Este domingo 2 de junio se efectúa la elección de grandes dimensiones, comicios concurrentes, efervescencia, sin descartar los oscuros nubarrones de la inseguridad que ha sido un problema letal en los últimos tiempos. Con todo, lo que debe imperar son los valores democráticos, tales como la responsabilidad, pluralismo, justicia y tolerancia. Vivimos un México en el que ha imperado la polarización, el proceso electoral debiera estar marcado por el signo de la paz porque ella facilita todo el proceso.

El miércoles 29 terminaron las campañas, regularmente se escucha lo mismo con cierta dosis de actualización de acuerdo a la coyuntura, por ejemplo abunda la demagogia, prometer, expresar lo que las audiencias desean escuchar aunque no se detallen los procedimientos en cuanto a la resolución de problemas que nos aquejan desde hace mucho tiempo, tal vez la dificultad más sentida lo representa la inseguridad pública, los datos saltan de inmediato.

Por otra parte, las ideologías políticas derivadas de la geometría que establecen las derechas y las izquierdas poco o nada se detallaron por los actores políticos, rifo el pragmatismo a corto plazo, porque para las y los candidatos lo único importante es ganar como sea. Los partidos políticos resultan imprescindibles porque son los medios pacíficos para llegar al poder, se trata del objetivo central de estos entes, aunque si involucramos la ética no se trata de ganar como sea.

La legalidad debe ser un elemento distintivo de los comicios dominicales que se rubricará con la manifestación expresa del voto popular, aunque persisten temores fundados de posibles actos violentos al revisar los antecedentes, la sombra de la delincuencia está presente en muchas regiones en las que se mantienen encendidas las alertas.

La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo como lo afirmara alguna vez el presidente Abraham Lincoln en las postrimerías de la guerra civil estadounidense, dicha concepción es vigente con todo y los matices en cuanto a la participativa, la representativa o deliberativa. De hecho Platón se decantaba no por la democracia sino por la aristocracia, el gobierno de los sabios, que nunca rebasó los linderos de la utopía.

México ha logrado avanzar en materia de la democracia en este siglo XXI, ello tras un siglo XX marcado por el que fuera partido hegemónico que gobernó 71 años ininterrumpidos desde la fundación del Partido Nacional Revolucionario en 1929 por Plutarco Elías Calles, posteriormente Lázaro Cárdenas la cambió siglas para ser el PRM y en la etapa de Miguel Alemán fue el PRI.

En el año 2000 al inicio del nuevo milenio habría de llegar Vicente Fox apoyado por el Partido Acción Nacional para romper la hegemonía priista e inscribir la alternancia electoral como señal de la denominada normalidad democrática. Continuaría Felipe Calderón también panista, más que Fox, en el gobierno encabezado por la derecha mexicana. Ya para el 2012 retornaría el PRI con Enrique Peña Nieto, el presidente que no atinó a mencionar correctamente tres títulos de libros que haya leído y que terminaría su administración en sendos escándalos mediáticos y con una generación de gobernadores de su partido envueltos en las llamas de la corrupción.

En 2018 de nueva cuenta se registraría la alternancia ahora a través de Andrés Manuel López Obrador y el partido Morena, previsible triunfo si revisamos la administración que le precedió de Peña Nieto.

El próximo domingo 2 de junio habrá elecciones, para ello se ocupa de la paz, la legalidad y de una auténtica vocación por la democracia y una verdadera voluntad política de las y los involucrados en la contienda que sea una aportación por la certidumbre. México necesita una democracia da calidad con los valores que de ella derivan.