La próxima administración del gobierno federal la encabezará una mujer, de ello no hay duda si observamos y analizamos encuestas así como el entorno del presente, es una buena señal para nuestro tiempo.

En la actualidad prevalece la violencia contra la mujer, alto índice de feminicidios, violencia intrafamiliar y una larga lista de hechos que reflejan con crudeza los signos de los tiempos que revelan una realidad que muchos parecen normalizar.

En política la mujer participa más, el derecho al voto les fue reconocido en nuestro país hace apenas poco más de 70 años, durante mucho tiempo fue relegada a papeles secundarios, ahora está en el sitial donde se toman decisiones, su participación fortalece a la democracia que no se parece en nada a la originada en Atenas, en la polis griega fue excluida.

No obstante, aún prevalecen ciertas conductas contrarias a la participación de la mujer, pese a que en la etapa actual del garantismo se hace ondear la bandera de los derechos humanos, las mujeres enfrentan exclusión, inequidad y violencia letal. La insensibilidad en un alto número de integrantes de la clase política es obvia, es claro que muchos aún viven en la edad de la oscuridad en que rifaban los dogmas y se combatió a la ciencia.

Si hablamos de la democracia, esto implica la inclusión de todas y todos porque no cabe la exclusión ni el sectarismo, no vivimos en la Edad Media, nunca más debe ser el tiempo del oscurantismo ni el despotismo, al contrario, la participación social es el motor que gestará los cambios necesarios para que los derechos sean auténticos y no solo proclamas.

Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez encabezan cada cual las alianzas partidarias con la finalidad concreta de ganar la presidencia de la república, es un hecho sin precedentes, anteriormente hubo mujeres que contendieron por la primera magistratura aunque sin verdaderas posibilidades de triunfo, el asunto actual es que no hay duda que la titularidad del Poder Ejecutivo próximo estará en una política, de entrada ya será un cambio.

Por lo anterior, es obvio que los avances se registran en materia de participación política, hay avances a golpe de presión social, no es un asunto de concesiones, ahora más mujeres participan en la toma de decisiones, la paridad en gobiernos se hace más evidente.

Sólo que la democracia mexicana no puede cantar victoria ni es robusta si no se atienden los asuntos de la violencia contra las mujeres, si no se hace lo necesario ante esta emergencia nacional no se pasará más allá de una retórica plagada de lugares comunes que terminan por ser repetitivos, cansinos e intrascendentes.

México no deja de sangrar, los costos trágicos se han disparado como armas y la consternación está permanente entre la sociedad, el tema de los valores deambula como fantasma, la llaga de la violencia produce una gangrena social.

El estado de derecho hace agua porque no disminuye la inseguridad y la percepción que se tiene al respecto resulta espeluznante, un alto número de mexicanas y mexicanos viven en la incertidumbre porque la zozobra se apodera de muchos lugares.