¿Qué sigue, después del segundo debate presidencial? Distanciar cada vez más a Xóchitl de Claudia. No sólo en preferencias sino en percepción. La oposición tiene menos de treinta días para demostrar que su candidata representa los valores de la república y que Sheinbaum sería la heredera de una tiranía vinculada al crimen organizado.

Hay que explicar a los electores la diferencia. La república significa poner a salvo al país de un autoritarismo depredador. Representa defender la Constitución de una pandilla que intenta derogarla para hacer otra que no ponga obstáculos a su voracidad de poder.

Votar por la república implica que los electores salgamos el 2 de junio a castigar en las urnas a los golpistas de la división de poderes y a los secuestradores de los controles constitucionales. A derrotar a los verdugos de los órganos autónomos, a los acosadores del Poder Judicial y de las libertades.

La principal lucha que hoy libra la nación es entre democracia y narcodictadura, entre el México de instituciones y el que ha venido capturando la delincuencia con la complicidad de Morena y López Obrador.

Xóchitl ha dicho que no solo es la candidata del PRI-PAN-PRD sino también de la ciudadanía. Ahora también tiene que ser la candidata de la república.

De esa república sangrante y con las venas abiertas, convertida en un cementerio por los narcos y la impunidad de los “abrazos, no balazos”. De esa república donde las clases medias son ninguneadas por el tirano y los enfermos han sido abandonados.

De esa república donde un régimen atroz provocó 300 mil muertos innecesarios durante la pandemia sin solidarizarse con el dolor de las viudas y de los huérfanos. De esa república que necesita reconciliarse y sacudirse el odio que durante seis años sembró un resentido incurable.

Claudia representa la más oscura de las herencias: la destrucción institucional, la arbitrariedad y un fascismo de seudo izquierda que explota electoralmente a los más pobres para sobrevivir a costa de lo que sea en el poder. Sheinbaum pretende ser la sucesora de un presidente que tomó de la mano a la delincuencia para instaurar una dictadura.

Xóchitl y Claudia no sólo representan dos modelos de país. Son el México al derecho y el México al revés. El México de la vida contra el México de la muerte. Mientras una candidata adopta como emblema un corazón rosa para reconciliar a una nación rota, el partido de la otra elige como símbolo de causa el ícono siniestro de la Santa Muerte.

Ahí están dos mujeres que no son iguales. Más bien antónimas. Una, se monta en las alas de la república, ofrece vida, verdad y libertad. La otra, cabalga en el corcel de la muerte, de la oscuridad y la represión. La diferencia es clara. Quedan menos de treinta días para ensanchar la distancia.

 

@PagesBeatriz

También te puede interesar leer

La amenaza