De las dos guerras más escandalosas y graves hoy, la de Ucrania acapara titulares: el asesinato de Aleksei Navalni, opositor a Putin y a la guerra hace que se hable de nuevo de una guerra tediosa mediáticamente. ¡Qué bueno!, aunque el conflicto está empantanado política y militarmente.

La otra guerra infame -hoy masacre- es la que se libra en los territorios palestinos por Israel que, en legítima defensa, ha respondido al artero y criminal ataque que el 7 de octubre le lanzó Hamas, la milicia fundamentalista que gobierna la Franja de Gaza. Hoy la respuesta de Israel, desmedida ha multiplicado las víctimas mortales, heridos, rehenes y daños materiales, que exige ser detenida -más allá de los intercambios de rehenes y otros acuerdos parciales que ha habido.

Las últimas, penúltimas noticias porque nada parece definitivo, es el anuncio del presidente Biden de que este 4 de marzo, seis días antes del inicio del mes sagrado, para los musulmanes, del Ramadán se habría alcanzado un alto el fuego en Gaza. Pero no es esta la opinión de los contendientes, aunque se sabe que Estados Unidos, Egipto y Qatar trabajan en la negociación que suspenda los combates, permita la liberación de prisioneros y ayuda que alivie las terribles condiciones de los habitantes de Gaza, escasos de agua potable, alimento, medicinas y servicios de salud y electricidad.

El optimismo de Biden sobre la inminencia de una tregua no parece ser, como digo, el de los contendientes: según un alto cargo del gobierno hebreo, “sorprendieron” a Netanyahu y parece, además, que el norteamericano hizo tales declaraciones en vísperas de las primarias de Michigan, donde una importante franja de la población es árabe estadounidense y, al igual que numerosos estadounidenses reprueba el apoyo “incondicional” del gobierno a Israel y a Netanyahu.

Pero haya o no sido sorprendido, el premier emitió un comunicado afirmando que, según una última encuesta, el 82% de la población estadounidense apoya a Israel frente a Hamas. “Esto -añadió- es un argumento de fuerza para continuar nuestra guerra contra Hamas hasta la victoria total”.

En lo que hace a Hamas, las declaraciones de sus dirigentes, empezando por su líder político Ismail Haniyeh, aunque aceptan que tienen lugar intensas negociaciones, dicen que aún falta mucho para darlas por concluidas exitosamente. Además, Hamas continúa insistiendo en que la concluida la tregua, Israel ponga fin a la guerra definitivamente, pretensión que Netanyahu calificó lisa y llanamente como “delirante”.

Bien se sabe -lo repito- que la guerra es para Netanyahu la “patente de corso” que le permite aferrarse al poder y, con ello, seguir escapando a la justicia ante la que tiene que responder por delitos de corrupción, algunos de los cuales presumiblemente involucran a su esposa.

Y como la corrupción es difícil de curarse, pero de fácil contagio, Antony Loewenstein, periodista australiano judío en su libro El laboratorio palestino, recién aparecido en España, dice que Israel ha convertido a Palestina en un apartheid tecnológico, haciendo de la ocupación un productivo negocio de exportación de armas -probadas en escenarios reales- que se venden, sin el menor escrúpulo, incluso a regímenes autoritarios y “hasta antisemitas como Hungría”. Ya sean drones o el programa de espionaje Pegasus, todo vende Israel, “el décimo mayor exportador de amas del mundo”.

Más allá de las negociaciones para una tregua, y más grave, es el que Netanyahu tenga un plan para el futuro de Gaza al concluir la guerra, que se traduce en el control por Tel-Aviv del territorio palestino: La Franja desmilitarizada, cuya seguridad dependerá de Israel y en la que no exista la UNRWA -la Agencia de la ONU para refugiados palestinos- porque se afirma, sin pruebas, que sus funcionarios estuvieron involucrados en la masacre del 7 de octubre. En pocas palabras, el plan de Netanyahu para el futuro de Gaza es el control de toda índole de territorio palestino por Israel. Un plan que fue rechazado con indignación por parte del gobierno palestino de la ANP.

Hay que decir que el gobierno de Netanyahu sigue contando con otro “ejército”-como lo llama Luis de Vega en su artículo aparecido en El País el 25 de febrero- el de los colonos judíos asentados en territorio de Palestina, violentos generalmente, fundamentalistas, que cuentan con apoyos de toda índole. Se habla de 600 o 700,000 en Cisjordania y 100.000 de ellos en Jerusalén Este. Estos y los funcionarios de gobierno y otros “Influencers” cometen delitos de odio y discriminación y habría quien pudiera considerarlos genocidas.

El tema clave de mi artículo vuelve a ser la solución de dos Estados, uno de ellos el Estado palestino sobre el que escribí mi artículo del 11 de febrero, pero mantiene actualidad a raíz de acontecimientos en Israel: la oposición a un eventual Estado palestino por parte de Netanyahu y por 99 de los 120 diputados del Parlamento israelí, lo que ha dado lugar a que Joseph Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, afirmara que Israel “no puede tener poder de veto” sobre la creación de tal Estado palestino.

La declaración de Borrell se dio en la Cumbre del G20, celebrada en Río de Janeiro, Brasil y es de preverse que este grupo de países, que reúne las 19 mayores economías del mundo, los dos tercios de la humanidad, se pronuncie abiertamente por la solución de Dos Estados, que implica el reconocimiento del Estado Palestino.

Por cierto, en esta guerra también de declaraciones inteligentes, pero también torpezas e imprudencias, se dio un enfrentamiento, lamentable, de Lula con el gobierno de Israel. Ojalá se supere.

En todo caso, del lado palestino se dio un movimiento al que quienes no somos expertos en el tema podemos considerar irrelevante: la dimisión del gobierno de Fatah, que controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Pero, lejos de ser irrelevante, lo que esta intentando este gobierno palestino, “el presentable internacionalmente” y Hamas, la otra facción, es “acercar posturas y cerrar filas ante la amenaza israelí”.

Concluyo reescribiendo el dicho del experto Andrés Ortega, cuyos análisis son siempre inteligentes y encuentro a menudo en mis lecturas: “Dos Estados no es la solución, pero es la única que hay”. Recuerdo, asimismo a mis lectores que se pronuncian por tal solución y algunos reconocen ya al Estado palestino: el presidente Biden, el mencionado Josep Borrell y específicamente el canciller Olaf Schol, de Alemania, el rey Felipe VI de España, David Cameron, ministro del Exterior del Reino Unido, António Guterres, secretario general de la ONU, y el Papa Francisco… y está considerado en el documento Hacia un Programa de Gobierno 2024-2030, presentado en octubre de 2023 por el Frente Amplio por México que postula a Xóchitl Gálvez para presidenta de México.