“… Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos: una tiranía

que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra independencia, nos oprime de tal manera

que ha llegado a hacerse intolerable”

Francisco I. Madero

 

En estos casi seis años de gobierno hemos observado una profunda transformación tanto en las formas como en el fondo; ha sido tan abrupta y disruptiva que se ha vuelto intolerable.

El giro esperado nunca llegó, por el contrario, las tendencias regresivas de corte autoritario han avasallado la posibilidad de confiar en que la cuatroté sea una alternativa de cambio democrático, para construir un espacio de libertades, justicia y progreso, al aferrarse a concentrar el poder, a imponer su voluntad así sea pasando por encima de la legalidad y a tener una sociedad sometida.

Mucho se habla sobre el tema de la inseguridad y la violencia; las carencias y el abandono en materia de salud y; las deficiencias en educación, por mencionar algunos rubros, que limitan las libertades y nos hacen vivir con miedo.

La calidad de vida ha disminuido en este sexenio, inclusive los programas sociales no se utilizan con el objetivo de ayudar a quienes los necesitan, sino con la finalidad de cooptar su voluntad al momento de votar. Es curioso, se dicen demócratas y abren en campaña infinidad de centros de acopio para distribuir despensas, donde se concentran en interminables filas personas de escasos recursos para recibir la dotación a cambio de un forzado apoyo.

¿Dónde quedó la honestidad valiente que se pregona?, pues la corrupción se convirtió en el sello de la casa, se ha solapado el saqueo, los abusos y el exceso, la clase gobernante se volvió privilegiada, rica y empoderada, protegida con el manto de la impunidad.

El camino a la tierra prometida, la nación de leyes, el México unido, reconciliado y en franco desarrollo, solo han dejado un triste recuerdo con aroma de engaño, mentiras y tragedia.

No cabe duda, hicieron historia, la escribieron con la sangre de los asesinados, los niños con cáncer, de los feminicidios, de los muertos por Covid, de las personas desaparecidas, con el lastre de la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la división, la alimentaron con rencores y odios, dejando en sus páginas una estela de frustración y fracaso.

Y aun peor, la oferta que proponen es la continuación; seguir por la misma ruta, la del miedo y la destrucción; la del cinismo de la clase gobernante privilegiada y, la obediencia de los gobernados, sometidos y resignados.

Saben perfectamente que en el fondo de la conciencia colectiva existe un real sentimiento de inconformidad, que la gente está cansada de escuchar mentiras y sufrir en la realidad las acciones de un mal gobierno.

Se tiene la esperanza viva de un cambio, para bien. Donde se tome en cuenta al ciudadano, se le respete su dignidad, sus derechos y su voto sin condición alguna. Un país donde existan libertades, seguridad y transparencia, donde se rindan cuentas y se hable con la verdad.