Desde el inicio del Siglo XXI se sabe que el talón de Aquiles de la nueva centuria es y seguirá siendo el terrorismo que no tiene “nacionalidad, patria ni religión”, y que lo único que les importa es “matar infieles”. Tan crudo como eso. El reciente acto terrorista del viernes 23 de marzo en las cercanías de la capital rusa ha causado, hasta el momento de escribir estas líneas, 137 muertos (incluyendo tres niños) y 182 heridos, de los cuales 140 siguen internados, medio centenar en estado grave. El Kremlin, muy a su manera, no ceja en su intento de vengarse en medio del dolor y el luto por lo que el presidente Vladimir Putin prendió veladoras en honor a los muertos del atentado en la ciudad de Krasnogorsk, a veinte kilómetros del centro moscovita. La romería popular fue multitudinaria. Putin insiste que Ucrania tomó parte del atentado y Kiev lo niega.

El despreciable acto —todo terrorismo lo es—, tuvo lugar en la popular sala de conciertos populares Crocus City Hall donde amenizaba la reunión el grupo de rock progresivo Piknik. Según medios rusos, algunos sobrevivientes tardaron más de un día en solicitar ayuda médica porque se encontraban en estado de shock.

Vladimir Putin dirigió el sábado 23 un mensaje a la nación y expresó sus condolencias a los familiares de las 137 personas asesinadas y declaró el domingo 24 día de duelo nacional. El líder del Kremlin calificó el ataque de “acción terrorista, sangrienta y bárbara…No enfrentamos no sólo a un ataque terrorista cuidadosa y cínicamente planeado, sino a un asesinato en masa de personas pacíficas e indefensas. Los delincuentes con calma y determinación, se propusieron matar, disparar a quemarropa a nuestros ciudadanos, a nuestros niños. Al igual que los nazis (en la IIGM) llevaron a cabo masacres en los territorios ocupados, ahora estos decidieron montar una ejecución espectáculo, un acto sangriento…Todos los ejecutores, organizadores y quienes encargaron este crimen tendrán un castigo justo e inevitable, sea quien sea y quien los haya dirigido, vamos a identificar y castigar a todos los que están dentro de los terroristas, a los que prepararon esta atrocidad, este embate contra nuestro pueblo”.

Por su parte, el Estado Islámico (EI) publicó, el domingo 24 del mes en curso, un video de minuto y medio con una secuencia gráfica del sanguinario ataque terrorista en la sala de conciertos populares en la que se aprecia como disparan a quemarropa contra los asistentes y degüellan a un hombre herido. Los navajazos del atacante demuestran que era alguien experto en el manejo de armas blancas. Los propina sin dudar, sabedor de su “oficio”. Sin misericordia. El video fue enviado en exclusiva a la agencia Amaq por el principal canal propagandístico del grupo terrorista e inmediatamente circuló por medio de canales de Telegram y WhatsApp, y en redes sociales como X. En el video subtitulado en árabe un terrorista dice: “Alá es el más grande, los infieles se derrotan con la voluntad de Alá. Salimos en el camino de Alá para dar victoria a su religión”. Dicen los expertos que el atentado tiene el sello indiscutible del Estado Islámico. Los ejecutores terroristas actuaron con celeridad, así como la agencia Amaq (del propio Estado Islámico), que desde una red social publicó un video con las imágenes de los matarifes vociferando las habituales arengas sobre muerte al “infiel” cristiano y a los “herejes” shiitas.

Respecto a las investigaciones sobre la matanza en la sala, a cargo del Comité de Instrucción de Rusia (CIR), el propio mandatario ruso afirmó que hasta ese momento se sabía que “los cuatro autores directos del ataque terrorista, todos los que dispararon y mataron fueron encontradas y detenidos. Intentarán escapar y se dirigieron rumbo a Ucrania, donde, según datos preliminares, les habían preparado una ventana para cruzar la frontera. Un total de once personas ya están detenidas”.

El Presidente ruso destacó que el Servicio Federal de Seguridad (FSB), el Ministerio del Interior, la Guardia Nacional y otras instituciones “están trabajando para identificar y descubrir toda la red de complicidades de los terroristas, quienes les proporcionaron el transporte, prepararon las rutas de escape de la escena de los crímenes, prepararon los escondrijos y les entregaron las armas y las municiones”.

Además, desde la mañana del sábado 23, Aleksandr Bortnikov, director del FSB, informó a sus superiores que “11 personas que participaron de una u otra manera en los actos terroristas, incluyendo los cuatro ejecutores de la matanza, ya estaban detenidas; y comenzaron a declarar en sus interrogatorios”. Así, “alguien —todavía sin identificar—, los contactó hace un mes en la red social Telegram y les ofreció 500 mil rublos (aproximadamente 50 mil dólares) por asesinar a la mayor cantidad de rusos durante una concentración con mucho público”. El declarante (no identificado, supuesto ayudante de un ‘predicador’), les marcó el lugar donde podrían recoger las armas enterradas en un bosque, y cobrar el dinero prometido en Ucrania. El FSB los detuvo en la región de Briansk, al intentar cruzar la frontera.

En tanto, los periódicos rusos, y sobre todo la televisión, dirigieron su atención en remarcar la posible “huella ucraniana” en la matanza. Sobre todo, culpar a Estados Unidos de América (EUA) por su “implicación en la guerra de Ucrania” y por no haber “comunicado a Rusia toda la información que tenía y podía haber evitado la masacre”. Sin embargo, se sabe que el jueves 8 de marzo la Embajada de EUA en Moscú advirtió que en las siguientes 48 horas podría ocurrir un atentado en la capital rusa, por lo que se recomendaba a la ciudadanía no asistir a lugares de mucha concentración humana. Pero, la advertencia no se tomó en cuenta, al grado que en una reunión de la plana mayor del FSB, Vladimir Putin indicó que “con ese tipo de avisos, Washington sólo busca chantajearnos y amedrentarnos”.

Por otra parte, informes de Inteligencia extranjera apuntan que si Rusia insiste en la versión que incrimina al gobierno de Ucrania, entonces EUA publicaría la información que envió  a las autoridades de Moscú para evitar posibles atentados, lo que pondría en evidencia al Kremlin por ignorarla no obstante que era precisa, como que los terroristas buscaban salas de concierto para realizar sus actos terroristas. Asimismo, la posición de Putin en estos momentos, pese a su reciente reelección, con tan altos números en las elecciones, no es nada cómoda. Hay descontento popular en el país no solo por la guerra en Ucrania, sino por la muerte inesperada de varios de sus principales adversarios, como el caso de Aléxei Navalny cuyo fallecimiento está en “proceso de investigación”. No obstante la vigilancia policiaca, los seguidores del popular opositor de Putin acudieron a sus ceremonias fúnebres, las que fueron retardadas por Moscú pese a las demandas de la madre y familiares del fallecido que estaba recluido en una cárcel en una colonia penitencia del ártico en las peores condiciones ni posibles.

Así las cosas, el conocido político y analista alemán, Nico Lange, afirma que Putin está en un dilema: “Si reconociera que la organización del Estado Islámico (EI), llevó a cabo el ataque terrorista, tendría que reaccionar con dureza contra ellos. Pero no es fácil que lo haga, porque ha inmovilizado el aparato de seguridad en la vacilante o costosa guerra de agresión contra Ucrania”. De tal manera, el domingo 24 de marzo, el tribunal moscovita de Basbanny acusó de acto terrorista a dos de los sospechosos detenidos: Dalerdzhon Barotovich Mirzoyev y Saidakrami Murodali Rachabalizoda, de acuerdo a informes de la antigua Agencia TASS (Agencia Telegráfica Soviética de Noticias).

Sin embargo, para el lunes 25, el presidente ruso reconoció que el atentado terrorista de tres días anteriores —con un balance provisional de 137 muertos— reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico fue cometido por “islamistas radicales”, aunque nuevamente insinuó que el hecho podría estar relacionado con Ucrania. Y el tribunal de Basbanny —ya citado—, decretó prisión preventiva contra otros tres sospechosos por la matanza en el Crocus City Hall, con lo que ya sumarían siete procesados por el mismo atentado. Estos incriminados fueron detenidos en las últimas horas, rastreados por medio del vehículo en que los sospechosos llegaron a la sala de conciertos y después intentaron huir con destino a Kiev. Sería el propietario del vehículo francés Renault, Dilovar Islomov, un taxista de 24 años de edad; su hermano, Aminchon, de 33, y su padre, Isroil, de 62.

Los implicados señalados como sospechosos, según información de los medios independientes Meduza y Novaya Gazeta Europa, se declararon inocentes, y aseguraron que no tenían ninguna relación con los detenidos originarios de Tayikistán ni con el terrible acto terrorista. Incluso relataron que acudieron voluntariamente ante alas autoridades para esclarecer los hechos, pero terminaron acusados como responsables de la tragedias que tiene enlutado al país por hasta 139 muertos y, mientras se le demuestra su culpabilidad o inocencia permanecerán en prisión por lo menos hasta el próximo mes de mayo. Entretanto, continúan las pesquisas para encontrar a los autores intelectuales y materiales del atentado, pues de acuerdo con el régimen ya están identificados por lo menos 11 de los supuestos criminales.

En tanto continúan las tareas de investigación, Putin insistió en ignorar la supuesta autoría del EI, al declarar que la absurda matanza fue obra de supuestos yihadistas, pero esto sólo podría ser el primer paso de una gran red criminal en la que estarían involucradas las tropas de Volodimir Zelenski.

La posible intervención de Kiev en el atentado es una obsesión de Putin, que conforme pasan los días es más difícil de comprobar. De tal suerte, Ucrania, por medio de Mikhaylo Podolyak, asesor del gobierno ucraniano, se deslindó del ataque al señalar: “Seamos claros, Ucrania no tiene absolutamente nada que ver con estos acontecimientos”. Para nuestro país, agregó, “lo importante es llevar a cabo operaciones de combate eficaces, acciones ofensivas para destruir el ejército regular ruso y poner fin a la invasión, no cometer atentados contra civiles”. Asimismo, el Cuerpo de Voluntarios Rusos (RDK), y la Legión por la Libertad de Rusia, considerados por el Kremlin “grupos terroristas”, que combaten al lado de Ucrania, también negaron haber participado en el acto terrorista.

Lo ocurrido en el salón de conciertos populares, en las cercanías de Moscú, recordó a todo mundo, toda proporción guardada, la tragedia del teatro Dubrovka en octubre de 2002, cuando un comando checheno de 41 hombres y mujeres se introdujo en la sala y tomó como rehenes a casi mil espectadores que disfrutaban el musical Nord-Ost y terminó con la vida de por lo menos 170 personas.

Bajo amenaza de dinamitar todo el edificio si Rusia no ponía fin a la primera guerra de Chechenia, Putin —que apenas tenía unos meses en su primer mandato presidencial—, no cedió (como acostumbra) y tres días después, todas las personas que se encontraban dentro fueron “dormidas” con bombas de gas y los atacantes fueron ejecutados por las unidades especiales que asaltaron el teatro.

Durante la “operación de rescate”, de acuerdo con la versión popular, por falta de antídotos suficientes y otros problemas de las ambulancias para llegar al sitio, perdieron la vida 128 rehenes y otras víctimas colaterales.

En fin, mientras la guerra continúa, Moscú lanza nuevos ataques y todo hace temer que en su plan de tomar venganza —contra todo lo que crea como su adversario—, el Kremlin aproveche los últimos actos terroristas para escalar la confrontación bélica. Tratándose de Putin todo es posible.

El mundo está loco. VALE.