Tragicomedia mexicana

José Agustín me contó en un desayuno en la Fil de Guadalajara, que cuando murió Salvador Novo, José Emilio Pacheco le dijo que ya no pensaba seguir recopilando los tomos de La vida en México en el sexenio de… y si le gustaría relevarlo. A la oferta, que finalmente aceptaría Antonio Saborit, José Agustín contestó que lo que él quería era continuar la obra de Novo, idea que cuajó en la celebérrima Tragicomedia mexicana que nos narró no sólo los acontecimientos políticos del día, sino los rumores y hasta las bambalinas del quehacer político. Como todos los libros del autor guerrerense, sería otro éxito de librería.

 

Su persona

No lo traté tanto, pero la impresión que tengo es que no le tenía envidia a otros escritores y era, lo que es igualmente sorprendente, feliz. Su trato era cálido, y como su literatura, desparpajado. En esa época, todo mundo quería trabajar en el cine; afortunado, él fue director de Una de chocolate y dos de fresa y guionista de Sé quien eres te he estado observando, ambas con Angélica Ortiz como productora y Angélica María como protagonista. Fue guionista, con José Revueltas, de la cinta El apando, basada en la novela corta de Revueltas.

Y ya que salió a colación Angélica, contaré un asunto enojoso. De modo fortuito observé en primera fila su relación con José Agustín. En esos días, no le hablaba yo a Angélica que había sido compañera de la clase de baile y de comer una hamburguesa a la salida, pero cuando terminó con el escritor, Angélica fue a mi casa a filmar y les contó a mi mamá y a la actriz Lilia Michel, que llegó a casa de José Agustín y le abrió la puerta Margarita Bermúdez, quien a pregunta de Angélica, se identificó como la esposa del escritor. También por casualidad, viendo la televisión, creo que Netas Divinas, al interrogarla sobre su relación con el escritor, Angélica se puso seria y viendo a la cámara fijamente dijo: “Perdóname, Margarita, no sabía el mal que te hacía” y fue todo. A Margarita Bermúdez sólo la vi una vez, la recuerdo joven, tostada por el sol y con unos hermosos ojos.

 

La onda y la escritura

Si no recuerdo mal, Margo Glantz plantea que los jóvenes escritores (de 20 a 35 años) se llevaban mal con sus padres y por eso la agarraron contra el país. Me consta que Gustavo Sáinz, creo que sin mucha razón,  no se entendía con Jose Luis, su padre, quien alentaba, con un diminuto estudio y su máquina de escribir sus primeros intentos literarios. René Avilés ha dejado en su libro Recuerdo de mi madre, por qué su enemistad con su padre. Las veces que hablé con José Agustín no mencionó a su  familia, pero parece que sus relaciones eran buenas. Como sostuve en mi nota anterior, los de la onda se inclinaban hacia Cuba y José Revueltas. Para Margo, los jóvenes escritores eran, como la cinta de James Dean, unos rebeldes sin causa.

En oposición a los onderos, Margo postula de escritura a los que van por la innovación literaria y enumera (y mezcla) a Salvador Elizondo, Carlos Fuentes y Rosario Castellanos con José Emilio Pacheco, Juan García Ponce y Juan Vicente Melo. Algunos de los citados por Margo me hablaron para aconsejarme que no escribiera, y menos elogiosamente, de José Agustín. (Elena Poniatowska, hace una semana. recordó que también a ella le llamaron)- Era, creo, un round de los escritores que emergían y la corriente hegemónica.

 

¿Los últimos serán los primeros?

Unos piensan que el éxito de La tumba (1966) es insuperable y otros que Se está haciendo tarde (final en laguna), de 1973, es el máximo y desenfrenado ejemplo de la contracultura. Ciudades desiertas (1982) fue Premio Colima y Vida con mi viuda, de 2008, Premio Mazatlán. En lo personal, De perfil, de 1966, me atrapó a tal grado que le asesté una nota con el método estilístico. José Agustín recibió, en 2011, el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de Lingüística y Literatura.