Las masacres en diversos estados del país que cobran la vida de ya muchas personas, infunde miedo y terror en la población y también genera  polémica entre el propio Presidente y sus seguidores que quieren minimizar el estado de violencia que impera en casi todo el territorio nacional, y cuestionan a quienes desde  algunos medios de comunicación y sus editorialistas, pero sobre todo en redes sociales se relatan los hechos sangrientos cada semana. Así las cosas, prevalece la disputa política, por sobre la gravedad de los hechos, por la pérdida de vidas humanas, que finalmente es lo importante, y que cada vez se narra  el último suceso de una muy larga cadena de horror, violencia y fuego que desde el inicio de este sexenio llena de sangre el territorio nacional.

La espiral de violencia que padecemos inició con estas características, a finales del sexenio foxista, a pesar de que el fenómeno delincuencial puede rastrearse y retrotraerse hasta la década de los 70, desde entonces ha ido creciendo de manera exponencial, los combates en el norte tamaulipeco, en Zacatecas, Jalisco y Michoacán y Guerrero, que revelan la verdadera magnitud del potencial de fuego de las bandas del narcotráfico.

La respuesta institucional consistió en utilizar a las fuerzas armadas para resistir, atacar y destruir a las agrupaciones delincuenciales y hacer prevalecer la fuerza del Estado. Ocupar al Ejército y a la Marina en estas tareas pese la flagrante violación de la normatividad constitucional; se entendió y justifico por la corrupción  hasta la medula de todas las policías en todos los ámbitos de gobierno.

Y a lo largo de todos estos años, lo que se pensó como una intervención coyuntural, temporal y acotada a determinadas regiones geográficas, se ha prolongado y cubre casi todo el País. Los resultados en muertos, heridos y desaparecidos se reflejan en las estadísticas, así como, en los números de decomisos, plantíos y laboratorios destruidos, armas decomisadas y un largo etcétera, pero eso de suyo importante, no tiene la relevancia en lo que hoy enfrentamos.

El problema no es de guerra de cifras o de quien interpreta mejor las estadísticas. La realidad que tenemos y debemos enfrentar con valentía, con firmeza y decisión inquebrantable, es como detener y erradicar el baño de sangre que lejos de disminuir, aumenta. Por eso es importante, conocer la nueva estrategia con la que se pretende enfrentar el narcotráfico y  la delincuencia organizada.

Hasta ahora lo que se ha dicho y hecho, es más de lo mismo. Reconociendo sin regatear que se ha apuntado que se atacaran las causas estructurales: pobreza, desigualdad social, falta de empleo y educación, entre otras. Es cierto que esto llevara tiempo, pero que bueno que se tenga claridad al respecto. Al inmediato plazo, es urgente conocer y tener la confianza que quienes  serán los responsables dela seguridad, entiendan que se requiere una mezcla de medidas punitivas complementadas con medidas de prevención social, como prevención del delito y de adicciones.

Respecto de quien y como instrumentara las acciones, de la Guardia Nacional, no convence ni a legos, ni a expertos, porque en el fondo siguen siendo las fuerzas armadas quienes la dirigen y después de estos años comprobamos que esa estrategia no ha funcionado. Y tampoco existe seguridad de que el fenómeno observado de que la actuación del Ejército y la Marina traen como corolario el aumento de violaciones a los Derechos Humanos, entre ellos, ejecuciones extrajudiciales y  tortura.

Estamos ante el inicio de las campañas políticas y la violencia ya cobró la vida de al menos 10 políticos en lo que va del año. La amenaza del crimen organizado en contra de algunos candidatos y políticos pone en riesgo la elección en diversos estados de la República. Es ahora con mayor fuerza que se debe exigir la intervención del gobierno para garantizar la seguridad de los candidatos. En tanto esto sucede, es obligación ciudadana el escrutinio de las acciones del gobierno, sin que esto implique que se nos considere enemigos del régimen o se nos llene de adjetivos e injurias. Lo que se espera es que termine al baño de sangre que enluta nuestra Patria.