Por Carlos Hernández Torres

 

“Saber lo que es correcto y no hacerlo es la peor forma de cobardía”. Confucio

 

De la renovación al retroceso: la ironía de la cuarta transformación

Un resumen de la realidad de la administración de López Obrador

Andrés Manuel López Obrador subió al poder con un discurso de cambio radical para México. Sin embargo, el optimismo inicial pronto se vio empañado por preocupaciones sobre la capacidad de su equipo, mayormente compuesto por colaboradores sin experiencia previa en gestión pública. Las decisiones tomadas bajo su mandato han resultado en la malversación de recursos, el deterioro de instituciones clave y repercusiones negativas en la salud, seguridad, bienestar y desarrollo del país.

 

Compromisos iniciales

López Obrador inició su mandato con la promesa de erradicar la corrupción y reforzar el estado de derecho. Con determinación, proclamó: “… por mandato del pueblo iniciamos hoy la cuarta transformación política de México, puede parecer pretencioso o exagerado, pero hoy no solo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político. A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de México.” En cuanto a su lucha contra la corrupción, aseguró: “Con apego a mis convicciones y en uso de mis facultades, me comprometo a no robar y a no permitir que nadie se aproveche de su cargo o posición para sustraer bienes del erario o hacer negocios al amparo del poder público. Esto aplica para amigos, aplica para compañeros de lucha y familiares. Dejo en claro que si mis seres queridos, mi esposa o mis hijos, cometen un delito, deberán ser juzgados como cualquier otro ciudadano”.

 

Promesas de justicia y democracia

Además, prometió un respeto inquebrantable por el estado de derecho, afirmando: “Al margen de la ley nada, y por encima de la ley nadie.” Comprometió también garantizar elecciones libres de corrupción, con severas penalidades para los transgresores: “Quienes compren votos o trafiquen con la pobreza de la gente irán a la cárcel sin derecho a fianza.”

 

Entre contradicciones y cuestionamientos

Las declaraciones subsecuentes de López Obrador, que desafían la primacía de la ley con frases como “no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley” y que “su autoridad moral y política está por encima de la ley”, han generado serias dudas sobre su compromiso con los principios que proclamó al inicio de su mandato. Además, los informes que revelan enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias dentro de su círculo íntimo presentan un marcado contraste con sus promesas de erradicar la corrupción. Esta discrepancia entre lo dicho y lo hecho plantea preguntas profundas sobre la integridad de la Cuarta Transformación, demostrando que la corrupción, lejos de desaparecer, simplemente adoptó nuevas formas y se profundizó, permitiendo que algunos de sus miembros se enriquezcan descarada e impunemente bajo una nueva fachada.

 

Una enorme falta de coherencia

La brecha entre las promesas de la Cuarta Transformación de López Obrador y la realidad de sus cinco años en el poder suscita dudas serias sobre la habilidad de Claudia Sheinbaum, su pretendida sucesora y fiel seguidora, para cumplir con los ideales éticos y democráticos prometidos que él ofreció. El verdadero barómetro del éxito o fracaso de este proyecto no recae tanto en la palabra hablada o en la retórica de la campaña de su candidata, como en la capacidad de materializar esas promesas en acciones que reflejen fielmente los principios anunciados al inicio de su mandato, buscando un mayor bienestar y paz social para México —un objetivo que, hasta ahora, no se ha alcanzado.

 

Contratiempos de campaña para el presidente

A dos semanas de que las campañas presidenciales cobraran impulso, el 17 de febrero marcó un momento decisivo con la Marcha por Nuestra Democracia. Miles de personas de distintas esferas sociales se manifestaron voluntariamente en ciudades clave, un reflejo vívido de un malestar colectivo. El diario El País capturó la esencia de este clima: Andrés Manuel López Obrador no tardó en mostrar su descontento, especialmente ante las acusaciones que lo apodaban “narco presidente”. “Ahora se disfrazan de demócratas”, declaró, denunciando la supuesta falsedad de sus opositores y acusándolos de perpetuar una oligarquía corrupta.

La atmósfera política se tensó aún más con la anticipación de una publicación del The New York Times. El reportaje, respaldado por investigaciones de la DEA, insinuaba un financiamiento cuestionable para la campaña de López Obrador en 2018. Frente a estas acusaciones, el presidente cuestionó la legitimidad de estas indagaciones, preguntando retóricamente: “¿Con qué derecho investigan a un gobierno legítimo? ¿Se creen el gobierno del mundo?”

Este episodio amplificó la controversia y resonó en las redes sociales, oscureciendo la campaña de Claudia Sheinbaum y abriendo un camino para Xóchitl Gálvez, la contendiente opositora. La constante agitación digital evidenció una clara pérdida de la iniciativa discursiva por parte del presidente.

 

Intentos fallidos por recuperar la iniciativa

El 12 de marzo, en un intento por redirigir el debate público, López Obrador señaló posibles maniobras en el Poder Judicial que, según él, ponían en riesgo la integridad de las próximas elecciones. Citando a La Jornada, el presidente insinuó un fraude electoral y un golpe de estado técnico, apuntando a influencias judiciales y mencionando a figuras como Claudio X. González y José Ramón Cossío de estar detrás de esta supuesta conspiración.

Para fortalecer la imagen de Sheinbaum, aparecieron encuestas cuestionables. Reforma publicó una dando a Sheinbaum un 58 por ciento de preferencia de voto sobre un 34 por ciento para Gálvez, contradiciendo la percepción pública en redes sociales y levantando sospechas de manipulación, puesto que ni López Obrador, en sus mejores días, alcanzó una ventaja de ese tamaño sobre sus opositores.

Este po de acciones han resultado contraproducentes para su candidata puesto que el protagonismo del presidente ha enviado a un segundo plano a Sheinbaum y ha evidenciado que lo que más preocupa al presidente es su imagen personal y su legado, además de que ha significado un golpe muy duro a dos de sus recursos propagandistas más importantes: las encuestas y las redes sociales.

El corolario de todo esto es que las conferencias matutinas de López Obrador se han convertido en un escenario que exhibe a un presidente desesperado, malhumorado, irritable y a veces colérico, que sale   a desahogar su enojo amenazando a sus críticos; censurando a los periodistas y medios adversarios; haciendo pública información privada de los que considera sus enemigos; procrastinando contra la clase media aspiracionista que, según él, ha traicionado al pueblo; y haciendo mofa de las recomendaciones de las autoridades electorales de no intervenir en la campaña, de las que hace caso omiso cotidianamente.

Por otro lado, ante la realidad salpicada de noticias de secuestros masivos, imágenes de cuerpos destrozados, asaltos en carreteras, bombardeos a la población civil, control del campo y de los mercados por el crimen organizado, incendios forestales sin control rara vez vistos en los alrededores de la capital, presas semi vacías, marchas pidiendo la renuncia de gobernadores de Morena, videos de familiares viajando a lugares exclusivos y comiendo en restaurantes de lujo, mansiones de candidatos del pardo oficial que hacen palidecer la famosa casa blanca de Peña Nieto, mientras el presidente niega la irritación que esto provoca en los ciudadanos, señalando que todo eso es pura politiquería y afirmando que todo está bien y que “el pueblo está feliz, feliz, feliz.”

 

Descontento social y críticas mediáticas

En adición a lo anterior, la administración de López Obrador ha enfrentado críticas por decisiones que afectaron a sectores vulnerables y la clase media, como el cambio del Seguro Popular por el INSABI y la gestión de la pandemia, exacerbando problemas de salud y seguridad social. Además, la reducción de apoyos a mujeres y la militarización de la seguridad pública han amplificado la insatisfacción.

Carlos Loret de Mola en Latinus ha destacado estas preocupaciones, mostrando prácticas cuestionables dentro del círculo presidencial. Las acciones del presidente, especialmente en respuesta a las autoridades electorales y sus comentarios despectivos hacia las instituciones, han erosionado la credibilidad de su discurso anticorrupción.

Este ambiente político complejo señala un momento crítico para la presidencia, con el riesgo de perder más apoyo. La dinámica política actual sugiere que las próximas elecciones funcionarán más como un referéndum sobre la Cuarta Transformación que como una competencia partidista tradicional. La propuesta de un plebiscito el 2 de junio por parte de López Obrador simplifica el debate electoral a una pregunta crucial en todos los casos, que va más allá de candidaturas y plataformas y que plantea un dilema sobre el futuro político y social de México: continuar o no con la Cuarta Transformación.

En este escenario, el presidente y su administración enfrentan la tarea de reafirmar su visión frente a una ciudadanía cada vez más escéptica, marcada por el descontento y la polarización. La pérdida de terreno en las redes sociales, donde antes dominaba la conversación, subraya un cambio significativo en la iniciativa discursiva, complicando sus esfuerzos por mantener la influencia y la cohesión en su base de apoyo.

 

La nueva propuesta de la Cuarta Transformación

La plataforma del pardo Morena para 2024-2030, ya suscrita por su candidata a la presidencia, promete una profunda remodelación del panorama político mexicano hacia un sistema “genuinamente democrático”. Se pretende continuar con el proyecto de la Cuarta Transformación mediante un enfoque revolucionario, arraigado en principios de izquierda y con el pueblo como protagonista activo. Este esfuerzo busca una transformación radical en el modo de gobernar, orientada a devolver la soberanía a la ciudadanía, en especial a aquellos en posiciones subalternas.

Sin la posibilidad de abordar los 21 apartados del Proyecto de Nación 2024-2030 en detalle, a continuación, se destacan los elementos cruciales que distinguen el nuevo modelo propuesto por Morena del régimen existente cuando López Obrador llegó al poder, especialmente en las esferas política, económica, y social.

La propuesta política de la Cuarta Transformación, delineada por el pardo Morena para el período 20242030, articula una visión radical y transformadora para México, prometiendo reconfigurar el escenario político hacia una democracia “más auténtica y participativa”. Con un enfoque decisivamente populista revolucionario y de izquierda, esta iniciativa se centra en empoderar a la ciudadanía, especialmente a aquellos en posiciones marginalizadas, para reclamar su soberanía en la gestión del país. A través de una panorámica de sus propuestas más radicales, se evidencia una ambición de reforma que abarca desde la política y la economía hasta lo social y educativo.

En el ámbito de la innovación política, la propuesta destaca por su llamado a un Congreso Constituyente que “verdaderamente refleje la voluntad del pueblo en la Constitución”, marcando un rompimiento con el modelo vigente para la creación de órganos constitucionales autónomos y promoviendo una participación ciudadana activa en la toma de decisiones. La educación política adquiere una nueva dimensión ideológica con métodos inclusivos y colaborativos, buscando fortalecer el nuevo modelo ideológico del país desde sus bases.

Las reformas económicas y laborales sugieren una redistribución de la riqueza, con impuestos a las grandes fortunas y una oposición clara a las políticas neoliberales anteriores. La suspensión del pago de la deuda externa y de las deudas del FOBAPROA, así como la transformación del Banco del Bienestar ilustran un replanteamiento radical de la economía hacia una mayor presencia y participación del Estado.

La renovación del sistema judicial se orienta hacia una justicia “accesible y representativa”, con propuestas para la elección directa de jueces por la ciudadanía y mecanismos de revocación de mandatos, enfatizando la soberanía popular en el ámbito judicial.

En cuanto a la evolución educativa, la Cuarta Transformación aspira a un sistema que promueva la integración de perspectivas “feministas y antipatriarcales” y revitalizando el modelo de escuelas de tiempo completo. La referencia a la vuelta a la Escuela de la Acción y la Educación socialista de la época posrevolucionaria subraya una visión educativa profundamente arraigada en la ideologización y la participación activa.

Respecto a la inclusión y el respeto por la diversidad de género, comprometida con el respeto a la diversidad de género, la propuesta incluye políticas educativas inclusivas desde la infancia y reconoce las distintas identidades y expresiones de género, proponiendo espacios de trabajo comunitario para la comunidad LGBT+

Otras iniciativas adicionales reflejan un compromiso con un Estado más fuerte en la economía y los servicios, reformas en telecomunicaciones, un enfoque ecológico en la gestión de residuos, la protección de recursos hídricos de los pueblos originarios frente a las grandes empresas y la promoción de la medicina natural, apuntando además hacia la pretendida autosuficiencia energética.

En resumen, la nueva propuesta de la Cuarta Transformación se proyecta como un camino más radical hacia una democracia popular “a mano alzada”, de corte estatista, que daría lugar a la creación de un cuarto poder popular capaz de contraponerse a los demás poderes cuando “el interés popular” lo demande, a la manera de los regímenes autoritarios de Venezuela, Nicaragua y Cuba, promovidos por el antiguo Grupo de Sao Paulo, ahora denominado Grupo Puebla.

 

Balance de la Cuarta Transformación

A la vista de las promesas incumplidas; de las violaciones frecuentes al estado de derecho; del constante ataque a las instituciones democráticas y a los órganos autónomos por parte del presidente; de una fuerte radicalización de la primera versión de la Cuarta Transformación, —suscrita ya por la candidata oficial— en una nueva versión más presidencialista, autoritaria, de tintes comunistas, que incorpora constitucionalmente al pueblo como un cuarto poder, con capacidad de anular a los otros; de una persecución paralegal de los adversarios y de malos resultados en materia de seguridad, salud, educación y bienestar de los ciudadanos, no parece que el balance le sea favorable ante el plebiscito planteado por el presidente para las elecciones de 2024, en las que independientemente del cargo en juego, hay una sola pregunta relevante:

 

¿Debe continuar o no la Cuarta Transformación?

El momento político y social que México atraviesa es decisivo para su futuro. La próxima elección no es simplemente una más en la historia democrática del país, sino una encrucijada que determinará la dirección de su desarrollo social, económico y político para las generaciones futuras.

 

¿Qué dicen los datos sobre el posible resultado?

Para anticipar el resultado de un plebiscito sobre la Cuarta Transformación y determinar qué opción ene más probabilidades de éxito, es crucial ir más allá de las encuestas electorales, las cuales suelen ser sesgadas y poco confiables. Mediante el análisis de un gran volumen de datos proporcionados por el Instituto Nacional Electoral —que comprende las preferencias de casi 57 millones de votantes en 2018, unos 49 millones en 2021, y 5 millones más en elecciones de gobernador entre 2022 y 2023— y utilizando técnicas avanzadas de análisis de datos, es posible hacer proyecciones para las próximas elecciones presidenciales y legislativas. Este método ofrece una visión más precisa y fiable que los sondeos tradicionales, señalando ya posibles escenarios ventajosos para la oposición.

Este enfoque revela dos tendencias significativas. Primero, en las elecciones acumuladas entre 2018 y 2023, el pardo gobernante no ha logrado captar en promedio el voto del 80 por ciento de los electores registrados, lo que pone en duda las elevadas preferencias atribuidas a la candidata oficial por las encuestas. Segundo, la abstención se ha mantenido alta desde el ascenso de Morena, especialmente entre las clases medias urbanas y los jóvenes, quienes, ante la decisión de apoyar o rechazar la Cuarta Transformación, probablemente optarán por lo último. Este patrón se evidenció en la Ciudad de México en 2021, donde la oposición superó las expectativas al ganar más votos y alcaldías, asestando un golpe duro al bastión del obradorismo y dando la pauta para la fórmula con la que el actual régimen puede ser derrotado en las elecciones de este año: un sunami democrático encabezado por las mujeres, el sector más agraviado por este régimen, que sea palanca para movilizar a los jóvenes y a las clases medias.

 

Movilización ciudadana: la clave para el cambio democrático

El análisis de las elecciones de 2021 en la Ciudad de México revela un vínculo evidente entre la alta participación en zonas urbanas de clase media alta y el apoyo creciente hacia la oposición. Este patrón sugiere que una mayor participación electoral podría inclinar decisivamente la balanza a favor de la oposición, tanto para la presidencia como para el Congreso. Identificando 19 estados y 179 distritos con históricos de abstencionismo donde la competencia ha sido reñida, queda claro que movilizar a estos electores el 2 de junio podría ser determinante.

La difusión de esta información ya está catalizando una mayor participación ciudadana en el proceso electoral. Organizaciones independientes han iniciado campañas de concientización dirigidas a áreas estratégicas, buscando complementar los esfuerzos partidistas para maximizar el voto y contrarrestar cualquier intento del actual gobierno de cuestionar los resultados electorales adversos.

Entendiendo que cada voto es fundamental y que la participación electoral constituye la piedra angular de nuestra democracia, abstenerse de votar equivale a ceder el control sobre el futuro de nuestro país. Adoptando la iniciativa “Vota y motiva a dos conocidos a votar, y que ellos, a su vez, inviten a otros dos“, se ene el poder de movilizar a más de 32 millones de electores en solo 25 días. Esta estrategia, simple, pero efectiva, no solo puede asegurar el éxito en las urnas sino también fortalecer los cimientos de nuestra democracia. Este 2 de junio, tu voto y tu esfuerzo por movilizar a otros pueden cambiar el curso de nuestra historia política, asegurando un futuro regido por los principios democráticos que nos definen. Juntos, podemos superar el abstencionismo y asegurar una victoria que refleje la voluntad del pueblo, consolidando así el tejido democrático de México.

El autor es master of Science (Mathematics), University of Toronto, Canadá, 1975. Matemático, Universidad Nacional Autónoma de México, 1973.