Estamos sin duda en un momento de transformación y arrancando el proceso electoral formal, en el cual, lo que está de fondo es el futuro de México. A diario despertamos, vemos los periódicos y parece una tormenta de malas noticias; se ha vuelto difícil el oficio de ser objetivo.

Esto es natural, como lo menciona uno de los psicólogos más importantes del mundo, Daniel Kahneman, en su libro “Ruido. Un fallo en el juicio humano,” que describe cómo el cerebro humano tiene una propensión a centrarse en el ruido y la información tendenciosa. La evolución nos ha hecho poner atención en lo negativo; esto a veces nos quita la visión de largo plazo y la atención a lo estructural. Pero, más allá del ruido y las anécdotas, México hoy tiene condiciones para convertirse en una potencia mundial.

Entre los elementos que permiten suponer esta afirmación están su ubicación geográfica y la gran diversidad de recursos naturales, y principalmente el desarrollo del sur-sureste con las megaobras del Presidente López Obrador, como la construcción del Tren Maya, que ya entró en operación, la Refinería de Dos Bocas, el Corredor Interoceánico y el nuevo Aeropuerto Internacional de Tulum, que juntos permitirán fortalecer la economía en esa zona del país, promover el turismo y la autosuficiencia energética, llevando desarrollo, justicia y bienestar al sureste mexicano.

Con todo ello, aunado a la disponibilidad de agua en la región, la política social, la estabilidad macroeconómica, el fortalecimiento del peso frente al dólar y el “nearshoring” con el que más de 3 mil empresas asiáticas se instalarán en México, se podría lograr un crecimiento cercano al de los estados del norte, posicionando al país como una de las economías más importantes del mundo.

Algo muy importante es el tema de la dignidad diplomática que se ha retomado, un diálogo diferente en el mundo que promueve mayor estabilidad política y mejores acuerdos comerciales, lo que conlleva a una inversión extranjera sin precedentes.

Otros elementos son:  el desarrollo de infraestructura educativa en lugares donde antes no lo había; la reducción de la pobreza de la que salieron más de 9 millones de mexicanos; los programas sociales para los menos favorecidos; el aumento histórico al salario mínimo; la estabilidad económica; las becas para estudiante; pero, sobre todo, el combate a la corrupción y a la concentración injusta de la riqueza, que hacen posible mayor bienestar para todas y todos.

Si a esto le sumamos que, previsiblemente, como dicen las encuestas, la Dra. Claudia Sheinbaum pueda ser presidenta, esto permitirá la conducción de una científica con una determinación a toda prueba, con consistencia ideológica y claridad en las ideas.

Por último, los evangelistas de la catástrofe son lo único que se ha devaluado, y afortunadamente ninguna de sus predicciones se dio. El tema de fondo es que debemos permitirnos recuperar la ambición nacional, recuperar nuestra vocación de grandeza, reconocer todos nuestros retos, todos nuestros desafíos con responsabilidad y compromiso para superarlos, pero también es fundamental creer en lo que somos y tener claro lo que podemos llegar a ser y esto es México: una potencia mundial.

@LuisH_Fernandez