El caos reina en Haití desde hace mucho tiempo; el pasado fin de semana y el principio de la presente la violencia llegó al clímax. Tanto en el asalto en las dos principales penitenciarías del país, que incluyó escapes masivos de los internos, como en el intento fallido por hacerse del control del aeropuerto internacional Toussaint Louverture (nombre del héroe nacional), por pandillas que se enfrentaron a balazos con policías y soldados que guardaban el cerrado aeródromo. Este ha sido el mayor ataque al aeropuerto en la historia de Haití. Los dos atentados se sucedieron con diferencias de pocas horas después de que el gobierno impuso un toque de queda dada la grave situación.

La parte este de la isla La Española donde se ubica la nación haitiana —junto con República Dominicana, muy diferente a su vecina—, es una de las más pobres del mundo no solo de Hispanoamérica. Junto con Guatemala, son los dos países de la zona con las mayores dificultades para que sus respectivas sociedades tengan un nivel de vida aceptable, dado que sus respectivas administraciones no puedan proporcionarles los servicios básicos.

El futuro del primer país de mayoría negra en Hispanoamérica que logró su independencia (de Francia y sus secuelas) se anticipa muy problemático, sin posibilidades serias de mejorarlo. Por lo mismo, la revuelta de los esclavos frente a Francia hace 220 años, que pasó a la historia como un hito de la libertad, no le ha valido de nada a este pobre país que ahora, más que nunca —con una historia que muy pocos países han vivido—, el caos impera en esta desdichada nación. Lo peor del caso es que parece que a nadie le importa la suerte de la Repiblik d’ Ayiti, como se escribe en creole. A nadie, de izquierda o de derecha. Ahora, hasta a la 4T —la del parlanchín Andrés Manuel López Obrador—, que trata de permanecer en el poder por tiempo indefinido, advierte a los mexicanos que no viajen a Haití. Los condenados de la tierra, que escribiera Frantz Fanon, parece que no tienen esperanzas. De este libro hay traducción en español en el Fondo de Cultura Económica (FCE). Por cierto, la traducción fue hecha por la cubana Julieta Campos, que fue esposa del intelectual tabasqueño Enrique González Pedrero, ex director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ambos ya fallecidos.

En los últimos lustros la isla ha sufrido desastres naturales que han diezmado su población y la destrucción de sus principales centros urbanos, agudizando las desigualdades sociales creando serios problemas de gobernabilidad en sus procesos de toma de decisiones y del poder, así como conflictos inherentes a la inestabilidad sociopolítica sistémica. Su problemática se agudiza por una población de más de once millones de habitantes, que ha desembocado en una fuerte migración con destino a EUA cruzando por México, lo que ya empieza a crear reacciones racistas dado el fracaso de la administración del gobierno de la Cuarta Transformación para encauzar el problema. Como pretexto, dice que ataca las causas de la migración. Puro palabrerío.

La violencia y el terror se impusieron en la noche del sábado 2 de marzo en las calles de la capital de Haití, Puerto Príncipe, degenerando en un sangriento asalto a la penitenciaría más grande del país: Croix-des-Bouquets, a manos de grupos criminales que permitieron la evasión de 3,597 reclusos, de un total de 3,696, o sea el 97 por ciento de su población criminal.

El balance de la operación —que se inició durante la noche del sábado 2 y se alargó hasta la madrugada del domingo 3–, fue de 25 muertos, sobre todo en los alrededores del recinto penitenciario, en el que sólo 99 reos decidieron no escapar, según informó el Colectivo de Abogados para la Defensa de los Derechos Humanos (CADDHO).

Como algo curioso de anotar, resulta que entre los reclusos que optaron por no huir de prisión, están los sicarios colombianos acusados de tomar parte en el asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021, mismos que enviaron mensajes por medio de redes sociales en los que relataron la situación vivida durante el asalto. Dramáticos momentos que, sin duda, servirán de guía para una película o una serie de televisión que Netflix filmará en poco tiempo. La época se presta para estas aventuras criminales.

Uno de los presos colombianos contó a la prensa —hubo reporteros  que lograron entrar a la prisión poco después del asalto—, las razones por las que no huyó: “No me volé (escapé) porque no debo nada. Estoy viviendo un karma, solamente Dios sabe lo que estoy padeciendo y lo que me ha tocado vivir. No me volé porque no debo nada y aquí estoy dando la cara porque soy inocente; soy inocente ante el mundo, así que no debo nada”.

Francisco Eladio Uribe, ex soldado colombiano, uno de los mercenarios que no escapó y habla a los medios, agrega: “Estoy acá en esta prisión, en este momento la prensa puede dar cuenta de cómo es este lugar. Soy inocente, yo llegué a este lugar, Haití, vine con una propuesta de trabajo”.

Los presos de nacionalidad colombiana han insistido que no forman parte de la supuesta conspiración para eliminar al entonces mandatario, red a la que también vinculan a Ariel Henry, el actual primer ministro, e 74 años de edad, y a la ex primera dama Martínez Moise.

Como responsable de la reciente oleada de violencia, un ex agente de la policía de élite, Jimmy Chérizier, apodado Barbecue, que ahora dirige una federación de pndillas, se atribuye él mismo el aumento de los ataques. Afirmó que el objetivo es capturar al jefe de policía y a los ministros del gobierno de Haití e impedir el regreso de Henry.

La policía haitiana está azorada. No entiende lo sucedido. Sobre todo porque no está preparada para situaciones semejante. ¿Quién lo estaría? Asimismo, por la gravedad de los hechos, el mandatario colombiano Gustavo Petro —que en su país enfrenta acusaciones por supuestas relaciones con bandas de narcotraficantes que le financiaron su campaña presidencial, hechos en los que está comprometido uno de sus —, pidió a Haití “trato especial” (sic)  para los 18 mercenarios y planteó que se evalúe la posibilidad de trasladarlos a otra cárcel que ofrezca mayor seguridad.

El ataque de los grupos armados marcó otro punto en la espiral de violencia en el país. Tiene lugar cuando las pandillas tienen mayor control sobre Puerto Príncipe, al mismo tiempo que el asediado primer ministro, Ariel Henry, se encuentra fuera del país, en Kenia,  tratando de lograr apoyo para una fuerza de seguridad respaldada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), que logre estabilizar el país.

Después de tres días consecutivos de choques, los grupos criminales elevaron sus quejas contra Henry, a quien le exigen la renuncia por no cumplir su promesa de realizar elecciones. De tal suerte, aprovechando la ausencia del primer ministro, el sábado 2 de marzo intentaron tomar el control de la penitenciaría y de estaciones policiales, lo que propició la huida de miles de presos.

Hubo informes de otra fuga carcelaria en la capital haitiana, en la que purgan sentencia aproximadamente 1,400 reos. Asimismo, varias pandillas también vandalizaron el principal estadio de futbol del país, donde retuvieron a un empleado durante varias hora, según informó la Federación Nacional de este deporte. Debido al desorden en Puerto Príncipe, en muchas partes no había servicio de Internet y la principal empresa de telefonía móvil, Digicel, informó que un cable de fibra óptica fue cortado.

Después del peor fin de semana que haya sufrido Haití en su historia, pandillas desafiaron al estado de emergencia y un toque de queda de 72 horas,  al tratar de replicar el golpe en Croix-des-Bouquets, en el principal aeropuerto del país. De acuerdo a informes de la agencia Associated Press, hombre armados atacaron a policías y soldados que resguardaban las instalaciones aéreas, ataque que las autoridades repelieron con ayuda de un vehículo blindado para  proteger a empleados, pues aunque se cancelaron los vuelos (incluso desde la vecina República Dominicana), y de otros países como EUA y México, varios continuaban en zona, y huyeron caminando cuando los atacantes irrumpieron con el propósito de apoderarse de un avión y huir, pues centenares de ellos son buscados por la policía.

Veinticuatro horas más tarde de exhortar a las aerolíneas a no hacer escalas en Haití, EUA manifestó su preocupación por la crisis, mientras que México cerró su embajada en Puerto Príncipe. En menos de dos semanas, varias instituciones estatales han sido atacadas por pandillas, cada vez mejor coordinadas, y dirigiendo sus golpes a lugares hasta hace poco impensables, como el Banco Central. Por esta razón, la embajada estadounidense anunció que temporalmente suspendía todos los viajes oficiales al país. En el ínterin, cuatro policías fueron asesinados el jueves 1 de marzo.  Además, la Organización de Estados Americanos (OEA) exhortó a sus miembros a revertir la tensión, en tanto el primer ministro Ariel Henry continúa fuera del país.

Respecto a la capacidad de respuesta del “gobierno”, el panorama es desalentador. La Policía Nacional de Haití cuenta aproximadamente con nueve mil agentes para brindar seguridad a más de once millones de personas, según datos de la ONU. En tales circunstancias, los elementos policiacos se ven abrumados y superados en armas por las pandillas, que se estima controlan hasta el 60 por ciento de Puerto Príncipe. Del resto del país, ni hablar.

En suma, los enfrentamientos entre pandillas y las fuerzas armadas se han sucedido en medio de una serie de violentas protestas gestadas desde hace varios meses, pero que en los últimos días se volvieron prácticamente incontrolables, cuando el primer ministro Ariel Henry viajó a Kenia para salvar la propuesta sobe una misión de seguridad en Haití que sería encabezada por ese país de África Oriental. Henry asumió el cargo de primer ministro tras el asesinato del presidente Juvenel Moise en julio de 2021 y ha pospuesto en varias ocasiones el propósito de realizar elecciones parlamentarias y presidenciales, mismas que no han tenido lugar en casi diez años.

En tales circunstancias, el “gobierno” declaró el estado de emergencia y el toque de queda por 72 horas renovables, en el Departamento del Oeste, donde se encuentra la capital, Puerto Príncipe.

De último momento, por la tarde del martes 5, la CNN informó que Henry se encontraba en Puerto Rico, auxiliado por elementos del Departamento de Aduanas de EUA. Se desconoce, hasta el momento de escribir esta ISAGOGE, el destino que tomará el primer ministro haitiano, dada la situación que priva en el territorio haitiano. Una vez más, esta terrible situación recuerda el libro del revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor francés-caribeño, de origen martiniqués, Frantz Omar Fanon, Los condenados de la tierra. La suerte de ellos, casi a nadie le importa. Nada más, nada menos. VALE.