Claudia Sheinbaum se equivocó de país. Ella debió ser candidata a la presidencia de Venezuela, Cuba o Nicaragua. No de México.

Su talante soberbio y autoritario encaja muy bien con los regímenes que son herencia del comunismo soviético, donde el dogma y el maniqueísmo son las armas que se utilizan para manipular a la sociedad.

A Claudia no le importa inspirar confianza y simpatía. No es la candidata humilde, necesitada de conquistar votos y voluntades. Actúa con la arrogancia del poderoso, el que siente estar por encima de todo porque goza de protección.

En los tres debates quedó confirmado el temor de millones de mexicanos: la candidata de López Obrador es una mujer fría y sin sentimientos. Más parecida a una a una celadora de cárcel comunista que a una mexicana sensible y solidaria con el dolor de una nación.

No se engañen sus aplaudidores. Su imagen no es la de una estadista demócrata. Su estilo es más parecido al de Maduro, Daniel Ortega o Diez Canel.

Nunca, a lo largo de la campaña, hizo un llamado a la unidad nacional. Jamás dio muestras de que estaría dispuesta a abrir las puertas a sus adversarios. Sólo dejo ver que, de ganar, atizaría la división y la confrontación entre mexicanos.

El rostro de piedra de Sheinbaum representa lo que no es, ni quiere ser México: una dictadura. Su imagen inspira miedo. Evoca el recuerdo de esos regímenes donde la libertad de pensamiento y de expresión, las diferencias raciales, políticas y religiosas se castigaban en campos de concentración.

Claudia cometió el error, en el último debate, de recordar la matanza de Tlatelolco. Lo hizo, para decir que la alianza PAN-PRI-PRD representa la represión.

No, señora Sheinbaum, los muertos no solo los han puesto los gobiernos del pasado, sino también este. Usted simboliza a un régimen que ha dejado cadáveres por todas partes.

Ahí están las 300 mil muertes en exceso por COVID, pero también los enfermos que mueren en los hospitales públicos por falta de medicamentos y las víctimas de homicidio que se acumulan día a día gracias a la relación impone del obradorato con el crimen organizado.

La morenista encarna la nueva matanza de Tlatelolco. Una represión más sofisticada que, hasta hoy no utiliza armas, pero si modificaciones a la ley para carcomer las bases de una república democrática.

Ahí está lo que dejó ver The Wall Street Journal en un editorial reciente. Si Sheinbaum gana el 2 de junio México se pondrá en riesgo la propiedad privada, la libre empresa, los contrapesos constitucionales y sin duda las libertades.

Por todo esto: das miedo Claudia. Insisto: deberías haber sido candidata a la presidencia de Cuba, Nicaragua o Venezuela, pero no de México. No representas a un pueblo que sí es bueno, pero no porque lo digan ustedes; que sí es libre, pero no porque ustedes le hayan dado libertad.

Hueles y sabes a comunismo. Buscas convertir a los mexicanos en una maquinaria hipnotizada al servicio de tu partido, reprimir la alegría de un alma multicolor. Debajo del brazo llevas un proyecto totalitario que no debe pasar el “tramite” de las urnas.

@PagesBeatriz

 

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