“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Con esta escueta frase empieza el preámbulo del Manifiesto Comunista escrito en alemán por Karl Marx y Friedrich Engels y publicado el 21 de febrero de 1848, en el que se reconoce a los practicantes de este sistema de producción como una fuerza reunida en Europa que se opone a la leyenda del fantasma con un manifiesto del partido que expone sus conceptos, fines y tendencias.

Ahora, como una más de las innumerables ironías de la historia, otro redivivo fantasma (que viene de mucho tiempo atrás y siempre renace como mala hierba) parece recorrer el mundo: el fantasma del antisemitismo que, de manera sibilina, puede dar pie para que el mundo se enfrasque en una tercera guerra mundial con una capacidad destructiva que podría afectar las posibilidades de supervivencia de la Humanidad. Los actuales movimiento de protestas en los campus universitarios de EUA, Canadá, México y otros países del llamado nuevo continente, así como de Europa y otras partes del planeta por los sangrientos  saldos que ha tenido la guerra en la Franja de Gaza entre Israel y el pueblo palestino —acusando al gobierno israelí de masacrar indiscriminadamente a los miembros de estos últimos—,son más importantes que los que originaron a mediados de los 60 del siglo pasado la Guerra de Vietnam, aunque esas manifestaciones juveniles continuaron la tradición de protesta que existe en el vecino del norte. Lo sobresaliente de estas manifestaciones es que pueden definir el curso de los comicios presidenciales de la Unión Americana en el próximo mes de noviembre, originando, además, otros movimientos sociopolíticos con resonancia mundial, no únicamente estadounidense.

La fase en curso de la guerra entre Israel y el pueblo palestino en la Franja de Gaza (gobernada por la organización terrorista Hamás), cuenta con un frente en el que por más que la decisión de Jerusalén tuviera argumentos defensivos válidos debido al artero ataque inicial el 7 de octubre de 2023 —en un solo día, Hamás asesinó a más de 1,200 israelíes en ese ataque e hirió a más de 3,500 personas, y aproximadamente tomó 300 rehenes de todo género—, la dimensión de violencia y la muerte de población civil inocente forzó la postura de Eretz Israel: de país víctima a nación victimaria, al grado que, en bloque, países hasta simpatizantes de los judíos se unieron a la propuesta de presentar esta nación ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya acusada de genocidio. Esta acusación tiene muchos aspectos equivocados. El problema es que la acusación está dañada de origen: el antisemitismo siempre está latente en muchas sociedades. Ahora más que nunca, la fobia contra los judíos se extiende por casi toda la faz de la Tierra. Ante esta incomprensión o de plano la ignorancia de que el Estado de Israel y los judíos errantes del planeta no son exactamente lo mismo, el antisemitismo barre parejo sin importarle la ubicación ni el origen: rusos, alemanes, franceses, españoles, iberoamericanos. Es claro e innegable que Benjamín Netanyahu es el jefe de Gobierno de Israel, y que sus últimas decisiones bélicas no ayudan mucho a la causa de paz. Dentro y fuera de Israel. Que no escucha las peticiones de finalizar los combates y su ofensiva defensiva. Ni de la Casa Blanca, ni de otras capitales europeas. Y que, como escribe Leonardo Kourchenko en su columna periodística El Globo: “los judíos de otros rincones del mundo, no son responsables por un político extremista, radical y claramente bélico en Israel”.

Asimismo, el periodista citado refiere en su columna: “En México han aparecido también protestas. Aisladas, pero no por ellos menos preocupantes. Una marcha por el Centro Histórico al principio de los ataques incluyó a los mercenarios de las manifestaciones: los sindicatos y particularmente electricistas, que venden por persona la movilización para protestar” … “Pero el problema no está en las protestas, ojalá y alguien las escuchara e hiciera caso. El problema es un creciente sentimiento antijudío -evidentemente antisemita—, que provoca nocivos efectos en grupos sociales”… “Estudiantes judíos en Estados Unidos se sienten acosados, amenazados, amedrentados aunque sean americanos, mexicanos o europeos”. “Y qué decir de la comunidad judía en México, ciudadanos mexicanos, como cualquiera de nosotros, que practican la religión y cultura de sus mayores”… “Los judíos del mundo son inocentes de las locuras y los excesos del primer ministro israelí”… “Ojalá y los daños no profundicen las diferencias culturales, religiosas y políticas con las comunidades judías de muchos países”.

Pero, como dice el “mesías destructor” por excelencia en México: “la calumnia cuando no mancha, tizna”. Mientras el conflicto se alarga, el día que escribo esta ISAGOGE se cumplen siete meses de la incursión de Hamás en los kibutzim donde asesinaron centenares de ciudadanos y niños israelíes, las movilizaciones universitarias en solidaridad con los palestinos y en rechazado al apoyo de EUA y el presidente Joe Biden se extienden desde Nueva York hasta Nuevo México. Los participantes detenidos en dichas manifestaciones suman, hasta el momento, 2 mil 100 personas, aunque muchas de ellas han sido liberadas con citatorios para rentarse ante los tribunales acusados por desórdenes.

Estudiantes en más de la mitad de los estados del país protesta con plantones y otros actos contra la guerra en la Franja. Hasta ahora, cada arresto masivo de estudiantes sólo ha multiplicado las manifestaciones en más de 100 universidades. Las protestas, alarman además de las universidades universitarias a los políticos locales y federales incluyendo al presidente Joe Biden, que denunció la ocupación de un edificio en la Universidad de Columbia como acciones antisemitas.

Aunque los universitarios estadounidenses se oponen en general a la guerra de Israel contra los palestinos, una de sus principales demandas se centra en que sus centros de altos estudios no continúen sus inversiones multimillonarias con los empresarios israelíes y declaren, inmediatamente, estar a favor de un cese del fuego ipso facto. Tanto los funcionarios universitarios como los políticos relacionados con los altos mandos académicos se oponen a estas demandas. Los tipos escolares no abonan para tomar otras medidas, sobre todo porque están a punto las ceremonias de graduación de fin de año escolar. Por lo mismo, la respuesta ha sido el despliegue de las fuerzas policiacas —incluyendo la Guardia Nacional—, que en varias ocasiones utilizó balas de goma, gas pimienta y hasta francotiradores, no obstante que las protestas en su mayoría no recurrieron a la violencia.

Hasta la semana anterior un número aproximado de 1,600 estudiantes y catedráticos ya habían sido arrestados en 33 universidades, no obstante, en la semana en curso las manifestaciones proseguían en más de un centenar. Asimismo, los teléfonos celulares y los videos tomados por la propia policía con equipo antimotines sujetando violentamente a estudiantes y a algunos profesores derrumbándolos al piso intensificaron la tensión en los planteles en ebullición. Al respecto, en la gran mayoría, los manifestantes se han comportado dentro de la resistencia pacífica, por lo que denuncian como violentos a las fuerzas del orden.

Pese a que la mayor parte de los arrestados no se ha enfrentado a los agentes policiacos, algunos han luchado cuerpo a cuerpo con algunos por lo que han circulado fotografías y videos de manifestantes ensangrentados, heridos, aunque no de gravedad.

Pese a las escenas de arresto masivo en la Universidad de Columbia y el desmantelamiento, por ahora, del plantón, el movimiento en dicho centro captó la atención de los medios en los primeros días del mes. Los alumnos ya han montad nuevos plantones y más ocupaciones en otras universidades como la Portland State, en Oregon, y New School, en New York. También hubo protestas, que terminaron en arrestos, en las grandes universidades públicas como la de Carolina del Norte, en Chapel Hill; la de Utah, en Salt Lake City; la de Wisconsin, en Madison; la Estatal de Ohio, y la de Texas.

Las protestas estudiantiles ponen en jaque al gobierno demócrata, pues la actuación policiaca utilizada para disolver las distintas manifestaciones en Columbia y en la Universidad del Sur de California agregó una carga adicional de cuestionamiento a una administración que ya enfrenta una popularidad baja. Más de dos mil alumnos han sido detenidos en más de 40 universidades en los últimos días, lo que originado todavía mayor disgusto en los universitarios que apoyan a la comunidad palestina.

Muchos comentaristas han señalado que la administración Biden no atendió con prontitud la escalada de las protestas estudiantiles, con la idea de que los problemas de acción colectiva llegasen a una rápida disolución de los campamentos. No obstante, la intervención de la fuerza pública, en casos como los de Texas, fuertemente armadas y equipadas como si se tratara de fuerzas paramilitares, propició que la atención pública se enfocara en estos campamentos dentro y fuera de la Unión Americana. Las cosas no salieron como la administración suponía. Al grado que Joe Biden tuvo que dar la cara con una declaración no muy afortunada: “El disenso es esencial en la democracia, pero el disenso nunca debe llevar al desorden”. Y al mismo tiempo insistió en no modificar ninguna medida la posición de EUA, seguirá apoyando militarmente a Israel.

Por otra parte, los analistas dicen que los “cálculos electorales de Biden se mueven en una línea muy delgada, pues los jóvenes que cuestionan la guerra de Israel también votarán en noviembre y podrían ser un factor clave en algunos de los estados bisagra de los que podría depender su reelección. La batalla es cuesta arriba; de acuerdo con las últimas estimaciones de FiveThirthyEight, las encuestas tienen hoy a Trump con el 41.7 por ciento de las preferencias y a Biden con 40.6 por ciento. Las movilizaciones estudiantiles contra la guerra tienen como referencia más cercana las protestas contra la guerra de Vietnam. En este caso, Estados Unidos no es el actor beligerante por lo que es poco probable que lleguen a esas mismas dimensiones, pero aún tendremos que ver si los estudiantes dan una vuelta de tuerca y ponen todavía en más problemas al gobierno de Biden”. A lo que agregaría también la continuación los procesos judiciales que enfrenta Trump, que cada día tiene mayores problemas con los jueces del caso. Parece que, a muchos analistas estadounidenses, los líos del ex presidente no les dan la importancia del caso. Sin duda, eso podría ser un grave error. Al final de cuentas, la sociedad estadounidense no ignora que en la Unión “la ley sí es la ley”.

El movimiento universitario pro palestino no solo ha prendido en EUA, en Canadá y en México. Ya puede considerarse una reacción global tanto en el seno de la ONU, como en los campus de muchas partes del mundo, como Australia, Suiza, Reino Unido, España, Francia y Alemania donde la policía intentó disuadir el fin de semana último una protesta a favor de Palestina en la Universidad Humboldt en Berlín. Sin exageraciones ni atas truculencias, en varias partes del globo se habla ya de “un fantasma que recorre el mundo, el fantasma de la Franja de Gaza”. ¡Ojalá nos equivoquemos! VALE.