El resultado de la elección del pasado 2 de junio nos mostró cómo el esfuerzo propagandístico de Morena —de la mano de López Obrador— fue muy eficiente para que ganara Claudia Sheinbaum, pero la pregunta que queda para tratar de entender lo sucedido es por qué a los mexicanos les importó más la amenaza de que podrían perder los programas sociales, el discurso de que todos los males del país son por culpa del PRIAN y de que la corrupción era también responsabilidad de quienes gobernaron antes el país.
Y es que ante la situación que vive el sistema de salud del país, con evidencias del deterioro de hospitales, el tema del desabasto de medicinas, las continuas denuncias de falta de atención o de insumos para atender a los pacientes, a los electores les importó más evitar el regreso del PRIAN.
También, ante la situación que se vive en seguridad pública, con muestras de cobro de piso hasta para vendedores ambulantes, con la cifra récord de homicidios, con enfrantamientos entre grupos del crimen organizado, con reportajes que mostraban el involucramiento de políticos con organizaciones delincuenciales y los feminicidios que se mantienen de manera preocupante, uno se pregunta por qué los ciudadanos decidieron dar paso al segundo piso de la 4T.
Además, se puede hablar de escándalos de corrupción, desde Segalmex hasta las denuncias por el tráfico de influencias de familiares del presidente, con una percepción medida en encuestas —como las que presentaba Consulta MItofsky— en donde un alto porcentaje de los ciduadanos expresaban una percepción elevada de actos de corrupción en el gobierno, algo que no importó para que una gran cantidad de votantes dieran su apoyo de nueva cuenta a Morena.
La combinación de la eficacia propagandística de Morena y de López Obrador como principal estratega electoral y los errores de una oposición que no entendió el momento que vivía bailando al son que le tocaban en Palacio Nacional, son parte de la explicación del resultado, pero hay que profundizar por qué el elector promedio no evaluó todo lo hecho por el gobierno y su voto fue por una continuidad que no se ve claramente cómo va a beneficiar al país.
Es claro que la oposición no pudo hacer que los temas mencionados en esta colaboración —salud, seguridad y corrupción— los ejes de su campaña y una forma de que el elector evaluara a la actual administración federal, como que tampoco fue capaz de ofrecer una alternativa atractiva para los ciudadanos, además de que fracasó en su defensa ante las acusaciones de que el PRIAN era responsable de todo lo malo que pasaba en el país —que incluía corrupción, seguridad y otros asuntos—, además de que no pudo contrarrestar aquello de que buscaban retomar privilegios perdidos.
Y es algo llamativo porque ante las noticias y denuncias de corrupción que presentaban medios como Latinus, Proceso, Tv Azteca, Televisa, Reforma, entre otros, o documentos que mostraban probables irregularidades de candidatos como Rocío Nahle en Veracruz y que circularon profusamente en redes sociales, no influyeron en la decisión del votante.
Algunos podrán decir que finalmente el discurso de López Obrador y su insistencia desde las Mañaneras prevaleció ante los fallidos esfuerzos de la oposición —que para efectos prácticas desapareció luego de 2018—, pero si comparamos cómo el mismo Andrés Manuel aprovechó temas como la Casa Blanca, los homicidios en el sexenio de Calderón, los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, el crecimiento del PIB que se calificaba como bajo al ser del 2 por ciento en promedio —aunque en el actual bajó aún más—, la Estafa Maestra, entre otros ejemplos, vemos que sí es posbile que esta temática pueda ser aprovechada para influir en la preferencia electoral del votante mexicano.
Pero otro elemento que ayuda a entender la razón por el voto mayoritario por Morena tiene que ver con el entorno económico. El primer punto se relaciona con los programas sociales, algo que se dio en, de acuerdo a datos del INEGI en 2021, el 25% de los hogares mexicanos, una situación que se reflejó en la intención del voto.

Fuente El Economista
Otros indicadores también muestran una estabilidad económica que se reflejó en el bolsillo de los ciudadanos, como es el caso del consumo privado, el cual mantuvo una tendencia al alza –a excepción de los meses afectados por la pandemia–, que también fue tomado en cuenta por el ciudadano promedio con una oposición que no supo contar con un discurso para contrastar estos hechos.
También fue el caso del crecimiento del PIB que también se mantuvo de manera positiva, sin que hubiera una crisis como muchos vaticinaron y que vieron que sus pronósticos no se cumplieron.
La confianza del consumidor también reflejó un desempeñó económico que fue bien visto por las personas, que evaluaron lo que pasaba en su bolsillo más que cualquier movilización o discurso opositor.
Finalmente, hasta el Banco Mundial reconoció un manejo de la economía mexicana que no generó una crisis que pegara en el bolsillo de los electores, algo que influyó en la votación de 2024.
En conclusión, no se supo aprovechar todos los temas que varios medios pusieron en conocimiento del público, ni los propios errores del lopezobradorismo —como las casas de Bartlett, las denuncias en la Conade, la Casa Gris, por citar algunos ejemplos—, para generar un clima de opinión que favoreciera a una oposición con un proyecto alternativo de nación.
Pero el aprendizaje que esto ofrece parece no importar a una oposición que busca mantenerse viviendo de unas prerrogativas que vienen de los votos recibidos, que se reducen con cada derrota electoral, es decir, el menor esfuerzo para seguir con presupuesto.