“La facultad de aprovechar bien mis recursos dismunuye cuando su número aumenta”.

Robert Bresson (Notas sobre el cinematógrafo, Ediciones Era, 1979).

Nunca habrá otra mujer igual a ella. Su trabajo creador nos lleva a la hipótesis de que la imaginación, la invención, es un género literario. Jean-Luc Godard inventó, en sus inicios como realizador cinematográfico, a la mujer ideal y despreció a la imaginativa, a la inventora Agnés, quien lo hizo vivir más que ella.

Me parece claro que el cine se inventó para servir a la mujer ideal, absoluta, deseada, jamás tenida, sino en la imaginación de quienes buscan la perfección de la naturaleza: las procreadoras de la vida y el amor. Sí, ella es, aunque haya muerto, Agnés Varda.  Nuestro asunto es el cinematógrafo.

De entre los muertos (Vértigo, Estados Unidos, 1968) de Alfred Hitchcock, con Kim Novak y James Stewart. Lo cierto es que en la imaginaria es un ejemplo del culto a la mujer, como muy bien sabía hacerlo Hitchcock.

Trascribo un comentario en inglés del film.

“Retired police detective, who has a fear of heights, is hired by old school chum in San Francisco to keep an eye on his wife, eventually falls in love with his quarry… and that´s just the beginning; to reveal more would be unthinkable. Haunting, dream-like thriller, with riveting Bernard Hermann score to match, a genuinely great motion picture that demands multiple viewings.”

¿La mejor película de todos los tiempos, mejor que El Acorazado Potemkin, mejor que El Cuidadano Kane, mejor que Cuentos de Tokio, mejor que El Padrino.

Pero, sigamos con Agnés Varda.

Querida Agnés te le adelantaste a Godard. Años atrás, platicaba con un amigo en la Cineteca Nacional y de repente me dijo: “Ahí va Agnés Varda”. Voltee y te vi, caminando grácilmente, como un Ángel que pasa. Me levanté a saludarte. ¿Cómo no, como no iba a saludar a la creadora de Cleo de cinco a siete, de La Felicidad, de Las Creaturas, e integrante de aquella vieja nueva ola del cine francés? ¿Qué puedo decir de tus inquietudes estéticas cinematográficas? Citaré a Jean Mitry, sobre Cleo de cinq a sept, Francia, 1962): “Una joven danzarina desahuciada por los médicos toma conciencia de su egoísmo, y de su aislamiento. Un encuentro la hace volver a tomar gusto por la vida. La película, que dura de cinco a siete horas, en sus etapas sucesivas, es decir, en una serie de acontecimientos en que la duración real se identifica con la de la proyección, es una especie de ‘documental psicológico’ sobre las relaciones entre el momento presente y el recuerdo. El estilo flexible y matizado de la narración se opone, como en todos los films de este autor (autora-realizadora, se diría), a un excesivo amaneramiento.”

Querida Agnés (Bruselas, Bélgica, 30 de mayo de 1928-París, Francia, 28 de marzo de 2019) te le adelantaste a Godard que, como nosotros, llora en secreto tu partida, así como tú lloraste, cuando no te recibió, al final de una de tus últimas películas.

He aquí mi comentario de la película:

Rostros y lugares (Visages villages, Francia, 2017).

Con la colaboración del fotógrafo y artista urbano JB, la célebre realizadora francesa, nacida en Bélgica, de  ficciones y documentales francesa recorre, de manera muy particular, algunas regiones de la campiña y ciudades de Francia, con su equipo de fotógrafos, para captar a sus habitantes en sus labores cotidianas y la manera como los registra en murales y otras formas el artista callejero JB. Antes del viaje, emprendido por ellos, la simpática Agnés (a quien tuve el placer de saludar, hace algunos año (2010) en la Cineteca Nacional) usa imágenes del archivo de Jean-Luc Godard, otro célebre realizador de la famosa “Nueva Ola”. Su propósito, quizá, fue concluir su trabajo, encontrándose con él y por tales o cuáles circunstancias no se logró el objetivo.

Si Godard se negó  a que no ocurriera el evento o por cualquier otra causa, el llanto de Agnés al no consumarse el hecho es una muestra evidente de que la amistad fue transgredida por el villano ausente.  Ya muertos todos aquellos realizadores de la Nueva Ola, Agnés queda como la última de los precursores de esa Nueva Ola (Alexandre Astruc, Jean-Pierre Melville, Roger Vadim, Louise Malle) y de aquellos, como Claude Chabrol, François Truffaut, Jacques Rivette, Jacques Doniol Valcroze, Eric Rohmer, Pierre Kast, del grupo Cahiers du Cinema. “No le saques Godard” Agnés te sobrevivirá.

 

No fue así. Primero murió ella y tiempo después Godard, por muerte asistida.

Una triste digresión necesaria, sobre la lamentable muerte de mi hermana.

La muerte no avisa,

aparece de prisa.

La memoria aflora y,

en su presencia,

explora.

Hete ahí hermana,

ya sin sentir,

ya sin mirar,

ya sin reír.

Te veía,

por última vez,

abrazando a mis dos quereres,

tratando de transformar lo efímero en eterno,

el Día de la Resurrección del Señor.

Sea lo que fuere,

la memoria permanece,

y por mi mente las imágenes tocaron mi consciencia.

Viéndote,

pensé,

lo dije a viva voz,

y ellas oyeron: “Gracias por dejarme a mis dos quereres”.