Como ha sucedido en distintas etapas de la humanidad, la llegada de un avance tecnológico supone una transformación en el mercado laboral, cerrando oportunidades de empleo o creando nuevos trabajos que antes no se consideraban.

Así como en la actualidad ya no tenemos a trabajadores que se dedicaban a encender el alumbrado público al anochecer, en una época en que éste era alimentado por gas por la llegada de la electricidad –que hizo necesarios a los electricistas, un empleo hasta entonces inimaginable–, ahora una de las alarmas se enciende en el gremio de los desarrolladores y programadores de programas de cómputo por el arribo de la inteligencia artificial.

Se trata de un ámbito en el que la intervención humana podría sufrir una reducción ante la posibilidad de que a través de plataformas como ChatGPT cualquier persona puede crear un programa sin necesidad de tener conocimientos previos.

Pero también hay un poco de alarmismo y deseos de generar escándalo para recibir visitas en portales web, pues si bien es posible que una herramienta de inteligencia artificial genere el código de un programa, también es cierto que la creación de un software especializado necesita a una persona de carne y hueso detrás de la redacción de las líneas que lo componen.

Algo similar ocurre en el ámbito del periodismo, en donde se han prendido los focos rojos ante la posibilidad de que los redactores sean sustituidos por herramientas de inteligencia artificial, pero no será el caso de los reporteros que informan desde el lugar de los hechos, entrevistan a actores de los acontecimientos de interés o analistas que nos explican los porqués de los sucesos que atestiguamos a diario.