Sin duda andan preocupados y si bien destapó a sus “corcholatas” violentando los tiempos electorales, anuncia que hará un recorrido por el país en una gira de despedida. En realidad, se trata de ir abriendo brecha a su cada día más débil candidata.

La antipatía que genera Sheinbaum adicional a las fracturas de evidentes señala un camino difícil. El forcejeo en el zócalo con Clara Brugada, luego de una intención forzada de amistad inexistente, deja en claro que hay intereses no una línea de acción coordinada. La forma en que Sheinbaum expresa que “sigue la corrupción” detona explosivos al interior que se niegan a aceptar, pero sí a ocultar. Entonces Morena y su candidata se lanzan improvisadamente a eventos atropellados cargados de acarreados, en tanto en Palacio el tabasqueño tiene que salir permanentemente a intentar sofocar los incendios políticos por las irregularidades y desplantes de su administración.

AMLO entiende que si deja sola a su candidata se pierden en vaguedades y mala imagen, pero si insiste en hacerle sombra y dirección los escándalos que hoy toman el control de la agenda nacional serán un pesadísimo lastre. Hasta hoy la estrategia la está marcando AMLO, Sheinbaum y Mario Delgado como observadores y repetidores del discurso presidencial.

La maquinaria electoral está bajo el mando del presidente y no lo quiere soltar, no está interesado en hacerse a un lado y dejarnos protagónico papel de mesías. No resulta gratuito que AMLO enviara a Cesar Yáñez a la campaña de Sheinbaum con el fin de manejar la agenda y las giras, así como la estructura de los mensajes, siendo, repito, únicamente repetidora de los guiones que le asignen.

Sin duda alguna, el presidente hablará con los gobernadores de Morena para exigirles la movilización de los electores y empujar así una escenografía mediática de poder. El vínculo entre César Yáñez con Alejandro Esquer, secretario particular de López Obrador, es notorio y se aprovechará para pasar información de un lado a otro.

Así, y por el momento, la mejor argumentación de Sheinbaum es la continuidad porque no hay proyecto. Sus únicas y primitivas propuestas de inmediato fueron bloqueadas por AMLO. Entonces el tan criticado esquema corrupto y añejo del PRI no solamente se repite sino se multiplica, pero con una agravante, AMLO seguirá manteniendo el poder y el control del gobierno, del partido y del legislativo. Sheinbaum no olvida que Brugada fue utilizada para evitar que Omar García Harfuch fuera su sucesor en la Ciudad de México como tampoco nosotros olvidamos que Brugada fue la pieza ilícita de AMLO para burlarse de “Juanito” y colocarla en Iztapalapa.

Martí Batres y Jesús Ramírez han colocado sus piezas de maldad en el conflicto interno de Morena en la CDMX. Aunque Sheinbaum insiste, por las buenas o por las malas, de ir de la manita de AMLO en su aventura electoral, los bombazos están estallando en el equipo más cercano del presidente aún con sus acomodos de César Yáñez, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard o Adán Augusto en el
equipo de campaña que más parece un receptáculo de protección a personajes muy cuestionados que de apoyo a la candidata.

Ahí está el bajo espectáculo que le han hecho hacer a Juan Ramón de la Fuente.  No se han podido sacudir el hashtag de #narcopresidente cuando ya toma fuera el otro: #narcocandidata. Por lo pronto en Morena están asustados por varias razones, dos visibles: la posibilidad de más escándalos con pruebas y el evidente crecimiento electoral de Xóchitl y de Taboada.