Aunque muchos politólogos y analistas expertos levanten la ceja, como divas arrogantes, lo cierto es que desde hace mucho tiempo la democracia está en crisis, y  el problema, en vez de disminuir se ha agudizado en prácticamente todos los países donde subsiste. ¿Por qué? Por distintas razones. Un grupo de estudiosos coinciden en que la crisis democrática deriva del envejecimiento de la propia democracia, otros opinan que la raíz del problema es de carácter ideológico, y unos más, como decía el controvertido escritor —ganadora del Nobel de Literatura en 1953–  y estadista británico, sir Winston Leonard Spencer Churchill (1874-1965), “La democracia es el peor sistema de gobierno diseñador por el hombre. Con excepción de todos los demás”, además que, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando era primer ministro del Reino Unido y de la Gran Bretaña, dijo a sus gobernados: “I have nothing to offer but blood, toil, tears, and sweat (“No tengo nada que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Así son las cosas.

Durante mucho tiempo, el sistema democrático de Estados Unidos de América (EUA), fue modelo para gran parte del mundo, específicamente de los países iberoamericanos y no pocos europeos. Pero, como dice una canción popular mexicana: “Dios perdona, el tiempo no”. Al paso de los tiempos la modélica Democracia Americana se desgastó y actualmente se debate en profunda crisis, sobre todo después del ataque de las huestes republicanas al Capitolio —incitadas por el expresidente Donald Trump, que ahora busca la candidatura de su partido para regresar a la Casa Blanca—, una vez que perdió su reelección frente al demócrata Joe Biden. En esencia, Trump se negó a reconocer su derrota. Regla básica democrática. Ahora, la Unión Americana corre el riesgo de que el magnate ex presidente pueda ganar los comicios en el mes de noviembre, pese a que es un personaje desprestigiado que debe presentarse ante los tribunales acusados de infinidad de delitos, incluyendo el de intento de Golpe de Estado. EUA está frente al peor trance de su historia.

En dicho predicamento, por si algo faltara, la candidatura demócrata a la reelección del presidente Joseph (Joe) Robinette Biden Jr., atraviesa, por decir lo menos, un momento sumamente difícil. En recientes días, los abogados defensores del octogenario mandatario se vieron en aprietos para apagar el incendio político por la revelación de las transcripciones de las entrevistas del presidente con Robert Hur, el fiscal especial que investigó el uso de documentos clasificados por parte del entonces vicepresidente Biden, en la fórmula de Barack Obama. En esa transcripción se cuestionó el estado mental del presidente, lo que motivó su airada reacción por televisión y revivió el debate sobre el estado de su memoria, de su salud y, especialmente, de edad. “Dios perdona, el tiempo no”, calza a la medida.

Hur puso en duda la capacidad mental de Biden citando varios olvidos importantes; por ejemplo, el mandatario no recordaba episodios relevantes de su biografía política y personal. Por lo que el fiscal lo describió como un “anciano bien intencionado con mala memoria”.

El caso no podía sino originar mucho revuelo, tanto entre los adversarios republicanos como en los propios demócratas. La circunstancia, según varios críticos se presta para varios escenarios. Desde el poco probable, pero no imposible caso que Biden, motu proprio renunciara a continuar buscando la reelección. Anteriormente, el presidente dijo que había 50 demócratas que podrían derrotar a Trump si fuera el abanderado republicano. Pero que él se encargaría de hacerlo. Esa fue una primera advertencia de parte del mandatario. De hecho, en las filas demócratas hay personajes influyentes e importantes, como el gobernador californiano Gavin Christopher Newsom (en su segundo periodo), de 56 años de edad, lo que le presta un aire juvenil muy diferente a Biden, de 81 años, y al propio Trump, de 77. Otro ejemplo, es el secretario de Transporte en el gabinete federal, Pete Paul Montgomery Buttigieg, de 42 años, más joven que cualquiera de los citados.

Respecto a la vicepresidenta, Kamala Harris, de 59 años, pese a que con motivo de las palabras del fiscal general sobre la falta de memoria de Biden declaró al periódico The Wall Street Journal, que “estaba lista, en caso necesario para suplir al presidente”, los analistas adelantaron que la Vicepresidenta no pintaría en una teórica competencia o suplencia a la candidatura demócrata. Lo cierto es que Kamala Harris fue una “esperanza” en la fórmula con Biden al derrotar a Trump hace cuatro años, al paso de los días desilusionó como posible sustituta.

Un politólogo californiano, Hernán Molina considera difícil que “surja un nuevo candidato demócrata. Cuando hubo la posibilidad con Gavin Newsom, el Partido Demócrata no lo apoyó y Biden siguió adelante; tampoco se va a retractar, va a seguir adelante con la reelección porque además está convencido de que Trump es un problema para los republicanos y no para Biden”.

Molina continúa con su análisis y dice: “Todo es posible, pero la posibilidad de que pudiera entrar un nuevo competidor contra Biden en las primarias o que Biden optara por retirarse o que lo declararan incompetente, lo veo muy difícil, porque ahí interviene la justicia, tendría que ser declarado incompetente por un juez y se tendrían que involucrar las cortes, lo que no pienso que sucediera. Al final el que decide es el electorado”.

De tal suerte, si Biden decidiera in extremis (que no es el caso), retirarse de la candidatura presidencial que en teoría la tiene, el proceso para seleccionar un nuevo abanderado estaría regido tanto por las leyes federales como por las reglas específicas del Partido Demócrata. Aunque no hay un precedente exacto, el Comité Nacional Demócrata (DNC, en inglés), tiene la autoridad para convocar a una convención especial o reunión del comité para nominar un nuevo candidato, cuando el designado original se retira. Algo muy complicado, verdaderamente excepcional. Pero, todo puede suceder.

Mientras las primarias republicanas continúan desarrollándose y Trump continúa a la cabeza, la posición de Joe Biden se debilita porque el informe del fiscal especial sobre su proceder con los documentos clasificados guardados en su casa levantó ámpulas, aunque no ameritaba formularle cargos en su contra. Sobre todo, porque el ex vicepresidente no tenía la intención de violar la ley.

Pero algunas partes del informe del fiscal Robert Hur si han repercutido en la campaña de reelección de Biden. Sobre todo, cuando precisa que Biden “no recordaba cuando había sido vicepresidente”, tampoco cuando inició o concluyó su periodo. Tampoco recordaba la muerte de su hijo su hijo (30 de marzo de 2015) y en torno a otros asuntos indica que “su memoria pareció nublada”.

Obvio que Biden no permaneció callado. Y en la noche del 9 de febrero en la Casa Blanca declaró “mi memoria está muy bien”, pero minutos después, a pregunta de un reportero sobre la guerra en Gaza infortunadamente contestó: “Como saben el presidente de México, Al Sisi no quería abrir la puerta para permitir el ingreso de ayuda humanitaria”, al “explicar” la presión que él había impuesto sobre Abdel Fattah Al Sisi, presidente de Egipto. Ese error —que las redes sociales se encargaron de difundir por todo el mundo—, echó por tierra el esfuerzo de la administración Biden para negar el deterioro de la memoria del anciano presidente. O quizás fue a propósito que Biden “confundió” a Andrés Manuel López Obrador con el mandatario egipcio. Nunca se sabe.

Así las cosas, el nombre de Michelle Obama ha sido citado incesantemente como posible sustituta de Biden como candidata demócrata para los comicios de noviembre próximo. La esposa de Barack Obama continúa siendo “extremadamente popular entre los demócratas”, pero ella misma “ha descartado cualquier posibilidad de postularse”, aunque a principios de este año, declaró al podcast del antiguo monje Jay Shetty, titulado On purpose, “que está aterrorizada por el posible resultado de las elecciones de 2024”, y mencionó la contienda presidencial de noviembre próximo como uno de los temores que la mantienen despierta por las noches. Si esto no es tener interés por el desarrollo de las elecciones en su país, entonces ya no entiendo nada.

Hay personajes que tienen definido su destino desde el nacimiento. Tal es el caso de Michelle Obama. En 2008 su esposo, Barack Obama asumió la Presidencia de EUA, y ella se convirtió en una de las Primeras Damas más populares de los estadounidenses, por su estilo de vida sencillo y por su carisma. Hoy, vuelve a ser noticia por ser el centro de las “teorías” —no se sabe si conspirativas—, de que puede ser la carta secreta del Partido Demócrata para competir por la presidencia en lugar del actual mandatario Joe Biden, cuyas condiciones de salud no son las mejores para un competidor del cargo quizás “más importante del mundo”.

La tremebunda polémica sobre las tristes condiciones nemoctécnicas de Joe Biden, sus repetidos momentos de desmemoria y su avanzada edad (81 años), lo que le convierte en el jefe de Estado más longevo en la historia de USA —y si triunfara el próximo martes 5 de noviembre terminaría su mandato a los 86 años—, han dado pie a la polémica sobre si está capacitado o no para ser el aspirante del Partido Demócrata.

Lo curioso del caso es que Joe Biden y Donald Trump son los dos presidentes estadounidenses más viejos que han llegado a la Casa Blanca.

Rumores aparte, el hecho es que el nombre de Michelle Obama ya está en liza. Aunque políticos republicanos como Karl Rove, ex subjefe de gabinete del presidente George W. Bush, comentan que las especulaciones sobre la esposa de Barack Obama no toman en cuenta el desdén de la carismática ex primera dama por el mundo de la política. Opinión que tiene base firme, expuesta en su famosa autobiografía que se convirtió en best seller hace poco tiempo.

“No, mira, ella odia la política. Lee su autobiografía —Mi historia y Con luz propia—; ella no quería que su marido se postulara para el Senado estatal de illinois no querría que él se postulara para la presidencia. Ella no es un animal político”, comenta Rove.

De acuerdo con el corresponsal de La Razón (de España) en Washington, Anderson Simanca: “la de Rove es una de las voces republicanas moderadas más respetadas del mundo de los comentarios políticos. El experimentado analista recordó también que ya en 2020 tuvo que sofocar las teorías sobre la presunta sustitución de Joe Biden por el entonces gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, con Michelle Obama como su compañera de fórmula”.

Sin embargo, pese a las reservas sobre Michelle, Rove ha afirmado que no está convencido de que la idea de que Biden sea el nominado definitivo por su partido. Con este idea están de acuerdo varios analistas en la capital de EUA, que piensan qué hay mucho ego en la decisión del mandatario de no retirarse y permitir la llegada de figuras más jóvenes —Michelle LaVaughn Robinson Obama, de 60 años de edad—, un fenómeno que se repite también en el Congreso. La cuestión, sin embargo, continua en el aire, como las propias elecciones de noviembre. ¿Si no es la esposa de Barack Obama la elegida, quién podría hacer relevo en el peor de los escenarios para Joe Biden? El suplicio de Tántalo podría ser poco para los demócratas. VALE.