En las pasadas elecciones se votó “por quién dio más”; los electores de bajos ingresos y otros votaron a favor de quienes afirmaron ser los autores de las dádivas que reciben; también lo hicieron por aquellos partidos políticos que prometieron conservarlas e, incluso, incrementarlas. Como en todo, hubo excepciones.

Estando en tiempos de elecciones, ningún candidato o partido político se atrevió a sostener que las pensiones incidían, para mal, en la economía de la Nación y que, por esa sencilla razón, debían ser eliminadas.

Las pensiones y el derroche de los recursos oficiales, como los bikinis, llegaron para quedarse. Tal como se presentan los negocios públicos, retendrá el poder político la facción que prometa reducir la edad para merecerlas, incrementar su monto o los motivos para recibirlas.

Los programas o plataformas de los partidos políticos, por haberse vuelto obsoletos o incomprensibles, fueron ignorados. Se votó a favor de quienes prometían dádivas; resultaron vencedores quienes alegaron ser los autores de la idea de darlas y de elevarlas a nivel constitucional.

Al momento de votar no importaron los programas que contenía grandes proyectos para crear infraestructuras de la que derivara la creación de empleos y la capacitación para el trabajo. El grueso de los ciudadanos optó por un estado benefactor y por no trabajar.

Morena y su líder buscaron impedir que sus adversarios adquieran crédito ante la ciudadanía e incrementaran el número de sus electores; espantaron a la ciudadanía; ésta fue advertida de que, de llegar sus adversarios al poder, les quitarían las pensiones. La candidata Xóchitl Gálvez, en su defensa, no dijo que ellas eran contrarias a una economía sana de trabajo y ahorro; no, alegó que en su momento había votado a favor de que la pensión universal fuera elevada al nivel constitucional.

Las dadivas y no la creación de fuentes de trabajo, fue lo que movió a los electores a emitir su voto a favor de la facción triunfadora. Emiliano Zapata, si viviera, con su lema “Tierra para quien la trabaje con sus manos”, hubiera resultado derrotado y hasta apedreado.

Por virtud de las elecciones, de inicio, se considera que el 2 de junio pasado resultaron victoriosas las fuerzas de izquierda. No hubo tal. De la misma manera que sucedía durante los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana, la clase gobernante, para dar la apariencia de que existía un juego democrático, cada seis años renovaba su cabeza visible en la que hacía que los mexicanos pusieran sus esperanzas de un cambio para mejorar. Los priistas, hace años y los morenistas, ahora, nos hacen creer que existía y existe un juego democrático libre y limpio; que es el pueblo quien da y quita el Poder.

No hay tal. En el proceso electoral pasado no hubo las condiciones reales para que se diera una alternancia en la titularidad del Poder. La injerencia presidencial fue aplastante y sus ataques a la candidata opositora reales y evidentes. No hubo juego parejo ni limpio.

Insisto, en el proceso electoral pasado no triunfó la izquierda, salió victorioso el despilfarro de los recursos públicos con un propósito: que una camarilla conserve el poco poder político que la delincuencia organizada deja a las autoridades civiles.

En Europa y, al parecer, también en los Estados Unidos de América se observa un fenómeno diferente: el avance del conservadurismo; éste, en grandes líneas, se reduce a algo muy simple: ser adversario, de manera radical, de la inmigración ilegal. No de toda. En el juicio discriminatorio están de por medio razones de raza, religión y origen. A eso, en grandes líneas, se reduce el pensamiento conservador tipo europeo y norteamericano.

A pesar de que en México se observa una inmigración ilegal generalizada y permanente, la población y el gobierno no la consideran como un problema grave. Hay similitud de idioma, religión, costumbres y pobreza. Donde como uno come dos. La inmigración no divide a los mexicanos ni es un postulado en los programas políticos de los partidos.

Con aquello de que en México todos, sin importar su situación migratoria (art. 1º), gozan de los derechos y garantías que reconoce la Constitución Política, entre otros la pensión no contributiva, vivienda, libre circulación (arts. 5 y 11) y educación gratuita y laica (art. 3), el Estado y los mexicanos no tienen elementos para no reconocerlos a los extranjeros, ilegales o legales.

Lo que en América Latina se conoce como izquierda, es sólo un pretexto para llegar al poder, conservarlo perpetuamente y beneficiar a los familiares, cercanos o remotos. También implica que, por medio de reformas se desaparecen los contrapesos que evitan los abusos del poder público y, a base de dádivas a los pobres, de agotar las fuentes de trabajo; a través de disponer, hasta, extinguirlos, de los recursos públicos, se consiguen los votos, que, en ese contexto, son de complicidad. Los insumisos son reprimidos o expatriados. Las grandes empresas del Estado se convierten en cloacas sin fondo en las que desaparece los recursos públicos.

Los líderes de Morena, al haber alcanzado una cuota de poder que excedía sus expectativas, ahora pretenden alcanzar y ejercer el Poder Absoluto. Estorban su acción destructora; el Poder Judicial de la Federación, incluyendo el Tribunal Electoral, los Entes autónomos y el Banco de México. Intentan desvirtuarlos mediante reformas a la Constitución.

Los ideólogos y pensadores políticos no tienen lugar en el mundo político actual. Salem sobrando. No es necesario quebrarse la cabeza para entender a la sociedad actual y obtener su beneplácito. Todo se reduce a dinero sin trabajar. El Poder será de aquel que tenga la visión de encontrar nuevas fuentes gravables de las que obtener fondos para pagar las pensiones. El pragmatismo puro llegó para quedarse.

Acostumbrado a lo bueno, ya lo regular me hostiga, dice el dicho pueblerino. Es absolutamente cierto. Éste se complementa con otro: Que trabajen los bueyes.

Otro sí digo:

Por la intervención tardía e ilegal del cardenal en retiro Juan Sandoval Iñiguez, si hubiera resultado ganadora Xóchitl Gálvez, Morena habría tenido un buen pretexto para pedir la nulidad de la elección.

Ese cura, desde siempre, ha sido impertinente e inoportuno; no aprende. Hace tres años, por sus declaraciones irresponsables, fue declarada ilegal una elección municipal. Tenía razón el padre pistolas Alfredo Gallegos Lara, que en ese entonces lo calificó de viejo pendejo; también lo ventaneó: no se quiere salir de la casa que ocupa indebidamente y que debería ser el domicilio del cardenal en funciones. Sigue siendo válido el juicio y el calificativo del padre pistolas.

De ser declarada Claudia Sheinbaum presidenta electa, el proceso electoral también sería anulable por la misma razón: intervenciones indebidas de quien debió ser imparcial: AMLO.