En el complejo tejido de nuestra sociedad, los y las docentes emergen como figuras centrales, para moldear las mentes de las personas que definirán el futuro de una nación, de una institución, de una rama del conocimiento o el propio de cada persona. Desde hace más de un siglo, el 15 de mayo celebramos “el día del Maestro”, ocasión propicia para reflexionar sobre el impacto que los educadores tienen en la vida de sus alumnos y la trayectoria de nuestras comunidades.
En reconocimiento a la importancia de la educación y el impacto decisivo de los docentes en la formación de las generaciones futuras, en el año de 1917, los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca propusieron al presidente Venustiano Carranza que se designara el 15 de mayo como el día para rendir homenaje a las y los maestros de nuestro país. Propuesta que fue materializada en un decreto presidencial que oficializó el señalado día como “el día del Maestro”.
¿Por qué el día 15 se eligió para este reconocimiento anual? -Se comenta que es debido a que en esa fecha el Papa Pío XII ratificó a San Juan Bautista de la Salle como el patrono universal de los educadores. En virtud de que dicho sacerdote fue además un pedagogo francés que consagró su vida a la formación de maestros dedicados a la educación de los hijos de artesanos y de niños de escasos recursos de la época.
L@s maestr@s no solamente imparten conocimientos, cultivan las semillas de nuestra sociedad futura. Su dedicación, paciencia y empeño, transforman las aulas en espacios donde los jóvenes aprenden sobre el mundo y sobre sí mismos. Un verdadero maestro ve más allá del nivel académico que imparte, detecta las fortalezas y debilidades de sus estudiantes, guiándolos con mezcla de rigor y comprensión.
La influencia de un buen educador es imborrable. ¿Quién de nosotros no recuerda al maestro que con un simple gesto de apoyo o con una palabra cambió nuestra percepción? Estos momentos definen y refuerzan la confianza en uno mismo, moldean el carácter, fomentan la autoestima y marcan el rumbo de futuros líderes, innovadores y creadores.
La labor del maestro va más allá del conocimiento académico. Engloba valores, ética y responsabilidad social. Prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos e integrarse productivamente en la sociedad cada vez más compleja y globalizada. En este contexto, la educación se convierte en una herramienta de equidad social, que proporciona oportunidades y facilita la movilidad ascendente. La educación amplía horizontes, fomenta la tolerancia y el respeto, nutre el pensamiento crítico: Habilidades esenciales en un mundo interconectado.
Sin embargo, los desafíos que enfrentan los maestros son enormes. Desde la escasez de recursos hasta la diversidad en las necesidades de aprendizaje, pues México es un mosaico de diferencias, económicas, sociales, políticas y culturales.
Nuestra constitución señala que toda persona tiene derecho a la educación. Que todos los niveles de gobierno deben garantizar la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior, pues tiene el carácter de obligatoria, laica y gratuita. La obligatoriedad de la educación superior corresponde al Estado, para las personas que cumplan con los requisitos dispuestos en dichas instituciones, sin perjuicio de la proporcionada por particulares.
El criterio que orienta la educación en nuestro país se basa en los resultados del progreso científico, lucha contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Algo muy importante, será democrática, considerando a la democracia como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento social, económico y cultural de la población. Es decir en la búsqueda continua del progreso.
Los Maestr@s fomentan las aspiraciones de nuestra niñez y de nuestra juventud, incentivan el afán de conocimiento y de valores patrios, culturales y personales, propician un nivel de vida cada vez mejor.
Los adelantos científicos y tecnológicos avanzan a pasos agigantados. Nuestro país se encuentra rezagado en estas materias. La idea es brindar a nuestra población una enseñanza que esté a la altura de la modernidad.
Que permita a nuestros connacionales ser competitivos en un mercado laboral cada vez más sofisticado.
Que fomente la investigación tanto en el campo científico como en el tecnológico. Que no sea nuestro país el que tenga que importar tecnología, sino uno de los que la exporte.
No permitir que la apatía se apodere de nuestra juventud. Brindar oportunidades de empleo fomenta en los jóvenes el deseo de preparación, propicia la ilusión de actuar con profesionalismo, dedicación y empeño.
Que el día del Maestro sirva para honrar a los arquitectos del futuro. Se reconozca su incansable labor y se les asegure el apoyo necesario para continuar su misión esencial. La inversión en educación no es solo un gasto, es el fundamento sobre el cual se construye una sociedad mejor.
En conclusión, mientras el mundo sigue evolucionando, la constante que permanece es el impacto indeleble de nuestros maestros. Ellos no sólo enseñan conocimiento, inspiran, desafían y elevan a sus estudiantes. La verdadera medida de su éxito no se ve únicamente en el resultado de los exámenes, sino en las vidas que han inspirado y transformado.
La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
@margaritablunar