CoLa guerra de encuestas y pronósticos se hace cada vez más intensa sobre todo en las redes sociales, pero indudablemente en todo el proceso electoral, la Sociedad Civil se encuentra en la primera línea defendiendo su causa en contra de un régimen autoritario y déspota, y organiza un mitin para el día 19 de mayo a solo dos semanas de la elección, en el Zócalo de la Ciudad de México y en todas las ciudades del interior del país así como en algunas ciudades en el extranjero para llamar a la conciencia cívica y convocar a los ciudadanos para que acudan a votar masivamente.
Diferentes acontecimientos han influenciado en la sociedad civil actual, la que ha evolucionado corrigiendo los errores del pasado. Es de resaltar la simultaneidad de una serie de procesos sociales, de gran relevancia histórica con el surgimiento de nuevas formas de interpretación de la realidad.
En las democracias, las instituciones públicas sostienen su fortaleza, en el cumplimiento de sus obligaciones legales de manera eficiente, y al hacer un análisis de los resultados del actual gobierno llegamos a la conclusión de que el actual gobierno y su propuesta de un segundo piso de 4ª el concepto de democracia no forma parte de su proyecto; afortunadamente la democracia, no se agota en los procesos electorales, la democracia no sólo es la posibilidad de acceder al poder público, también se expresa en la participación ciudadana. La verdadera democracia debe expresarse también en la vinculación permanente de los organismos ciudadanos con el Gobierno, dentro del Estado.
En México, tenemos que construir una verdadera gobernabilidad democrática, la mayoría de los ciudadanos percibe con claridad que debiera haber canales de participación y representación para expresar todas las demandas y que, esos canales sean reales, que se escuchen todas las preocupaciones que se expresan, que cuando se llama a la puerta del Palacio esta puerta se abra para todo ciudadano.
Podemos observar que en la actualidad el rol que tiene la sociedad civil ante este proceso electoral es muy importante, esperamos la sorpresa para el 2 de junio, cuando la Sociedad Civil salga de su letargo a votar y exprese su voluntad. La sociedad cada vez asume con mayor intensidad el papel de ejercer presión sobre los diversos actores políticos para que el gobierno cumpla con sus obligaciones elementales de garantizar la seguridad, la vida, integridad física y el patrimonio de los ciudadanos, así como otorgarles seguridad jurídica, esto es vivir en un auténtico Estado de Derecho.
Aun y cuando existe un ligero avance en el proceso de democratización en América Latina, en comparación con el pasado autoritario de la región, aún no se puede hablar de democracias plenamente establecidas. Al contrario, parece que mientras que algunas características de la democracia aumentan, como la competitividad entre partidos, otras disminuyen debido a la corrupción del poder político. Este proceso de democratización de los regímenes políticos ha ido avanzando y retrocediendo en diferentes grados y ritmos, dependiendo de cada país, pero aún falta avanzar para mostrar los beneficios esperados para las sociedades latinoamericanas.
Los altos índices de corrupción, autoritarismo, violación de derechos humanos, analfabetismo, extrema pobreza, muestran a una región en donde una parte importante de los habitantes no ejerce plenamente sus derechos fundamentales; y en donde el poder es controlado por unos pocos, en virtud de los modelos políticos y económicos socializantes importados que no funcionan en nuestra región.
La Historia, ese juez implacable, siempre ha ido poniendo las cosas y a los actores en su lugar, y este grupo político de Morena que hoy presume gobernar a México, irá a parar al contenedor de desechos de la historia. Quiero expresar mi solidaridad con la Dra. María Amparo Casar por la miserable persecución de que ha sido objeto desde el Palacio Nacional, tras la publicación de su última obra “Los puntos sobre las íes”. Nada puede justificar el uso indiscriminado de los ataques verbales y persecución emprendida en contra de periodistas y de intelectuales que opinan y critican al presidente y su régimen; civiles inermes cuyas únicas armas son su pluma y la realidad y su único pecado cuestionar la mítica figura presidencial, figura infalible del Tlatoani en el viejo sistema político mexicano, que López Obrador no deja morir.
El fin de este sexenio es uno de los más violentos en la historia reciente de nuestro país, desde 1994 cuando ocurrió el levantamiento de los indígenas de Chiapas, y los dos asesinatos, el del candidato del PRI Luis Donaldo Colosio y el del Secretario General del mismo partido José Francisco Ruiz Massieu no habíamos tenido un proceso tan accidentado.
El Presidente se niega a aceptar que su periodo ya terminó y la rendición de cuentas es de saldo negativo, la violencia no disminuye aún y cuando el presidente diga que no es cierto que lo que han aumentado son los homicidios, mas no la violencia; el fin de semana pasado el homicidio de tres turistas en Baja California produjo que México fuera la nota roja de muchos diarios del extranjero. Desde el poder se ha llegado a montar una trampa al Obispo de Guerrero por atreverse a emitir su opinión en contra del gobierno del mal manejo del combate al crimen organizado que ha convertido al Estado de Guerrero en una tierra sin ley.
A tres semanas de la elección el presidente sigue rebasando todos los límites violando la Constitución y las leyes que de ella emanan, y sigue diciendo “no me vengan con que la ley es la ley”. El cierre de este sexenio es por mucho uno de los más violentos de los últimos treinta años.
Para concluir señalaremos que la sociedad mexicana ha cambiado y las necesidades son otras, hoy requerimos de un Estado eficaz. En México los males de este tiempo, que conviven en los ámbitos de lo público y lo privado, como la concentración del poder en unos pocos actores políticos, la exacerbada corrupción, la desmedida violencia, la delincuencia organizada, la impunidad, el desempleo y la miseria de muchos millones de mexicanos. Se necesita con urgencia un nuevo modelo de desarrollo y no un continuismo de la mal llamada 4ª transformación.
La eficacia del sistema político requiere de consensos que privilegien al interés general de la sociedad. Toda decisión implica definiciones con costos y ventajas para los actores políticos. Para esto, lo procedente sería convocar a una amplia reflexión colectiva. Requerimos un pacto de civilidad y concordia, pero antes se debe consensuar la extrema polarización política, construyendo un espacio que haga posible el entendimiento de las posturas contrarias y la suscripción de los compromisos ineludibles para la nueva conformación del Estado Mexicano que queremos.