Dados los “Juegos del Hambre” que vive la Humanidad, en el mundo abundan los mandatarios “ignorantes”, como los llama el orejas de burro argentino Javier Milei, afirmación que avivó el cotarro en México y hasta en Estados Unidos de América (EUA), unos defendiendo al indefendible Andrés Manuel López Obrador y otros a Donald Trump, que en honor de la verdad está peor que el tabasqueño. Ninguno de los dos tiene salvación. López, como merolico las 24 horas del día, inventando un “posible” “golpe de Estado técnico” (sic) por los miembros del Poder Judicial, adelantándose a su propia “elección de estado” en 2024, y el magnate, como el único mandatario estadounidense que propició un golpe de Estado en la Unión Americana, ondeando la bandera de fraude electoral en su contra porque Joe Biden le derrotó legítimamente en las urnas. Así fueron las cosas.

Cuando los simpatizantes de Donald Trump y los de Andrés Manuel López Obrador coinciden en afirmar que uno y otro “fueron elegidos” por Dios para llegar al puesto político más importante de sus respectivos países, es posible creer cualquier tontería. “Dicho con todo respeto”, como repite constantemente el originario de Macuspana. De hecho, el propósito del enjuiciado ex presidente, que todavía ignora el derrotero de su futuro político, es transformar al Partido Republicano, con insistencia y absoluta devoción, en una especie de secta de Trump. Su habilidad para cambiar la pasión de sus devotos en una piedad religiosa es la llave para entender su éxito político. Una vez aceptada esta creencia, lo demás viene por ley de la gravedad. Todo es posible.

Es seguro que cuando Trump —el virtual candidato presidencial republicano, como aseguran sus incondicionales y otros que no lo son tanto–, aseguró que él no daría “ni diez centavos” al plan propuesto por el presidente López Obrador para atener las causas de la migración en Latinoamérica, por su mente no pasó el recuerdo de la famosa Ópera de los tres centavos del compositor Kurt Weill y del escritor Bertolt Brecht, basada en la obra del inglés John Gay, La ópera de los mendigos, crítica de todas las clases sociales del siglo XVIII. La cultura de Trump no llega a tanto. Ni la del tabasqueño.

Sucede que en una entrevista para el programa One Nation, de FOX  News, el conductor Brian Kilmeade pidió al ex presidente su punto de vista sobre la interviú que el mandatario tabasqueño concedió a la corresponsal de 60 Minutos, de CBS, Sharyn Elizabeth Alfonsí, originaria de Mississippi y egresada de la Universidad del mismo estado.

Trump afirmó que “no le daría ni 10 centavos” a la administración de México para el apoyo migratorio y permisos de trabajo para los latinos (sic), sobre todo venezolanos y cubanos; acto seguido arremetió contra AMLO. El magnate señaló que López Obrador “exige” 10 mil millones de dólares al año como ayuda migratoria, pero “es muy simple. Nunca me dirían eso. Nunca lo dirían antes de que hablemos. Quiero 10 mil millones de dólares al año. No les daría ni 10 centavos”.

El magnate de origen neoyorquino indicó que eso es una falta de respeto hacia el presidente Joe Biden y su administración, pero el “día más importante en la historia de nuestro país será el 5 de noviembre. Nuestro país va mal y cambiará el día de la elección y si no cambia, ya no vamos a tener país”, concluyó en la entrevista que tuvo lugar en un avión privado.

“En 60 Minutos —el programa televisivo que se inició desde 1968, ha sido ganador de los principales premios periodísticos de USA—, AMLO dijo: “En México no vamos a cerrar nuestras frontera hasta que ustedes cambien su política hacia Cuba y “. ¿Está bien que el presidente mexicano dicte la política estadounidense?, preguntó Kilmeade. Trump respondió que L. O. Dijo más que eso.

“Dijo que quiere 10 mil millones de dólares básicamente solo para hablar, 10 mil millones de dólares para hablar, y eso ha salido a la luz desde entones, y no, eso no sucederá conmigo, con el muro”, comentó. El mandatario mexicano pidió a la administración de EUA invertir para aplicar programas de apoyo de manera conjunta. En enero habló de cuatro medidas. “Una, 20 mil millones de dólares para países de América Latina y el Caribe. Que el Congreso de EUA apruebe un plan de cooperación para el desarrollo y el bienestar. Estamos hablando en lo estructural . No lo hacen y cuestionan”, abundó Trump.

En fin, otras medidas propuestas por AMLO fueron regularizar a 10 millones de hispanos que tienen más de una década trabajando al norte del río Bravo. Suspender el bloqueo a Cuba y suspender todas las sanciones a Caracas. En tales circunstancias, no debe hacerse a un lado la manera de gobernar de Trump. Su primer cuatrienio lo demuestra muy claro. Al magnate lo que realmente le fascina es “humillar a sus rivales”, y rendir pleitesía a sus ídolos como Vladimir Putin. Y cuando se enfrenta a mandatarios jóvenes y fuertes,  como sucedió con Emmanuel Macron, de Francia, que con  un simple apretón de mano lo puso en su sitio. El personaje del peinado extravagante no trata de manejar mejores argumentos, contar con  ideas diferentes, llegar a acuerdos innovadores. Nada de esto, lo que le fascina es humillar y lo disfruta. Hasta con los jueces que estudian sus procesos lo pretende hacer. Y a veces paree que lo logran.

A la propuesta de AMLO de que la Unión Americana invirtiera en Hispanoamérica 20 mil millones de dólares para tratar de resolver la migración ilegal del otro lado de la border, Trump pudo negarse de muchas maneras, pero como se trataba de no tener misericordia con nadie, se sacó del magín la frase mágica: “ni diez centavos”.

El posible retorno de Trump a la Casa Blanca ya no le preocupará a López Obrador, sino a la sucesora en Palacio Nacional. Quien sea debe estar en condiciones para hacerle frente. Lo sabe todo mundo. Nadie ignora que el fachoso magnate ya ha sido una pesadilla recurrente que ya les amargó la vida a dos presidentes mexicanos que se equivocaron rotundamente con el estrafalario —pero poderoso— mandatario estadounidense. Sus contundentes afirmaciones sobre la política migratoria destacan como un recordatorio inquietante de su enfoque implacable sobre este tema.

Nadine Cortés, abogada especialista en gestión de políticas migratorias internacionales, en una colaboración periodística publicada en El Financiero, el pasado 2 de abril, explica la dura política de Trump por medio de órdenes ejecutivas que impactaron sobremanera, como la Orden Ejecutiva 13767, de enero de 2017. “…Cuando Trump afirma que no dará “ni diez centavos” a México en materia migratoria, es importante reconocer que estas palabras no son meras amenazas, sino una expresión de su determinación y convicción en este tema. Dudar de la firmeza de sus intenciones sería ignorar su historia y su estilo de liderazgo caracterizado por la toma de decisiones audaces y sin rodeos”.

“…Mientras reflexionamos sobre las palabras y acciones de Trump, también debemos considerar el impacto humano y político de su enfoque en la migración. Las políticas restrictivas y las medidas draconianas pueden tener consecuencias devastadoras para las comunidades migrantes y generar tensiones en las relaciones internacionales. Es fundamental encontrar un equilibrio entre la seguridad fronteriza y el respeto por los , así como buscar soluciones integrales y cooperativas para abordar los desafíos migratorios”, agrega Nadine Cortés.

“Es crucial reconocer —agrega la especialista—, que la relación bilateral con EUA, especialmente por lo que respeta a la migración, será una de las principales tareas pendientes para el próximo líder mexicano. Independientemente de quien resulte electo, enfrentará el desafío de equilibrar las necesidades y preocupaciones internas con las demandas presiones externas, especialmente en relación con la política migratoria de EUA”.

Sobra decir que, en resumen, la migración seguirá siendo un tema crucial en la agenda política de México, y el próximo mandatario enfrentará el desafío de abordarlo de manera efectiva y humana, y no “permanecer callado, como momia” —dijera el parlanchín hombre de las mañaneras.

Resulta que López Obrador es “muy valiente y justo” cuando se enfrenta con los supuestos adversarios de la prensa nacional. Pero ahora, que Donald Trump en plena campaña se da gusto denigrando a los migrantes mexicanos y a los procedentes de otros países iberoamericanos al grado de no considerarlos “seres humanos” (sic), queda “callado como momia”. Da la impresión de no querer molestar” a su amigo el ex presidente Donald Trump. No falta quien recuerde el refrán campirano: “Perro que ladra no muerde”.

Los malos ejemplos cunden. Después de las decisiones racistas en contra de los mexicanos y de otras nacionalidades,  que ha dispuesto el gobernador de Texas, Gregory Wayne Abbott, más conocido como Greg Abbott, que pese a sus incapacidades de movilización (que le produjo la caída de un roble durante una tormenta) casi cumple una década en el puesto, la próxima aprobación de un proyecto de ley en Iowa, que permitiría a las fuerzas estatales arrestar y deportar a emigrantes genera ansiedad entre esos grupos sociales que ya sopesan su decisión de encaminar sus pasos con destino a EUA.

Dicho proyecto legal, que se espera firme en breve, la gobernadora Kimberly Kay Reynolds —conocida como Kim Reynolds—, tipificará como delito estatal la presencia de personas en Iowa que previamente hayan sido rechazadas de EUA.

La orden del juez debe identificar el método de transporte para salir del país y un policía o una agencia de Iowa para monitorear las salidas de los migrantes. Aquellos que no salgan del país podrían ser arrestados bajo cargos más graves. La medida refleja aspectos de una ley similar en Texas, actualmente bloqueada en los tribunales.

Durante una reunión en la biblioteca pública de Des Moines hace pocos días, los asistentes expresaron su preocupación sobre si es seguro llamar a la policía, y si esta puede interrogar sobre el estatus migratorio qué hacer en caso de caracterización racial. La pregunta que más se repitió fue “¿Debería irme de Iowa?”, generado más ocupación y reflexión entre los presentes.

En suma, en Iowa y en el resto del país, los dirigentes republicanos se han manifestado en torno al estribillo “cada estado es un estado fronterizo”, mientras acusan al presidente Joe Biden de descuidar sus responsabilidades de aplicar la ley federal de inmigrantes.

Lo dicho, los comicios presidenciales del próximo 5 de noviembre en EUA, pueden resolverse alrededor del tema migratorio, sobre todo si las máximas autoridades mexicanas permanecen “calladas como momias”, ante los embates racistas de los militantes republicanos”, como las que usted ya conoce. Demasiada saliva en las mañaneras. VALE.