El arranque de campaña de Claudia Sheinbaum fue un éxito. Según los organizadores asistieron más de 350 mil personas. Un detalle del que pocos se percataron fue la enorme manta que los normalistas de Ayotzinapa colocaron en la fachada del Palacio Nacional, que decía: “Diálogo con el Presidente”, mientras la candidata de Morena, PT y PVEM presentaba sus cien compromisos de gobierno.

Claudia se dirigió a sus simpatizantes teniendo como fondo la Catedral Metropolitana y no el Palacio Nacional, como era la intención de sus organizadores, porque los padres de los normalistas y los propios normalistas se negaron a mover su plantón que por varios días mantuvieron en el Zócalo. Horas antes del mitin, corrió la especie de que los normalistas arrojarían petardos o bombas molotov al Palacio Nacional durante la concentración, como días antes lo hicieron en la Fiscalía General de la República, en la Secretaría de Relaciones Exteriores y en el Senado de la República.

El 6 de marzo, como colofón a este conflicto, los normalistas, con una camioneta de la CFE derribaron una de las puertas de Palacio Nacional, ingresaron y fueron replegados con gas lacrimógeno. Así, entre reclamos y gas, termina la relación de López Obrador y los familiares de los normalistas. No habrá más diálogos del Presidente con los padres de los normalistas.

Con estas postales se cierra la ventana de oportunidad para que los familiares y la sociedad conozcamos el paradero de los 43 normalistas de Ayotzinapa, perdidos en aquella noche y madrugada de hace casi 10 años.

La noche de Iguala quedará como un capítulo más de la infamia, junto con los asesinatos de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, como la masacre de Tlatelolco y la represión de 1971; de las matanzas de Acteal y Aguas Blancas. Será una efeméride más en el calendario cívico de la lucha social y el autoritarismo del Estado.

Hasta el momento hay más de un centenar de personas presas. Para varios políticos la desaparición de los normalistas acabó con sus carreras, algunos renunciaron a sus puestos, otros están prófugos y otros más, presos. Ángel Aguirre renunció a la gubernatura de Guerrero y Carlos Navarrete a la Dirección Nacional del PRD; José Luis Abarca está preso, pero no por la desaparición de los normalistas y Jesús Murillo Karam, por entorpecer la investigación en la llamada verdad histórica; mientras que el siniestro Tomás Cerón de Lucio escapó a Israel.

Andrés Manuel López Obrador le asignó a Alejandro Encinas el trabajo más complicado de su gobierno, determinar el paradero de los 43 normalistas; una labor ingrata y sin ninguna posibilidad de éxito. Encinas hizo lo que pudo, algunas cosas las hizo bien y otras, mal,  al final sucumbió ante la realidad. El nuevo subsecretario no tiene la experiencia, ni la fuerza política para ser interlocutor de los padres de los normalistas con el Presidente.

Cosas de la vida, después de una década y de ser utilizados por políticos en sus conflictos y campañas, los padres de los normalistas están solos, así permanecerán por lo que resta de este sexenio y el siguiente.  Eso pienso yo, ¿usted que opina? La política es de bronce.

@onelortiz