Para que no pasara inadvertido el segundo aniversario del comienzo de la invasión rusa a gran escala en Ucrania —que según el Kremlin sería cuestión de unos cuantos días—, ordenada por el presidente Vladimir Putin el 24 de febrero de 2022, Volodimir Zelensky, el presidente ucraniano cifró el lunes 26 de febrero pasado en Kiev en 31,000 el número de efectivos muertos en sus filas. Esta es la primera ocasión que el bando invadido da a conocer una cifra especifica de bajas nacionales producto de este conflicto.

“31,000 ucranianos, militares, han muerto en esta guerra”, dijo Zelenski en una rueda de prensa durante el Foro que había preparado en la capital de su país con motivo del aniversario en cuestión. Este número, explicó, no incluye militares heridos o desaparecidos. Como sea, “es un gran número de personas para nosotros”, comentó el mandatario al tiempo que negó los cálculos de muertos ucranianos en hasta 300,000. Todo indica que Zelensky —que antes de asumir el poder se tituló como abogado y era actor profesional—, no proporcionó la cantidad exacta de soldados heridos para que Rusia desconociera el número de ucranianos que han ido al frente. No obstante, el líder del país invadido sí habló de los soldados rusos —según él—, que ha muerto en su ofensiva: 180,000; y otro medio millón han resultado heridos en la contienda.

Zelensky afirmó que “decenas de miles de civiles” ucranio han perdido la vida como consecuencia de los bombardeos o asesinados tras ser torturados en los territorios invadidos por los rusos, aunque el número exacto sólo se conocerá cuando termine el conflicto.

En el foro citado, el actor presidente —que como mandatario de un país invadido se ha dado a conocer como un incansable defensor de su pueblo—, destacó la absoluta importancia que para Ucrania tiene continuar recibiendo la ayuda militar de Estados Unidos de América (EUA) en el tercer año del conflicto bélico. Aseguró que la dinámica del enfrentamiento podría cambiar si su ejército recibiera en los próximos meses diez sistemas antimisiles Patriot (de manufactura estadounidense) adicionales.

El mandatario ucraniano fue claro en la exposición de sus requerimientos, y explicó que podría buscar alternativas al financiamiento proveniente de Washington, pero respecto al armamento del Tío Sam, es insustituible para su ejército en el campo de batalla, debido a la escasez en el resto de países  aliados de ciertos tipos de material militar de que únicamente  dispone la Unión Americana. Puso de relieve los sistemas antimisiles Patriot que Kiev ya utiliza con éxito para proteger varias de sus ciudades e infraestructuras estratégicas y sigue reclamando en mayor número para dejar de ser vulnerable a los ataques aéreos rusos en más zonas de su territorio.

En ese terreno, el mandatario ucranio no da pasos atrás. Se preguntó a sí mismo: “¿Podemos reforzar defensa antiaérea de Ucrania sin EUA? La respuesta era evidente: “¡No! ¡No! No existen en otras partes del mundo, los sistemas adecuados”. Con lo que puso en claro las dificultades que representa encontrar otros sistemas como los Patriot.

Para que no hubiera dudas al respecto, en el foro  de Kiev, el ex actor —que ahora parece representar su mejor papel en la “película de la vida”—, afirmó que en una pequeña cantidad adicional de algunos tipos de armamento enviados por los “americanos” y países europeos que ya han demostrado su eficacia en el campo de batalla cambiarían de manera dramática la dinámica de la guerra a favor de Ucrania: “Si en los próximos meses Ucrania recibiera diez sistema Patriot para los centros industriales clave de Ucrania y pudiéramos usar esos sistemas más cerca de la línea de fuego, los aviones rusos no se acercarían a nosotros, retrocederían, romperíamos su línea de defensa y avanzaríamos”.

Por lo que toca a las posibilidades de que el Congreso estadounidense apruebe los 60,000 mil millones de dólares en ayuda a Kiev, mismos que rechazan una parte de los  diputados republicanos, Zelenski manifestó su “confianza” en que los parlamentarios de EUA  logren una “solución positiva”, aunque agregó que esta posibilidad debe ser aprobada en el plazo de “un mes”. Y dijo: “Que Ucrania pierda, que sea muy difícil para nosotros y que haya un gran número de bajas depende de ustedes, de nuestros socios, del mundo occidental”. Se mostró “decepcionado” por los retrasos en la asistencia aliada. Aseguró que “millones de personas morirán. Una pérdida de tiempo y una pérdida de gente”.

Rustem Umierov, ministro ucranio de Defensa, por su parte, aseguró que 50 por ciento de las entregas de armamento prometidas por los occidentales no llega a tiempo, lo que implica una mayor pérdida de vidas y de territorio. Y Robert Fico, premier de Eslovaquia quien participó el lunes 26 de febrero en la Cumbre de París, para abordar el problema de Ucrania, criticó que la Unión Europea (UE) de la que su país es miembro, de a Kiev “un apoyo militar y económico sin límites”.

En este contexto, Berlín aumentó la ayuda humanitaria a Ucrania en 100 millones de euros, para reconstruir los suministros de agua en Mikoláiv, ciudad de medio millón de habitantes, anunció Annaelena Baerbock, ministra germana de Relaciones Exteriores, durante una visita a esa ciudad, que tuvo que ser acelerada debido a la alerta de un dron ruso espía en la zona.

Por lo que toca al número de bajas en la guerra, el Kremlin mantiene una política de mutismo. Moscú calcula que el número de muertos rusos asciende a 60,000 y el de heridos a tres o cuatro veces esa cifra, lo que da un total aproximado de 300,000 bajas, según un funcionario estadounidense que pidió el anonimato al periódico The New York Times. De acuerdo con las fuerzas armadas ucranias, en dos años de guerra murieron 409,829 “invasores” rusos. En fin, toda una “guerra” de cifras mortales y de heridos que nadie certifica.

En estas circunstancias, de acuerdo con periódicos españoles, como La Razón, de Madrid, “Europa se conjura en París para sostener a Ucrania”. De tal suerte, Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron, presidente de Francia reúne a una veintena de líderes en la capital gala contra la fatiga bélica y expresa su principal preocupación: “Rusia no puede ganar”, porque, a corto o mediano plazo, “atacará a uno de nosotros”.

“El análisis colectivo —refiere Macron—, es que de aquí a algunos años hay que prepararse para que Rusia ataque a algunos de los países asistentes”, aseveró al abrir  una reunión de alto nivel para apoyar al pueblo ucraniano.

Carlos Herranz, corresponsal del diario madrileño, escribe: “Europa se conjura en París para no dejarse arrastrar por catastrofismos y mandar un claro mensaje de unidad y determinación a Putin en un momento crucial, coincidiendo en la entrada en el tercer año de guerra en Ucrania y cuando las dudas sobre la ayuda estadounidense y la incertidumbre sobre una eventual vuelta de Trump a la Casa Blanca refuerzan las aspiraciones rusas en el frente de combate. Consciente de todo ello, Macron ha decidido tomar la iniciativa organizando una conferencia extraordinaria en el Elíseo, más centrada en el mensaje de apoyo inquebrantable a Kiev que en nuevos montos de  ayuda…la búsqueda de fórmulas para coordinar esa ayuda a Ucrania y paralelamente las sanciones a Moscú se hacen ahora más vitales que nunca”.

Al llamamiento de Macron acudieron una veintena de jefes de Estado y de Gobierno europeos, en una conferencia lista en 72 horas. Entre otros, acudieron el canciller alemán, Olaf Scholz, el español Pedro Sánchez (que por un momento pudo hacer a un lado sus innumerables problemas internos), el primer ministro belga Alexander de Croo, y el presidente ucranio, Volodomir Zelenski, que hizo acto de presencia vía videoconferencia.

El todavía juvenil Emmanuel Macron, de 46 años de edad, al iniciar la reunión subrayó que la seguridad de Europa —puede entenderse “la del mundo”—, pasa por Ucrania y que coordinar las ayudas al país invadido por los rusos de una forma estratégica era uno de los objetivos esenciales de su cita extraordinaria que él mismo decidió impulsar. “Rusia no puede ganar esta guerra” —precisó el vigésimo quinto presidente de la República Francesa—; “No estamos fatigados, estamos extremadamente “determinados”, indicaron voceros parisienses subrayando que el objetivo primordial del foro es “contradecir la opinión de que el apoyo a Kiev va en declive tras dos años de guerra.

Para el Elíseo, es fundamental mantener alto el convencimiento entre la comunidad internacional y la opinión pública en un momento en el que, además de un endurecimiento de la ofensiva rusa, se constata cierta incertidumbre sobre el apoyo occidental. Un diagnóstico de la situación que ha sido puesto en común entre la casi totalidad de los asistentes a la conferencia. “La voluntad está “, subrayó el Elíseo, y Europa “se comportará en función de la agresividad” que ejerza Rusia, que recientemente ha crecido.

El aumento de los ataques en materia de ciberseguridad, la muerte “sospechosa” en la cárcel del bloguero y líder de la oposición rusa, Alexei Navalny o la de un piloto ruso desertor que se había refugiado en España ilustran esta tendencia y demuestran —o por lo menos ejemplifican—, para el gobierno francés, que no solo Ucrania se juega su futuro en esta guerra, sino también Europa y el resto del mundo.

El otro diagnóstico compartido que surge de la conferencia extraordinaria de París, se ha hecho en torno a las entregas de material armamentístico que se ha prometido a Kiev. Los participando en la reunión del Elíseo, han coincidido en que no solo debe entregarse, sino que además tiene que ser útil.

De una u otra forma, Emmanuel Macron cruzó, el lunes pasado, una delicada y peligrosa línea roja. Como anfitrión de la conferencia europea de ayuda a Ucrania, en el Palacio del Elíseo, en París, el presidente francés insinuó que los europeos deberían enviar “tropas” a Ucrania para evitar a toda costa una victoria rusa. Aunque no recibió un respaldo mayoritario, la propuesta de Macron se convirtió en la gran novedad del , porque como resumió el esposo de la maestra Brigitte, “hay que hace todo lo posible para que Rusia no gane esta guerra”.

Osadía o no. Estas declaraciones proporcionan oxígeno a los halcones rusos que trabajan para extender la guerra a otros países de su antigua órbita —cuando era la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS)—, como los bálticos y Polonia, disparando el riesgo de forzar una intervención de la OTAN (que en el transcurso de estos dos años han admitido en su seno a Suecia y a Finlandia), y en última instancia, de recurrir a las armas nucleares.

En tales condiciones, las previsiones son todo menos optimistas: lo mejor a lo que podría aspirar Ucrania en 2024, según algunos gobernantes y analistas occidentales es simplemente a evitar pérdidas territoriales. Hace un año, Ucrania y sus aliados rebosaban confianza, al desafiar las expectativas y evitar que Rusia intentara apoderarse del país. Zelenski afirma que no está interesado en negociar un alto el fuego en condiciones favorables a Vladimir Putin. El heroísmo del pueblo ucraniano está a prueba de fuego, es indudable, pero mientras el mundo occidental evalúa las perspectivas de Ucrania y el Kremlin impulsa una narrativa destinada a convencer de que no puede ser derrotado, Zelenski debe esforzarse por demostrar que su país aún  puede ganar la guerra. ¡Qué tremenda situación! VALE.