Algunas de las frases de AMLO serán recordadas por algún tiempo. Ellas, a base de ser repetirlas, han llegado a ser parte del habla de los mexicanos. Por derecho propio serán un capítulo de una antología de la estupidez. Él, a pesar de ser tabasqueño, no tiene la gracia de sus paisanos; su persona carece de la simpatía que es común a la gente que vive en esas latitudes.

Las tonterías que ha dicho AMLO a lo largo de su carrera política y, en especial, en su paso por la presidencia de la República, son de recordarse:

A los delincuentes los voy a acusar con sus papás o con sus abuelitos; la violencia ha disminuido, lo que ha aumentado es el número de asesinatos; a mí no me vengan con que la ley es la ley; vamos a tener un servicio de salud mejor que el de Dinamarca; la epidemia nos vino como anillo al dedo; es como mi hermano; primero los pobres: el dinero que recibió mi hermano son contribuciones para la causa; ya cállate chachalaca; vamos a proceder contra la corrupción como se barren las escaleras: de arriba para abajo; mi corazón no es bodega; refiriéndose a la casa gris y a su nuera: ella tiene dinero.

Las que no tienen desperdicio y que ponen en evidencia su pensamiento y forma de actuar a lo largo de su vida, son la siguientes:

“Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya saben de que cuando se necesita defender, en este caso la Transformación, se cuenta con el apoyo de ellos; no así con los de la clase media ni con los de arriba ni con los medios ni con la intelectualida (sic); tonses (sic); no es asunto personal, es un asunto de estrategia política. Morena obtiene sus votos con la gente más ignorante; entre más analfabetismo, más apoyo a Morena”.

Lo suyo, la verdaderamente suyo, es hablar, tirar el dinero ajeno y, según lo comentan periodistas acreditados, dejar que sus familiares y amigos se enriquezcan a la sombra del Poder.

Las frases de AMLO carecen de gracia, finura y sarcasmo; son corrientes; denota que son pronunciadas por alguien que carece de cultura y chispa; en la falta de gracia se parece a su modelo: Francisco I Madero; nada que ver con lo que dijeron otros próceres:

El Benemérito, refiriéndose a Porfirio Díaz, dijo: “En un hombre que mata llorando; … Hombre; llorando, llorando, sería capaz de fusilarnos a usted y a mí … si nos descuidamos; Cuando este señor no fusila, despide… Es original;…”

Don Sebastián Lerdo de Tejada, con finura y veneno, decía: “La fecundidad de Oaxaca en hombres públicos, sólo es comparable a la fecundidad de Jalisco en señoras públicas; … Oaxaca ha sido la cuna de todas las celebridades políticas y económicas que ha tenido el país: cada bautizo de párvulo oaxaqueño es un guarismo más en los egresos del presupuesto: cada matrimonio se resuelve en una amenaza para la Tesorería;… Hombre de ley u hombre de espada; el oaxaqueño no puede ser de otra cosa; … En México se abusa de todo; se abusa de la libertad, se abusa de la religión, se abusa de la patria. No podemos ser libres, sin la violencia; religiosos, sin el fanatismo; patriotas, sin la fanfarronada;… Un yucateco es adolescente á los treinta años, joven a los cincuenta, viril a los sesenta, y viejo nunca…; los yucatecos carecen de niñez, porque de niños son de una precocidad diabólica… Se cuenta que los párvulos yucatecos, cuando maman, hacen cosquillas eróticas en el seno de sus nodrizas.” (Memorias de Sebastián Lerdo de Tejada, Editorial Citlaltepetl, México, 1959).

Porfirio Díaz, al pedir autorización para fusilar un prisionero dio como razón: “… para que permita a mis soldados esas pequeñas distracciones”, De él decía Victoriano Huerta: … fui como Porfirio Díaz un gran comediante, nada más que Porfirio Díaz tenía dos gestos: el de las lágrimas y el juramento falso. Lloraba y juraba con una facilidad que le envidiaría un comediante.”

Cuidado con la pintura, atribuida a Victoriano Huerta, que es el equivalente a lo que ahora se dice: no manches o no mames; El general Reyes fue inoportuno hasta para morir. Creo que para un gobernante es igual que los hombres que lo rodean, distribuyan oro o que asesinen. … los servicios de los malos son mejores que los de los buenos… Mi corazón sí contiene odio.  Si no puedo llorar, en cambio puedo odiar y mucho. Para mí el odio es la más amable de las pasiones y la tengo en mi alma como la dominante. (Memorias de Victoriano Huerta. Ediciones Vértice, México, 1957).

Que sea Fito, de Pancho Villa, que deseaba que fuera presidente de la República Adolfo de la Huerta; No hay general que resista un cañonazo de cincuenta mil pesos; no hay nada más peligroso que un pendejo con iniciativa, pronunciadas por Álvaro Obregón. El mismo Obregón refería que hallándose en Paseo de la Reforma se le acercó un invidente para pedirle una limosna, él depositó en el pequeño caso de metal una moneda de veinte pesos oro; al invidente, al oír el sonido de la moneda, agradecido dijo: gracias mi general. A lo que Álvaro Obregón le preguntó, a manera de reproche: cómo sabes que soy general si eres ciego; a lo que éste respondió: en estos tiempos cualquier pendejo es general.

Soy creyente, de Manuel Ávila Camacho; el lema del brasier de Luis Echeverría: Arriba y adelante; No se hagan bolas, de Carlos Salinas de Gortari; Víboras chirroneras y tepocatas; No es capaz de sacar un puerco de una milpa, de Vicente Fox; Haiga sido como haiga sido, de Felipe Calderón; Faltan cinco minutos, no menos, diez, de Peña Nieto.

Los dichos de AMLO son carentes de gracia; nada que ver con la ironía de las siguientes frases: las brujas no existen, pero de que las hay las hay; cuando el búho canta, el indio muere, eso no es cierto, pero sucede; Dios mío, si existes, salva mi alma, si es que tengo (Voltaire). Se me hace que te doy de nalgadas antes de matarte. ¿Cuántos son pa´ no contarlos? A mí se me hace panzón san Lucas y flaca la Magdalena; ni a melón me supo; hasta la risa te pago, cuantimás unos eructos.

Voy a extrañar las mentiras que dice AMLO: Miénteme más, que me hace tu maldad feliz, dice la canción de Mario Molina Montes, con música de Armando Domínguez. También sus tonterías. Me pregunto: ¿quién será capaz de decir tantas y tan grandes tonterías diariamente y, a pesar de ello, conservar el número de sus adeptos. Claudia Sheinbaum, su alumna, sigue su escuela, pero nada que ver con su maestro. Además, es antipática y fría.