En ocasiones abruman las noticias apocalípticas, que dejan casi sin esperanzas no solo a los periodistas sino a los pocos ciudadanos que aún continúan pendientes del quehacer político, sobre todo cuando de elecciones generales se trata. Decir que la democracia está en crisis es absurda redundancia. Todo mundo lo sabe, al grado que día y noche los electores de la tercera edad, no se borran de la memoria viejas líneas que se vuelven a citar, una tras otra: “Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos,/ que Dios ayuda a los malos,/  cuando son más que los buenos”//. Al paso de las primarias republicanas en la Unión Americana más los resultados de esa práctica política tan estadounidense, y el rosario de los juicios civiles y penales en contra del ex mandatario Donald John Trump, se repiten las hazañas de los sarracenos: “Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos”. Eso creo.

Para colmo, aunque cada día hay menos fe en las encuestas y otras prácticas semejantes, el avance de la descarnada “elección de Estado” que está en curso en México, pone los pelos de punta tratar de forzar el resultado de los comicios generales del próximo domingo 2 de junio: la repetición de la 4T y lo que esto significa. Sí. Casi no hay argumentos, ni del bando oficial, ni de la oposición. Pero, como siempre.  La esperanza es lo último que muere. O no. Ya se verá en breve.

En tanto, la ex embajadora de EUA ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Nimrata (Nikki) Randhawa Haley, mejor conocida como Nikki Haley, de 52 años de edad, ex gobernadora de Carolina del Sur, aspirante a la candidatura presidencial por el Partido Republicano, antes de la primaria en New Hampshire, dirigió este mensaje a sus compañeros de partido: “Cuando salgas el martes (23 de enero), decidirás: ¿quieres más de lo mismo o quieres algo nuevo”. Cuando escribo estas líneas se desconoce el resultado de esas primarias; la votación del día podría ser la última oportunidad de Haley, su equipo de campaña dice que la renuncia del gobernador de Florida Ron DeSantis a la contienda, le dio un impulso de 500 mil dólares. El escenario es incierto, algunas encuestas la ponen casi a la par con Donald Trump y otras la ubican 18 puntos abajo. No se descarta que el “sarraceno” de cabellera naranja sufra otro tropiezo como los que sufrido desde su derrota anterior frente al ex vicepresidente Joe Biden que lo derrotó en los comicios presidenciales pasados. El resultado en New Hampshire está a la vuelta de la hoja.

Lo cierto del caso es que Ron DeSantis huyó, esa es la palabra adecuada, de la competencia por la nominación presidencial del Partido Republicano. No resistió el segundo lugar en Iowa, ni los pronósticos para New Hampshire, que lo enviaban a un des(honroso) tercer lugar. De antemano se vio en la lona y, como los púgiles derrotados, tiró la toalla.  Eso no fue todo; sin el menor recato, ni orgullo, no obstante, los múltiples insultos y mofas del ensoberbecido Donald Trump que le llamaba DeSantimonious —que en inglés significa mojigato—, sin dignidad, pidió a sus seguidores votaran por el estrafalario magnate. En estas condiciones, nadie podría apostar un níquel por el futuro de la carrera política del gobernador de Florida, aunque varios de sus simpatizantes todavía creen que podría ser designado como pareja en la boleta de elección, para ser el candidato a la vicepresidencia de EUA y continuar en juego político estadounidense. Pocas probabilidades tiene.

Tras rendirse el domingo 21 de enero, ante la clara mayoría que apoya a Trump, y anunciar qué pasa de ser rival por la candidatura a convertirse en promotor de la campaña del magnate, DeSantis tuvo que seguir tragando sapos y desprecios, por parte del burdo ex presidente cuando este dijo que el gobernador de la Florida se ponía a sus órdenes, por lo tanto oficialmente dejaría de llamarle DeSantismonius y le regresaría la “dignidad” a su apellido: De Santis. En este sentido, muchos analistas coinciden en reconocer que las campañas políticas estadounidenses han perdido respetabilidad cuando los propios contendientes han perdido su categoría y afirman barbaridades como el propio Trump cuando declaró en su primera campaña frente a Hillary Clinton que “podría salir a la Quinta Avenida en Nueva York y disparar a la gente y no perdería ningún voto”, pese a esto, ganó. Increíble, pero cierto.

Por todos estos antecedentes, no habría gran sorpresa si se comprueba que las primarias republicanas de New Hampshire estaban al alcance del expresidente Trump. Una encuesta de la CNN realizada por la Universidad del estado, tras la victoria del republicano en las asambleas partidarias de Iowa, por 30 puntos, así lo vaticinaba.

De hecho, Trump contaba con un 50 por ciento de apoyo entre los probables votantes de las primarias de NH, mientras que Nikki Haley, la competidora más cercana, y líder de la minoría moderada demócrata, solo contaba con el 39 por ciento. Por lo mismo, la ex gobernadora de Carolina del Sur, sabe que la votación del 23 de enero podría ser su última oportunidad para atraer a quienes rechazan al expresidente, por descontento ante su historial criminal o porque no quieren “más de lo mismo”, y para vender la idea de que si hay una alternativa al favorito, al aprovechar a los independientes, a diferencia de lo ocurrido en Iowa.

El escenario no estaba claro en New Hampshire, con encuestas que la ponían casi a la par, pero el día de la votación la ubicaban a 18 puntos abajo. Resultado que sus propios hombres de campaña consideran clave, pues hasta un segundo lugar sería bueno si acorta la distancia del pasado 15 de enero.

La realidad se hizo evidente a lo largo del martes 23 de enero. En esta ocasión, los vaticinios se cumplieron, justos, aunque por un margen de triunfo menor a lo esperado por los arquitectos de la campaña de Donald Trump. El ex presidente ganó las primarias de su partido en New Hampshire (NH), el estado donde se esperaba que la ex embajadora de EUA en Naciones Unidas, Nikki Haley, representante de la minoría moderada de los republicanos, se llevara la estafeta en la carrera por la candidatura presidencial. La también ex gobernadora de Carolina del Sur, hizo una intensa campaña en NH donde contaba con el apoyo decidido del gobernador Chris Sununu.

Pese a la tendencia periodística en favor de Trump, ni Haley, ni su amigo el gobernador Sununu se dieron por vencidos. Este último llamó a los votantes estatales a respaldar a  la única mujer que compite por la candidatura republicana, en lugar de a “un líder sin energía”. De acuerdo a la CNN, el gobernador de New Hampshire se burló del empresario —que ahora presume de político como no lo hacía en su primera campaña presidencial—, que ya ni siquiera puede leer un telepromter, debido a su avanzada edad, pues es mayor 25 años que Haley.

De hecho, Nikki desde temprana hora dio por hecho que tendría el segundo lugar, al anticipar que ni la derrota la apartaría de su aspiración presidencial, pues tiene en la mira a su estado natal, Carolina del Sur, donde fue gobernadora, y no prevé levantarle la mano al oponente como lo hicieron DeSantis, Vivek Ramaswamy y Tim Scott, de los que dos acompañaron al magnate por New Hampshire.

Sin embargo, muchos analistas consideran que no hay señales claras de que Nikki pueda darle la vuelta a las primarias previas y tampoco se sabe cuánto resistirá la recaudación de la conservadora para darle la pelea al favorito. Una tercera derrota al hilo podría definir la competencia al considerar que no hay rival para Trump, pese que al menos dos entidades ya lo retiraron de la boleta electoral.

Una mayoría de republicanos, fíjeles a Trump, creen que es el único capaz de impedir la reelección de Joe Biden, tal como el anciano ex vicepresidente en los dos periodos de Barack Obama, frenó a su rival en 2020, avivando el deseo de revancha entre ambos partidos.

Al final del día, Donald Trump gana la etapa en New Hampshire por 54.5 por ciento, con 167,700 votos. Nikki Haley, obtuvo el 43.2 por ciento con 129,646 votos. O sea una diferencia de apenas 9.5 por ciento. Y, el tercer competidor en la justa, Chris Christie, un 0.4 por ciento con 1,270 votos. Ni hablar, en las competencias democráticas, con un solo dígito, o sea el 1 por ciento, hay triunfador y vencedor. Trump triunfó sin duda. Haley no dio la sorpresa que anticipaban algunos sondeos. Con derrota y todo, estos números representan un paso importante para la ex embajadora que suma nueve delegados con los que ya suma 16, o será la mitad de los 32 que acumula Trump en la ruta por lograr los preciados 1,200 que representan la victoria final.

Pese a la desventaja, Haley dejó en claro que el avance del empresario no la intimida. A diferencia del político naranja, la ex gobernadora lo felicitó en buenos términos, aunque el adversario, muy a su manera, dijo que “Nikki pasó una muy mala noche”. En inmediata contestación, precisó que “esta carrera está lejos de terminar”. Al competir uno contra uno, sigue cerca y todavía faltan decenas de Estados por decidir, con la confianza de atraer a los moderados, a los llamados anti-Trump y a los independientes que rechazan al político que enfrenta varios juicios penales.

Como colofón a los sucesos del martes 23 en New Hampshire, donde Donald Trump vuelve a tomar la delantera en las primarias republicanas, vale la pena citar la aparición de un nuevo libro del escritor Jacobo Dayán Askenazi, República de Weimar, que circulará en librerías desde el viernes 25 del presente mes. En una entrevista del autor, en el periódico Crónica de Hoy, refiere que comenzó a escribirlo con motivo de la pandemia del COVID19, cuando la información periodística versaba sobre la crisis de la democracia, en los años de gobierno de Trump, de Bolsonaro y los inicios de la administración de López Obrador. Por el mismo tiempo, el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres declaró que había que tomar cuidado porque el “mundo de hoy empieza a ser parecido al mundo de los años 20 del siglo pasado”.

Dayán, reflexiona en su entrevista sobre la generación de intelectuales y artistas que vivieron hace poco más de cien años la crisis política y económica del imperio alemán devastado por la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Los intelectuales de la época desarrollaron un activismo muy fuerte en la vida democrática y actualmente hoy existe un paralelismo con las sociedades polarizadas, una clase política con absoluto descrédito, con grupos criminales, gobiernos respaldados en el ejército, violencia de género, una clase política preocupada por disputarse el poder más que consolidar la democracia. Curiosamente, el gobierno mexicano ahora denosta a los intelectuales independientes y a los periodistas que no tiene en su nómina, y pretende desaparecer los organismos autónomos.

Finaliza Dayán Eskenazi con el planteamiento siguiente: “Entender las guerras, aunque sean lejanas, nos hace preguntarnos si lo que vivimos es una democracia normal, “si no percibimos el deterioro de un país con 400 fosas clandestinas y pretendemos ir a unas elecciones pensando que no pasa nada, pensemos que las democracias no aguantan todo, ahí tenemos el ejemplo de la República de Weimar”. VALE.