La oposición política en nuestro país sigue pasmada, no supo ni por dónde comenzó su derrumbe, ausente la autocrítica y proclive a la posverdad aún no asimila el rechazo contundente que se llevó el 2 de junio, los resultados saltan a la vista.
Veamos; el Partido de la Revolución Democrática está al borde de su extinción, el Partido Acción Nacional ha contado con la peor dirigencia de su historia y el Partido Revolucionario Institucional con su actual dirigente es un colosal coleccionista de derrotas, al parecer ya se les hizo costumbre.
Los números son fríos, revelan que Morena apabulló en materia de resultados electorales, incrementó el número de votos que obtuvo en los comicios del 2018, la legitimidad con Claudia Sheinbaum como próxima presidenta es indiscutible, bastiones que anteriormente fueron de otras fuerzas políticas también fueron arrebatados por el partido guinda, caso Yucatán.
Aún con los resultados claros, en la oposición no atinan al análisis sereno de su desastre, ahora inventan presuntas irregularidades que suenan más a una posverdad porque no lo pueden probar, Alejandro Moreno Cárdenas y Marko Cortés deberían presentar su renuncia, por menos que lo que acaba de suceder otros dirigentes lo hicieron años atrás. Es obvio que el cinismo y la negación de una realidad inobjetable está en la agenda de lo inmediato de los mencionados, por ello siguen sin la mínima autocrítica, PRI y PAN fueron rechazados por una inmensa mayoría, la dupla nomás no funcionó.
Habrá que esperar cómo será la gestión de la próxima presidenta Claudia Sheinbaum, su primer discurso al conocerse las tendencias en los primeros minutos del día 3 de junio, fue moderado, incluyente y sin el típico triunfalismo que suele ser algo acostumbrado en la política mexicana, hay un compás de espera, mientras se tejen diversas expectativas. Figura en el equipo morenista el Dr. Juan Ramón de la Fuente, quien ya fue embajador, rector de la UNAM y secretario de Salud.
Xóchitl Gálvez fracasó en su intento por llegar a la primera magistratura de la nación, los dirigentes partidistas que le acompañaron fueron menudos lastres que más bien estorbaron, ellos aseguraron su futuro inmediato porque serán senadores. Perdiendo ganaron, aunque no la credibilidad, por supuesto.
El Partido de la Revolución Democrática llegó a las elecciones del 2 de junio en su expresión mínima, lejos del protagonismo electoral; por cierto, los mejores números del sol azteca fueron en los tiempos en que López Obrador fue el dirigente nacional. Los chuchos han sido los enterradores del perredismo, el grueso de la militancia emprendió el éxodo a Morena y lo que aún resta tal vez pronto lo haga, el PRD vive en la ruina luego de 35 años de su fundación.
La oposición ocupa propiciar el ambiente para una verdadera reflexión, causas y razones por la que sus candidatas y candidatos en muchos casos no fueron atractivos en sus campañas, esas alianzas contradictorias no tienen presente y probablemente tampoco futuro, algunas voces panistas han dicho que fue un error ir junto con el PRI porque de origen fueron adversarios. Las dirigencias de otros tiempos en Acción Nacional fueron extremadamente distintas, en el origen destacó Manuel Gómez Morín, en tiempos más recientes Luis H. Álvarez y Carlos Castillo Peraza, alguna vez Daniel Cosío Villegas profetizó que el PAN perdería al partido al ganar el poder.
Mientras Morena reitera su fortaleza en gran medida por el presidente Andrés Manuel López Obrador que ha sido el principal activo con sus luces y sombras, la oposición debe refundarse y asumir de manera autocrítica su realidad o, caso contrario, continuará ese declive llamado decadencia.
