Los últimos acontecimientos que cimbraron, en cuestión de segundos, a la sociedad estadunidense y a la opinión internacional, el sábado 13 del mes en curso, pueden tener infinidad de razones, pero ninguna relacionada con el azar. Por el momento ya se conocen el nombre, la edad, la nacionalidad y los estudios del perpetrador del intento de magnicidio contra el expresidente de EUA, Donald John Trump, abanderado del Partido Republicano en busca de la primera magistratura de la Unión Americana: Thomas Matthew Crooks, joven blanco de 20 años de edad, cuyos compañeros de escuela calificaron de inteligente, premiado con un reconocimiento por su facilidad para las matemáticas. Utilizó para su ataque un rifle semiautomático AR-15, propiedad de su padre. La policía lo mató minutos después de haber disparado dos rondas de balazos: tres, primero, cinco después, incluyendo el tiro contra Trump que le rozó la oreja derecha al ex mandatario. Trump cayó al piso. En la caída perdió los zapatos y pidió a los agentes del Servicio Secreto le permitieran calzarlos. El tirador falló. Trump salvó la vida. Lo demás ya es historia. EUA no sufrió otro magnicidio.

Lo que se desconoce son los motivos del criminal proceder, aunque si hay la certeza de lo sucedido: el viciado ambiente sociopolítico que priva en Estados Unidos de América (EUA) Lo que se desconoce son los motivos del criminal proceder, aunque si hay la certeza de lo sucedido: el viciado ambiente sociopolítico que priva en Estados Unidos de América (EUA), propiciado incluso por dirigentes y militantes de los principales partidos políticos del vecino del norte, desembocó en un episodio de película como tatos otros, con consecuencias expansivas inesperadas: la bala que rozó la oreja derecha del ex presidente Donald Trump, hizo que parte de la cara del herido se cubriera de sangre, pero, como víctima colateral provocó “la muerte del presidente Joe Biden”.

Si los sondeos de la campaña presidencial en la Unión Americana señalaban como favorito al aspirante republicano, el atentado dio pie para que de desprestigiado delincuente —acusado de 34 delitos federales—, se convirtiera en “héroe de la democracia” que desde el piso del escenario político, como protagonista de un filme hollywoodense levantara el puño de su mano gritándole a sus huestes: “¡luchen, luchen, luchen! Ni John Wayne, ni Charlton Heston, héroes de películas derechistas lo hubieran escenificado mejor.

En estos momentos, es cuando se vuelve a recordar la frase de la España medieval: “¡Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos!”; o las palabras de Carlos Marx: “la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. El fallido atentado en contra de Trump está escrito con tinta simpática. Es más aparatoso el esparadrapo sobre la oreja derecha del magnate que la sangre que derramó el balazo. Lo cierto es que el acto criminal convirtió a un delincuente enjuiciado —el primer ex presidente de EUA en ser presentado en los tribunales—, en una “víctima de la democracia”, como un mártir. Casi, casi, el mundo al revés.

En la mitología griega las Moiras eran consideradas las tejedoras del destino de los mortales: Cloto, Láquesis y Atropo —entre los romanos sus nombres eran Nona, Décima y Morta—; la tercera, Atropo, era la encargada de cortar el hilo de la vida, cuando llegaba la muerte del individuo. Parece que todavía no era “el momento de Trump”, que para muchos representa los sarracenos “malos”. Atropo dejó correr el hilo. Cosas de la suerte. Cada quien la suya. Mejor dicho, como escribió en sus Ensayos, el escritor y filósofo francés renacentista Michel de Montaigne: “Nunca se logra ningún beneficio sin perjudicar a otro”. Y parece que Joe Biden, el octogenario presidente estadounidense que anda en busca de la reelección, ya tiene bastantes problemas no solo con el peso de su edad, sino con sus lapsus mentales que a veces lo desubican. Los demócratas tienen una papa caliente en las manos y no saben como proceder con el mantenimiento de la candidatura de Joseph Robinette Biden Jr., el 46 presidente de EUA. He ahí el quid de la cuestión. Asunto que bien expone la sagaz y experimentada representante del Congreso de EUA, Nancy Patricia Pelosi, de 84 años de edad: “Esa decisión la tiene que tomar el Presidente”. Y urge. Más claro, ni el agua.

Casi el mismo caso de Orfeo con su difunta esposa Eurídice: en realidad, el regalo de los dioses para Orfeo era “no mires atrás”. De espaldas no se puede hacer frente a la realidad. Todo EUA debe ver su problema político de frente, sin soslayar nada. Lo que suceda en la Unión Americana, el último imperio, importa a todo mundo, no solo al Tío Sam. Nada más, nada menos.

El asunto es que “atentados frustrados” aparte, como se decía en los noticiarios de las desaparecidas y elegantes salas de cine: “El mundo sigue su marcha” y la política en todas partes continúa día y noche. El tiroteo del sábado 13 de julio, desde una posición elevada afuera de una granja agrícola en Butler, Pensilvania, a 120 metros de distancia del templete donde se encontraba Trump, aunque duró muy poco tiempo a algunos se le hizo eterno, provocó muchas consecuencias que definirán el futuro político del vecino del norte y del resto del mundo. El atentado se registró en medio de un ambiente político polarizado en EUA, a menos de cuatro meses de los comicios del 5 de noviembre próximo, con todas las consecuencias posibles, incluyendo las respectivas convenciones nacionales de republicanos y demócratas.

Para empezar, la agresión elevó las posibilidades del expresidente Trump de regresar a la Casa Blanca; y las operaciones en los mercados que apuestan por su victoria aumentarán la próxima semana, según adelantaron las fuentes de inversores. Por lo menos esa fue la aseveración de Nick Febres, director de inversiones de Vantage Point Asset Management: “Es probable que la elección sea aplastante. Esto probablemente reduzca la incertidumbre”, citando encuestas que mostraron un aumento del apoyo a Ronald Reagan después del intento de asesinato que sufrió en 1981.

Antes del atentado, los mercados habían reaccionado a la perspectiva de una presidencia del magnate empujando al billete verde al alza, y posicionándose para un aumento de los diferenciales de rendimiento de los bonos Tesoro estadounidense, operaciones que podrían fortalecerse la siguiente semana, pronosticó Rong Ren Gio, gestor de cartera del equipo de renta fija de Eastspring Investment. Asimismo, los rendimientos de los bonos del Tesoro a largo plazo han subido junto con las probabilidades de un segundo gobierno de Trump.

Después de la tempestad viene la calma. Una vez que fue evidente que el atentado en contra del magnate no logró su objetivo, las reacciones en contra de la violencia en cualquier país del mundo era inaceptable y que el propio Trump agradeció “a Dios hubiera impedido que sufriera heridas que le quitaran la vida”, y que propios y extraños hicieran lo mismo, el abanderado republicano vuelve a la palestra para presentarse como la víctima sobreviviente de un atentado moral. La vida y la política continúa su marcha. Y, dentro de lo posible, la sociedad y los grupos políticos tratan de que el miedo no detenga el proceso. Es más, los republicanos, se han manifestado “envalentonados” por la conducta manifestada por su líder después del ataque. Los buenos demócratas, afirman algunos voceros de Trump, deben “oponerse a la violencia como un medio para la lucha social y como un fin para lograr el cambio político bajo el principio de que todo acto violento genera más violencia”.

Los cronistas republicanos describen al magnate como un héroe conquistador al llegar el domingo 14 de julio a Milwaukee, Wisconsin, casi mártir religioso agradecido con Dios por salvarlo; lo que aprovecha para consolidar su imagen de víctima y vengador a nombre del pueblo “para salvar a América”. En un mitin, después del atentado en Pensilvania cambió las consignas de su campaña electoral: “Al final, no vienen por mí. Vienen por ustedes, yo solos estoy evitando eso”. El tono religioso de sus mensajes fue evidente: “sólo fue Dios el que evitó que ocurrirá lo peor”; llamó a la unidad estadounidense y a mantener la fe, tras prometer que él y la convención del Partido Republicano “serán desafiantes ante la cara de la malicia”.

En estos días parece que los acontecimientos se suceden más rápidos que nunca. La fotografía tomada por Evan Vucci, de la agencia AP ya es icónica: el tropismo ya tiene una imagen histórica, cuando capta al “mártir” tratando de levantarse con la cara ensangrentada rodeados por los agentes del Servicio Secreto con la bandera nacional ondeando bajo un cielo despejado, ni mandada a hacer. Como los soldados de Iwo Jima en la Segunda Guerra Mundial, aunque ésta imagen fue truqueada, dicen algunos historiadores. Como se, la imagen del herido presidente y el puño en alto ya dio la vuelta al mundo. Todo listo para que llegara a la Convención Republicana.

Menos de 48 horas más tarde del atentado, Donald Trump fue ungido oficialmente como candidato del PR a la Presidencia de EUA, y designó como compañero de fórmula a quien fuera uno de sus más “acérrimos críticos” antes de convertirse al trumpismo, uno de los más jóvenes senadores, James David Vance, mejor conocido como JD Vance, que cambió su nombre original, James Donald Bowman, cuando fue bautizado como católico.

JD Vance es uno de los candidatos Vicepresidenciales más jóvenes en la historia del Tío Sam con solo 39 años de edad. En 2016 fue un decidido detractor de Trump, a quien comparó con Adolf Hitler, y fue miembro del grupo “Never Trump”. Poco tiempo después dio un cambio radical y se convirtió en uno de sus más fanáticos seguidores, al grado de que algunos comentaristas lo consideran “más papista que el Papa”. Aseguran los expertos, que el marrullero magnate lo utilizará para realizar los trabajos ocultos que le convengan.

Su historia personal fue una tragedia en la niñez, aunque ahora sus propagandistas lo presentan como la encarnación del “americano dream”. De familia muy humilde, en la pobreza en el medio oeste americano y criado por sus abuelos, Vance se enroló en el cuerpo de infantes de Marina y cumplió una temporada en Irak. Al regresar a casa se graduó con honores en la Universidad de Ohio, y un doctorado en jurisprudencia por la Universidad de Yale.

Conoció la fama y la notoriedad nacional al publicar su libro Hillbilly Elegy, que se convirtió en un bestseller, casi una biblia popular, para comprender la mentalidad de los electores blancos y rurales que llevaron a la presidencia a Trump en 2016. El libro sirvió de guión para la versión fílmica, otro éxito.

En la convención republicana, el jueves 18 sería ratificado como candidato

Oficial republicano, el “mártir de la democracia” Donald John Trump. La posible remoción de Biden como candidato demócrata, continúa en el aire. VALE.