Las convicciones y los principios políticos firmes y puros han muertos. Los hombres de convicciones ya no se nacen y, como dice Tomás Carrasquilla, si nacen, no se crían. En México esto sucedió hace mucho tiempo; antes de que la revolución se hiciera gobierno; en la década de los veinte del siglo pasado.

Los Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez El Nigromante, Francisco Zarco y los Flores Magón se acabaron, se rompió el molde; ya no los hacen. Prevalece el pragmatismo puro. Esto es general; comprende a aquellos que desde los años sesenta del siglo pasado navegaron con bandera de izquierdosos. Resultaron ser iguales o peores que los priistas, a los que censuraban; y a los panistas, a quienes criticaban. La desvergüenza es la forma de hacer carrera política, de vivir en ella y de ella.

Nadie quiere quedar fuera del presupuesto público, incluyendo a aquellos que durante los gobiernos priistas y morenistas hicieron su “capitalito”. Todos los legisladores buscaron la reelección. Muchos la alcanzaron; de Morena sólo repitieron cincuenta. Los que no la lograron, tienen la esperanza de incrustarse en la nueva administración; esperan que gane Claudia Sheinbaum. Pero, para el caso del acomode, no importa quién gane. Ya habrá modo de meterse en el gobierno de la ganadora; de asumir una nueva ideología y de renunciar a la que actualmente se tiene; menos a la de vivir pegado a las ubres de la Hacienda Pública.

Si doña Xóchitl Gálvez gana la presidencia de la República, va a tener muchos conversos de último momento de los que echar mano; ellos, en su interior, siempre estuvieron con ella.

Los legisladores en ejercicio pretendieron reelegirse. Le agarraron gusto al vivir sin trabajar. A lo bueno se acostumbre uno fácil, decía el salmista pueblerino. Otros, necesitan hacerlo: los pobres no saben hacer nada: si no hay más, aunque sea de diputados la quieren hacer. Otros, que no son pocos, buscan inmunidad a cómo dé lugar; quién sabe a qué le temen.

Algunos, olvidando sus compromisos partidistas y la ideología a la que juraron ser fieles, al no hallar lugar a sus pretensiones, no han dudado en traicionar a las organizaciones políticas a las que pertenecieron durante muchos años y a las que juraron fidelidad eterna, han brincado a Morena o a otros partidos políticos. Los priistas tienen un buen pretexto, casi llega a razón: “No tragan al tal Alito”.

Hubo desafortunados: a pesar de que brincaron y de que tenían algún capital político, o no lo hicieron a tiempo o eran impresentables. De nada les sirvió traicionar los principios que habían jurado defender.

Algunos impresentables, pero que corrieron con suerte, fueron Napoleón Gómez Urrutia; volverá a ser legislador a pesar de que, por tener doble nacionalidad, se lo prohíbe el artículo 32 constitucional. Hay otros que están en el mismo caso: chapulinearon y tienen doble nacionalidad.

El gobernador Cuauhtémoc Blanco no podía ser la excepción; quiere que lo tomen en cuenta; no pide mucho: aunque sea una diputación y por tres años. Ya habrá manera de reelegirse. Sólo busca inmunidad. Parece que le preocupan las cuentas pendientes que contrajo en su paso por la gubernatura del Estado de Morelos. Se hablan muchas cosas malas de él dentro y fuera de la entidad que supuestamente gobierna. Algunas llegan al grado de ser feas o contrarias a la Ley.

No sabe si puede aspirar a ser diputado. Como no tiene asesores jurídicos que lo aconsejen, aquí le doy una ayudadita.

De inicio le digo: no puede ser diputado o senador, de mayoría, de representación proporcional o primera minoría por la entidad que desgobierna. Se lo prohíbe el segundo párrafo del artículo 55, fracción V de la Constitución política:

“Los gobernadores de los Estados no podrán ser electos en las entidades de sus respectivas jurisdicciones durante el periodo de su encargo, aun cuando se separen definitivamente de sus puestos.”

El precepto tiene razones de ser: por virtud del cargo que desempeñan, los gobernadores llevarían una ventaja sobre los restantes contendientes. No habría una competencia electoral pareja, en igualdad de condiciones. Permitirlo, por otra parte, sería prestarse a que falte al compromiso ante los electores que lo eligieron por un lapso de seis años.

Podría intentar ser diputado federal o senador por el principio de mayoría relativa por la Ciudad de México; finalmente es nativo de esta entidad federativa.

No tiene objeto que intente ser diputado para el Congreso de la Ciudad de México; en éste, los legisladores no gozan de inmunidad y, lo que Cuauhtémoc Blanco quiere no es legislar, sino fuero. Desea quedar a salvo de las garras de Uriel Carmona, Fiscal del Estado de Morelos, a quien ofendió y a quien trató de destituir. De nada le va a valer alegar, que de tantos cabezazos que dio como futbolista, quedó afectado de la cabeza.

Supone que siendo legislador federal puede estar relativamente tranquilo: en una Cámara de Diputados dividida, difícilmente prosperaría una solicitud de declaración de procedencia o desafuero respecto de su persona.

AMLO, al no poder reelegirse, como era su intención, por las mismas razones que Cuauhtémoc Blanco, también pretende alcanzar inmunidad. La busca por otra vía: que resulte ganadora Claudia Sheinbaum a como dé lugar, para ello está en campaña permanente. No deja de atacar a doña Xóchitl Gálvez.

Llegado el momento, no le quedará de otra que hacer frente a las responsabilidades en que incurrió. Está próximo el momento en que se pudiera hacer realidad la admonición que, en cumplimiento del artículo 87 constitucional, echó sobre sí el 1º de diciembre de 2018: “… y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.”

En cuanto a ¿de qué vivirá AMLO cuando deje de ser presidente de la República?, no va a tener problemas. De 2006 a 2018 vivió sin tener ingresos que declarar. Puede seguir haciéndolo. En cambio, si tienen razón quienes lo ubican entre los hombres más ricos de México, las cosas cambian. No tendría de que preocuparse. (Aclaro: yo no digo que sea rico ni que esté entre los más acaudalados del país. Esa es una conseja que pudiera no tener apoyo en la realidad y con la que yo no estoy de acuerdo).

Hay cosas raras. A su hermano Juan Ramiro López Obrador, al parecer, le urge tener inmunidad; por obra y gracia de “la tómbola” va a ser legislador federal. Quien fue filmado recibiendo sobres amarillos no fue él, sino su hermano Pío López Obrador.

Habiendo tantas razones para estar intranquilo, a AMLO le importa que gane Claudia. No importar la forma o el costo.