Tal parece que los seres humanos no logran entender que la ley del talión no resuelve ningún problema. Como tampoco el linchamiento. Sin embargo, aunque la humanidad sufre las 24 horas del día un absurdo derramamiento de sangre en varias partes del planeta, muchos “gobernantes” —que presumen de ser los representantes de sus respectivos pueblos—, persisten en repetir que todas las ofensas (por mayores o mínimas que sean) hay que “cobrarlas” con la vida de los contrarios, aunque la mayoría de los que fallecen sean inocentes: ojo por ojo, diente por diente. Una y otra vez. Hasta la náusea. El mejor ejemplo de esta brutalidad es lo que cotidianamente sucede en la mayor parte del Oriente Medio, donde nacieron las principales religiones del mundo: el judaísmo, el islam y el cristianismo. Por eso a la región se le llama Tierra Santa, qué ironía. Nunca como ahora lo irracional trata de imponerse en esas tierras ahítas de sangre. Mayor contrasentido subleva.

En lugar de buscar las mejores vías para resolver los enfrentamientos que emponzoñan la vida de los pueblos del Oriente Medio, el mundo se divide en dos bandos: a favor o en contra de las naciones islámicas (la mayoría árabes), o a favor y en contra de Israel y de sus aliados. Una historia interminable que se repite cotidianamente. Todos tienen la razón y todo son culpables. Nadie cede un solo paso. Así, jamás podrán conciliar sus diferencias y afianzar sus coincidencias. Las disputas son tan viejas como antiguas son sus historias. Y así continuarán hasta que todo se pierda en el “abismo nuclear”. Los organismos internacionales no son capaces de dirimir el conflicto, los intereses internacionales se imponen y la cordura se aleja. Israel acusa en la ONU que “el régimen de los ayatolás está a semanas” de poseer el arma atómica, y Antonio Guterres advierte que “el mundo no puede permitirse más guerras”.  Mientras que Occidente aparece como el malo de la historia, los regímenes populistas de izquierda avivan los sentimientos nacionalistas de las capitales antisemitas. Y así crece la discordia en lugar de dar paso al entendimiento. Los ismos solo envenenan el ambiente. Los lobos con piel de oveja no son la mano que mueve la cuna, pero así parece. Ya basta. Jugar con fuego siempre quema. En esos andamos otra vez. ¿Hasta cuándo?

Todos los días, los medios de comunicación repiten una manida frase: “dejà vu” cuando se refieren al conflicto permanente en el Oriente Medio. Lo ideal sería que cualquiera de las partes en pugna demostrara su voluntad de que el enfrentamiento armado terminara de una vez y para siempre, pero eso parece un sueño cuando, por ejemplo, el presidente iraní, Ebrahim Raisi declara que “su país podría haber destruido Israel en el ataque masivo del sábado 13 del mes en curso con cientos de misiles y drones, pero que optó por un ataque limitado”. Esas palabras las dijo Raisi durante un discurso con motivo del Día Nacional del Ejército. A lo que agregó: “La Operación Promesa Verdadera fue una acción limitada y no integral. Si hubiese sido una acción a gran escala, no quedaría nada del régimen sionista”. Por si hiciera falta mayor desmesura en la retórica iraní, frente a Raisi desfilaron efectivos de sus Fuerzas Armadas, y vehículos blindados cargados con drones y misiles en el centro de Teherán. Paradas semejantes se repitieron en otras ciudades del país. La exhibición del poder militar de Irán era evidente. Además, el mandatario recalcó: “ Si el régimen sionista comete la más mínima agresión en nuestra tierra, recibirá una respuesta feroz y severa”. En los últimos días, Raisi ha repetido muchas amenazas de este tipo.

En una conversación con el emir de Qatar, Tamim bin Hamas al Thani, Raisi advirtió que la “mínima acción contra intereses iraníes, recibirá una respuesta dura, amplia y dolorosa contra el perpetrador; se responderá en segundos con armas no usadas hasta ahora”.

Las autoridades iraníes han insistido desde el fin de semana último, que el ataque con drones y misiles contra el estado judío, fue “necesario, proporcional y dirigido a objetivos militares”, como “respuesta al bombardeo del consulado iraní en Damasco, el lunes 1 de abril por parte de Israel”. Mientras Jerusalén no ha decidido qué respuesta dará al inusitado ataque del sábado 13 en contra de su territorio por parte del ejército iraní, los líderes de Teherán han elevado el tono de sus advertencias contra Eretz Israel. Así está el ambiente en aquella parte del mundo.

De más está decir que las dos íes (Irán e Israel) no cesan de  cruzar amenazas entre sí, lo que aumenta los temores de una escalada en el Oriente Medio, con la guerra en la Franja de Gaza como telón de fondo, mientras que la cúpula de los líderes mundiales instan a Jerusalén a no tomar represalias por el bombardeo sin precedente ordenado por los ayatolás el reciente fin de semana, en respuesta al ataque de un supuesto consulado iraní en la capital de Siria, a principios de mes, con un saldo de 16 personas muertas.

La ofensiva sabatina por parte de Irán no fue un mero experimento. Se lanzaron 120 misiles balísticos sobre el territorio judío, además de 30 misiles de crucero y más de 170 ataques con drones. El daño producido por tal cantidad de artefactos explosivos se redujo al mínimo gracias al llamado “escudo de acero” que representa el efectivo sistema antimisiles desplegado por Israel en su territorio. Aparte del apoyo estadounidense y británico en el mismo sentido. La clave es la dimensión del bombardeo: 10 o 20 drones pueden ser eliminados con cierta facilidad, 500 ya es otro asunto. Eso ya es un ataque estratégico.

Ante la importancia del ataque, Daniel Hagari, portavoz de las fuerzas armadas israelíes, aseguró que su país no se quedará con los “brazos cruzados ante tamaña agresión, Irán no saldrá indemne”.

Pese a todo, de acuerdo a la emisora pública judía Kan, Israel aseguró a los países árabes que su respuesta al ataque de Irán no los pondrá en peligro. Según este medio, Jordania, Egipto y los estados del Golfo Pérsico no deben temer, pues cuando esto se haga se llevará a cabo de tal manera que Teherán no pueda implicarlos en la represalia. Pero, en esto, como en otros temas, una cosa es lo que se dice y se promete, y otra, lo que realmente sucede.

“Tendremos que reaccionar —declaró Yuli Edelstein, diputado que preside la comisión de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset (Parlamento unicameral)—, y espero sinceramente que les sirva de lección, de que no se puede atacar a un país soberano sólo porque te parezca factible”.

Cuando el gobierno israelí muestra a la prensa internacional el tamaño de los restos de los misiles derribados, dirigidos a blancos militares, pero también a centros civiles, hasta los reporteros menos avezados comprueban que ese armamento no era de artificio, sino para destruir y matar indiscriminadamente. Mientras Netanyahu y su equipo de gobierno deciden lo pertinente respecto a la respuesta en contra de Irán, está en proceso una ofensiva diplomática contra el régimen de los ayatolás; se hizo un llamamiento a 32 países para que se impongan sanciones contra su programa de misiles y declarar a la Guardia Revolucionaria iraní “organización terrorista”.

El gobierno de Joe Biden hizo al respecto una declaración favorable y anunció, el mismo martes 16 del mes en curso, que habrá nuevas sanciones al programa de armamento iraní; además, la Casa Blanca, espera medidas similares a las suyas de parte de sus socios y aliados. Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Unión Americana, aseguró que el objetivo es aumentar la presión “para contener y degradar la capacidad y eficacia militar de Irán y hacer frente a todos sus comportamientos nocivos”. Por su parte Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, también confirmó la “expansión de las sanciones contra Irán”.

Los miembros de la UE pidieron aumentar las restricciones que castigan el suministro de piezas y componentes a Rusia, al envío de misiles y drones iraníes a fuerzas afines en la región, como de Hezbolá en Líbano o los rebeldes hutíes en Yemen.

En el ámbito diplomático, relatores de Naciones Unidas (ONU), a principios de esta  semana afirmaron que Israel violó el derecho internacional con el bombardeo del supuesto consulado iraní en Damasco, que tuvo un saldo de 16 personas muertas, entre las que se contaban siete miembros de los Guardianes de la Revolución, lo que supuestamente fue el pretexto que usó Teherán para bombardear territorio israelí.

Los relatores citados subrayaron: “Todos los países tienen prohibido privar de forma arbitraria a personas de su derecho a la vida en operaciones militares en el extranjero; también en operaciones contra el terrorismo”, antes de insistir que los “asesinato en territorio extranjero son arbitrarios cuando no están autorizados por el derecho internacional”. En este sentido, la ONU no hace excepciones. No hay vuelta de hoja.

Los especialistas de la ONU argumentaron que Israel no parece haber llevado a cabo un ataque en defensa propia, debido a que no ha presentado pruebas de que Irán estuviera emitiendo un “ataque armado”, e insistieron en que Jerusalén no presentó justificación legal para el bombardeo o informado del mismo al Consejo de Seguridad del organismo mundial, tal como se establece en el artículo 51 de la Carta de la ONU.

Además, “la fuerza ilegal no fue usada sólo contra fuerzas armadas iraníes, sino también contra territorio sirio”. Es más, los relatores abundaron: “el ataque israelí fue lanzado de manera parcial desde los Altos del Golán, territorio sirio anexionado”, y puntualizaron que los implicados en la ofensiva podrían haber cometido crímenes también bajo un tratado internacional contra el terrorismo. Irán, Israel y Siria son parte de este tratado y tienen jurisdicción penal sobre este tipo de delitos”.

Por último, la respuesta de Irán supone también un uso prohibido de la fuerza según el derecho internacional público y argumentaron que, si bien el bombardeo del día 1 de abril, fue suficientemente grave como para ser calificado de “ataque armado”, Teherán no tenía derecho a la defensa propia, que aplicó el pasado sábado 13, ya que la embestida había terminado. A eso me refiero, líneas atrás, cuando afirmo que todo son culpables.

Así las cosa, los relatores reiteraron que todos los países tienen el deber de evitar dar apoyo a actos terroristas contra civiles y que su territorio sea usado con estos objetivos, antes de pedir al Consejo de Seguridad de la ONU que responda de forma efectiva a los países cuyas acciones amenacen la paz internacional.

Entonces, ¿quiénes deben dar los primeros pasos atrás? TODOS, no solo uno. Como dijo don Alfonso Reyes, nuestro recordado polímata y polígrafo diplomático: “todo lo sabemos entre todos”. VALE.