Me preguntaba, al escribir este artículo, si podrían interesar a los lectores las elecciones presidenciales de Senegal, cuando estamos siendo testigos de una grave crisis diplomática entre México y Ecuador, a la que nos ha llevado, por un lado, la torpe izquierdosa declaración de un presidente, siguiendo las instrucciones de un prófugo de la justicia residente en Bélgica y, por otro, el machismo inexperto y ambicioso de otro, que imita a un presuntuoso centroamericano, cuasi dictador. Una crisis derivada del asalto, por policías armados, a la Embajada mexicana en Quito y el secuestro de un asilado, en violación del derecho internacional, y de las normas elementales de convivencia y respeto entre países.

Sin embargo, mi colaboración del domingo 21 de abril sobre esta reciente elección presidencial de Senegal puede ser interesante porque, estando México en víspera de unos comicios trascendentales, muestra la dramática situación que enfrentó el país africano y los líderes de la oposición ante la pretensión del presidente –insólita– de mantenerse en el poder.

Digo que insólita porque Senegal, ubicado en la región del Sahel, a pesar de ser vecino de brutales dictaduras militares: Mali, Níger y Burkina Faso, que se encuentran, además entre los 10 países más pobres del mundo, según el informe del PNUD aparecido en marzo, es un país que, desde que se independizó –de Francia– en 1960, no ha sufrido golpes de Estado y ha celebrado elecciones y transferencias de poder con normalidad.

Es interesante recordar que Senegal, cuya historia lejana lo vincula a los imperios mandingas del Este, era en el siglo XVII un importante centro del comercio de esclavos: desde la isla de Gorée, cercana a Dakar, en cuyas prisiones se hacinaban hombres, mujeres y niños, serían embarcados como mercancía hacia América. Yo visité Gorée y quedé abrumado.

Y, valga como contrapartida de esa historia infame, saber que Senegal, independizado de Francia en buenos términos, eligió en agosto de 1960 a su primer presidente, Leopold Senghor, poeta destacado, miembro de la Academia Francesa, estadista y uno de los padres de la Negritud, la brillante teoría que enaltece a la raza y la cultura negras. No solo de África, pues otro escritor y poeta, el martiniqués Aimé Césaire, enaltece la Negritud hablando de sus compatriotas isleños, y también de los negros de Estados Unidos.

Senghor se retiró de la presidencia en 1980, nombrando sucesor a Abdou Diouf quien profundizó la democracia, siendo reelecto varias ocasiones –a él entregué, en 1996, mis Cartas Credenciales como Embajador de México– hasta que en la elección del año 2000 fue derrotado y entregó la presidencia al líder de la oposición Abdoulaye Wade, lo que significó el recambio no solo de presidente, sino de partido político. Wade se reelige en 2007, pero, derrotado en 2012, es sucedido por Macky Sall, quien había sido su primer ministro y, ya como presidente, gobernó hasta el 4 de abril.

Esta historia de una democracia civilizada y funcional ha tenido, por supuesto problemas en la lucha política y entre partidos y líderes. El país, además, ha sido escenario del intento de secesión de un amplio territorio: la Casamance, lo que por fortuna fue superado a través de un acuerdo que firmaron en 2004 el presidente Abdoulaye Wade y el abad Augustin Diamacoune Senghor, líder secesionista –hago un breve paréntesis, por lo que me disculpo, para comentar que hice del abad personaje de algún cuento y novela que escribí.

Por otra parte, Senegal sufre, como un buen número de países africanos, el síndrome o complejo de “colonizado” y toma decisiones, más de una escandalosa y arriesgada, para mostrar –dragonear– que ejerce plenamente su soberanía, sin injerencias de la potencia colonial, Francia en su caso. A ello se debió que Dakar y sus vecinos Mali, Burkina Faso y Níger decidieran dar por concluida la cooperación militar con París –y estén “rompiendo” lazos con sus socios occidentales, además de Francia, Estados Unidos.

De manera escandalosa, especialmente estos tres vecinos de Senegal, hoy convertidos en brutales dictaduras abjuraron de la cooperación de Francia –que seguramente tiene muchos motivos de crítica– y se han entregado a la “cooperación en seguridad y militar” de Rusia a través de lo que ha sido el Grupo Wagner de mercenarios instalados en varios países y haciendo negocios millonarios con el contrabando de diamantes.

Recuérdese que el Grupo Wagner fue organizado y comandado por Yevgeny Prigozhin, que habría intentado imponerse a Putin, fracasó, fue perdonado y murió, “providencialmente”, en un accidente aéreo. Por cierto, hoy este grupo decidió llamarse África Corps, ¡casi como el Afrika Korps alemán que dio tantos triunfos a Rommel en la Segunda Guerra Mundial!

De vuelta a esta reseña de la democracia civilizada y funcional, estuvo a punto de descarrilar porque Macky Sall, el presidente, se encaprichó con el poder y maniobraba para mantenerse en su cargo, contra la ley y la voluntad popular: armando una trama contraria a la tradición democrática del país: ya en 2021 logró encarcelar a Ousmane Sonko el líder opositor, carismático y con partido organizado y partidarios,

El encarcelamiento de Sonko, los enfrentamientos de sus partidarios con partidarios de Sall, más la represión por las fuerzas del Estado dejaron graves saldos de muertos, heridos y daños materiales, mientras el presidente que no quería abandonar el poder maquinaba. Además de encarcelar a Sonko, había recluido en prisión a Bassirou Diomaye Faye, el segundo en el partido de aquel –PASTEF (Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad), su asesor y hombre de confianza y asesor. Intentó, asimismo, diferir por varios meses las elecciones, lo que fue rechazado por el Consejo Constitucional, recibiendo, además el extrañamiento del secretario de Estado norteamericano Antony Blinken y de la Unión Europea.

Finalmente, la elección presidencial tuvo lugar el 24 de marzo, compitiendo Amadou Ba, candidato del gobierno y el mencionado Faye, desde la cárcel y liberado a última hora por una ley de amnistía exprés, en sustitución de Sonko, quien también recobró la libertad, pero estaba impedido de postularse. Con el triunfo contundente de Faye, en primera vuelta con el 54 por ciento de los votos, que, en una muestra admirable de honestidad y madurez democrática fue reconocido por Amadou Ba incluso antes de hacerse oficiales los resultados.

Faye, de 44 años, es el presidente más joven de la historia de Senegal y tendrá a su lado, nombrado por él, a Ousmane Sonko, como primer ministro. Con lo que se beneficia de su experiencia y gran popularidad. Bígamo, lo que acepta su religión islámica, el mandatario se presentó al cierre de su campaña electoral de la mano de sus dos esposas, lo que generó tanto aceptación como críticas.

Faye ha sido considerado el candidato de los jóvenes con un discurso anticolonialista y rupturista, comenzando con su anuncio de que renegociará los contratos petroleros y de pesca, así como no temer el desvincularse del franco CFA, moneda común controlada por París que comparten 14 países africanos –una desvinculación que considero errónea.

Francia ha felicitado a Faye y Macron mismo ha declarado su intención de trabajar con él. Como también debe interesar hacerlo a España. París por ser ahora el único interlocutor presentable en su zona de influencia del Sahel, infestada de dictadores asesinos y zafios. Madrid, porque España, apoya un megaproyecto de un gasoducto por toda la costa africana desde Nigeria hasta Marruecos, que pasa por Senegal. Y diría para terminar, que ojalá las renegociaciones petroleras y de pesca que proyecta el flamante presidente creen empleos para los jóvenes, hoy condenados a emigrar masivamente.