada desde el púlpito mañanero agobia y repugna. ¡Ya basta! Nadie es superior a nadie, con galones o sin ellos. Si se continúa por el camino dictatorial es posible que, entre todos, perdamos lo que tanto se dice defender: la madre patria. No se trata de perder perdón, ni de hacer genuflexiones, sino de escuchar y entender, no de imponer y destruir, que es lo que se ha hecho en los últimos años en este país digno de mejor suerte.

La democracia es el camino a seguir. Las reflexiones anteriores obedecen a que la agenda electoral del mundo demuestra que el naciente año 2024, no puede ser peor que los anteriores. Aproximadamente la mitad de la población mundial está llamada a votar en los meses siguientes. Según la revista inglesa The Economist, más de 4,100 millones de personas, lo que representa el 51 por ciento de la población mundial, residen en los países que en el año que empieza a correr se realizarán elecciones importantes: presidenciales y legislativas, y de otro tipo, como se hará en México donde los votantes elegirán, por primera vez en su historia, un mandatario de sexo femenino. En pocas palabras, 2024 será un año electoral en el planeta. Lo deseable es que este ejercicio democrático sirva como freno para que la Humanidad no continúe en su derrotero sangriento, de incomprensión, de enfrentamiento.

En suma, el planeta estará convocando a las urnas gracias a las cuales se determinará, entre otros tópicos, quién gobernará, por ejemplo, al país más poblado de la Tierra —la India, según estudios de la ONU en el año 2023–, o al que se le continúa considerando el más poderoso, con armas sofisticadas, Estados Unidos de América (EUA), en tanto que en el Viejo Continente, lo que ahora se conoce como la Unión Europea (UE), la atención estará puesta en las elecciones del Parlamento Europeo.

Eso significa que el sistema democrático pondrá en juego el control del 42 por ciento del PIB mundial, según cálculos del Servicio Bloomberg Professional, que cifra en 3,200 millones las personas que podrán elegir en este año a sus dirigentes, en algunos casos  con perspectivas de continuidad , en otras, con un horizonte de cambio.

Entre los primeros territorios convocados a sufragar se encuentra Bangladesh con elecciones generales el domingo 7 de enero, o Taiwán, que el sábado 13 de enero celebrará elecciones parlamentarias y presidenciales en plena escalada de tensiones políticas con Pekín, que no cesa de reivindicar su soberanía sobre la isla en aras de la doctrina de “una sola China”.

En febrero —bisiesto por si algo faltara—, habrá comicios presidenciales. Y parlamentarias en Pakistán (jueves 8), Indonesia (el miércoles 14, día del amor y de la amistad, según la propaganda comercial), y Senegal, el domingo 25, y Bielorrusia el domingo 25.

El domingo 4 de febrero, 6.2 millones de salvadoreños están convocados a elegir, por un nuevo periodo de cinco años, al presidente y el vicepresidente. En noviembre pasado, el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador avaló que el actual mandatario Nayib Bukele —que se ha convertido en una figura mundial por encarcelar a miles de delincuentes que asolaban al país—, pueda presentarse a la reelección pese a que la Constitución nacional lo prohíbe. Los ciudadanos de este país están llamados a la primera y previsiblemente única, vuelta electoral, donde Bukele figura como el candidato preferido. El 93 por ciento de los salvadoreños votará por el mandatario según CID Gallup, la famosa Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo. Según varios sondeos, el 70.8 por ciento de la población del país centroamericano aprueba el gobierno de Bukele. 72.6 por ciento cree que la imagen del presidente ha mejorado; 97.7 por ciento piensa que la violencia ha disminuido y, el 81.8 por ciento que el régimen de excepción (la guerra contra las bandas criminales) ha ayudado mucho a controlar los índices de delincuencia.

Asimismo, Portugal irá a las urnas el 10 de marzo para elecciones anticipadas por la renuncia en noviembre del  gobierno del primer ministro Antonio Luis Santos da Costa, por verse envuelto en una investigación relacionada con tráfico de influencias, corrupción y prevaricación en proyectos energéticos, dos explotaciones de litio en Montalegre y Cova do Barroso y un proyecto de producción de hidrógeno verde en Sines. Da Costa dijo que abandonaba el cargo con la “conciencia tranquila”.

Ocho días después, Rusia hará lo propio, con plenas garantías de que Vladimir Putin revalide su permanencia en el Kremlin, merced a una reforma constitucional que le ha permitido seguir en el poder más allá de dos mandatos consecutivos. Putin, que dirige el país desde hace 23 años, hizo cambios en la Carta Magna en 2020, autorizándolo teóricamente a seguir en el “trono”  hasta 2036, lo que le llevaría a superar a José Stalin en tiempo de mando en la Gran Rusia.

En los últimos años, la oposición y la sociedad civil rusa fueron amordazados en el marco de la invasión a Ucrania. Los principales opositores políticos están  exiliados o presos, como Alexei Navalni, enemigo número uno de Putin y otros muertos o reducidos, físicamente, al silencio.

Respecto a la elección presidencial de EUA, con fecha exacta como lo ordena su propia Constitución, el primer martes después del primer lunes de noviembre (5). Ese día se sabrá si Joe Biden continuará en la Casa Blanca, así como la composición de la Cámara de Representantes y del Senado (un tercio de esta Cámara) para los siguientes dos años.

La elección del Ejecutivo número 47 de EUA en la historia de la Unión Americana podría tener aires de un dèja vu, con una potencial revancha entre el demócrata Biden, de 81 años de edad, y el ex mandatario republicano Donald Trump, de 77 años. Según el promedio de encuestas de Real Clear Politics, Biden podría perder contra el magnate e incluso contra otros posibles rivales republicanos. Al respecto, muchas encuestas han fallado no solo en USA, sino en muchos otros países.

En el caso de Europa, la gran cita electoral llegará en junio con las elecciones del Parlamento Europeo (PE), que tendrán lugar el 6 y el 7 y marcarán el inicio de una nueva legislatura y, por extensión, la reconfiguración del poder dentro de un bloque compuesto actualmente por 27 países. Más de 400 millones de electores son llamados a las urnas para elegir 720 eurodiputados, en un gigantesco comicio transnacional. Estas elecciones podrían caracterizarse por un nuevo avance de las fuerzas , como lo demuestra el triunfo del partido de extrema derecha islamófobo PVV en los comicios legislativos de los Países Bajos.

Bélgica, sede central de las instituciones europeas celebrará comicios legislativos el 9 de junio.

Hay duda de otras elecciones como en la India, Sudáfrica y Austria. En Ucrania, el presidente Volodimir Zelensky debe determinar si se dan las condiciones legales y de seguridad para convocar a elecciones presidenciales; en tanto que Venezuela, en teoría debe tener comicios  a fines de año, falta por saber  si habrá acuerdo o no entre chavistas y opositores para establecer mínimas garantías.

Resta por saber de posibles adelantos electorales, pues en el Reino Unido los siguientes comicios parlamentarios deberían llevarse a cabo antes de fines de 2025 y la tensión política puede hacer saltar por los aires la legislatura antes de tiempo. Los laboristas, situados por el momento en la oposición, figuran como claros favoritos para  desbancar a los conservadores del poder.

En la India, llamada la “mayor democracia del mundo”, con un padrón electoral de 945 millones de ciudadanos, el país más poblado (1,428 millones de personas) y la tercera mayor economía del planeta también se celebran elecciones en 2024 (abril y mayo). La mayoría de analistas y de sondeos indican que el primer ministro Narendra Modi —en el poder desde 2014–, cuenta con grandes posibilidades de lograr un tercer mandato consecutivo porque su nacionalismo seduce a la mayoría hindú. Las elecciones en la India, según la ONG Freedom House, se llevarán a cabo en un contexto de regresión de los derechos políticos y las libertades civiles. Por cierto, este mandatario se ha convertido en el “único competidor” de AMLO, según él mismo afirma, en mantener una popularidad que supera al tabasqueño desde 2018. Hay quien opina que este gesto es “pura vanidad”, otra ocurrencia de las tantas que llenan la agenda presidencial del defensor de la Cuarta Transformación.

Por último, advierten especialistas y cámaras empresariales que el transcurso económico de 2024 se tornará incierto por el gran número de elecciones que se realizarán no solo en EUA y en México, sino en otros países que involucran el 51 por ciento de la población global. Podría ser, pero lo fundamental en este caso es que la democracia vía elecciones es el mejor camino para mantener la paz en la Tierra. Vale la pena seguir haciéndolo así. VALE.